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nsidera como el máximo exponente del fijismo, cuando en el año 1738

dije que “tantas son las especies como las que fueron creadas en el

principio”. Gracias a mis ideas, se estableció que las especies, una vez

creadas, permanecían invariables. Quien me apoyó en mis ideas fue el

naturalista francés Georges Cuvier (fotografía de abajo), mediante sus

estudios de las momias de diversos animales encontrados en las tumbas

egipcias, observando que eran totalmente semejantes a los actuales. Esto le

llevó a afirmar que si en miles de años no ha existido un cambio notable en

los animales, no hay razón para esperar que miles de siglos hayan producido

modificaciones importantes en sus estructuras. Cuvier además estudió fósiles

encontrados en los estratos terrestres, lo que le reveló que muchas de las

especies muy antiguas no existen en el presente. Explicó que su desaparición

se debió a una serie de catástrofes ocurridas, luego de las cuales se creaban

nuevas especies. Esto es conocido como Teoría de los cataclismos y las

creaciones sucesivas.

Quien cuestionó nuestras ideas fijistas y catastrofistas fue Carlos Lyell (el

tercero de las fotografías), quien señaló que todas las modificaciones

producidas a través de los tiempos en la corteza terrestre se habían

efectuado paulatinamente, sin cambios bruscos, por acción lenta de las

mismas fuerzas naturales que hoy día continúan transformando la superficie

de nuestro planeta: lluvias, vientos, tormentas de arena y otros fenómenos

semejantes. Esta idea de cambios lentos y graduales, entenderás que

conlleva la suposición de que la Tierra es antiquísima, debido a que no

podrían ocurrir en unos miles, sino que en millones de años.

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