UNA EDUCACIÓN INCONFORME Y REFLEXIVA

UNA EDUCACIÓN INCONFORME Y REFLEXIVA

                                                “Todos somos genios.

Pero si juzgas a un pez por su

habilidad para escalar un árbol,

pasará toda su vida

pensando que es estúpido”

                                                                                        Albert Einstein

La educación atávica, es decir, la que proviene de antepasados lejanos y ancestrales, donde predomina el entrenamiento canino de repetir y repetir pruebas, hechos y cifras que de tanto hacerlo, terminan generando una memorización de datos, se opone de manera diametral a lo verdaderamente reflexivo y adecuado como es una educación que nos permita extraer lo mejor de las inmensas potencialidades con las que cada ser humano -  único, irrepetible y con talentos diferenciadores - vino al mundo.

Cómo cuestionar el sistema educativo tradicional sin citar a uno de los más importantes precursores de la Pedagogía Crítica en Latinoamérica: Paulo Freire, pedagogo y filósofo brasilero, quien al hablar de la educación de su época la llamaba educación bancaria, una educación en la que el conocimiento es una donación de aquellos que se juzgan sabios para aquellos que son juzgados ignorantes y este conocimiento es transmitido mediante un proceso constante de memorización. La narración los transforma en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el educador. “Cuanto más vaya llenando los recipientes con sus depósitos, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejores educandos serán.” (Freire, 1968, pág. 218)

Pero Freire no se queda sólo en la crítica; propone una educación problematizadora, partiendo de la base de que ésta nos libera y por lo tanto debe hacerse en diálogo, esto es, que el conocimiento se construya y se destruya.  Dice que “el aprendiz debe construir el conocimiento como un acto político, desde la relación con el maestro y los demás aprendices dentro del aula, para pasar de ser seres sociales pasivos a seres sociales activos, críticos y pensantes de la sociedad en la que están sumergidos” (Freire, 1968, pág. 220)

Es por ello que considero que el pensum escolar debe elaborarse de manera consciente, buscando desarrollar en el individuo la mayor parte de sus habilidades y descubriendo las áreas en las que mejor se desempeña, con el fin de ofrecer una gama de posibilidades que le permitan aprovechar sus potencialidades y que a su vez lo dirija de manera propositiva a identificar sus áreas de menor fortaleza para que así pueda trabajar en ellas. Todo esto sin que dicho proceso se vuelva tedioso o represente una presión, sino por el contrario buscando despertar en el estudiante su curiosidad, creatividad y pasión por el aprendizaje. Una educación consciente de las diferencias individuales, que respete las áreas de mejor desempeño y oriente su futuro hacia la consecución de un mayor bienestar, que evite la frustración de una educación autoritaria que pretende medir a todos con idénticos instrumentos.  Así como lo proponía Einstein; una educación dirigida a formar gente con criterio y con nuevas conclusiones, en lugar de repetir lo que ya está escrito, porque la educación no consiste en memorizar datos, hechos y cifras, sino en preparar la mente para proponer, cuestionar y pensar.

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