Un Gran Metilcloroformo.
Enviado por JOSE_NG_1987 • 4 de Julio de 2016 • Monografía • 2.432 Palabras (10 Páginas) • 179 Visitas
UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL SUR
Maestría de Salud Ocupacional
Escuela de Post-Grado
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Toxicología del Metilcloroformo
Jose Antonio Negrete Giribaldi
DNI 44542599
Lima, 2016
I. PRESENTACIÓN DEL PRODUCTO:
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II. PROPIEDADES QUÍMICAS DEL TÓXICO
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El 1,1,1-tricloroetano es una sustancia química artificial que carece de color y posee un olor dulce característico. A temperaturas y presiones ordinarias se presenta como un líquido sumamente volátil y fácilmente evaporable en la atmósfera.
Se trata de un compuesto no inflamable, que se descompone al calentarse intensamente o al arder, produciendo humos tóxicos y corrosivos, incluyendo fosgeno y cloruro de hidrógeno. Reacciona violentamente con aluminio, manganeso y sus aleaciones, álcalis, oxidantes fuertes, acetona y zinc.
III. TOXICIDAD
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El 1,1,1-tricloroetano se usa mucho como disolvente para la limpieza de equipos eléctricos, como disolvente de adhesivos, recubrimientos y tintes textiles, y como refrigerante y lubricante. Se encuentra principalmente en la atmósfera, aunque presenta una gran movilidad en suelos y migra rápidamente hacia aguas subterráneas. Sólo se ha detectado la presencia de 1,1,1-tricloroetano en una pequeña proporción de aguas superficiales y aguas subterráneas, generalmente en concentraciones menores que 20 μg/l, aunque se han observado concentraciones superiores (hasta 150 μg/l) en unos pocos casos. Al parecer, la exposición al 1,1,1-tricloroetano procedente de otras fuentes está aumentando. El 1,1,1-tricloroetano se absorbe con rapidez en los pulmones y el aparato digestivo, pero sólo se metabolizan cantidades pequeñas: aproximadamente el 6% en el ser humano y el 3% en animales de experimentación. La exposición a concentraciones altas puede desembocar en esteatosis hepática (hígado graso), tanto en el ser humano como en animales de laboratorio. En un estudio bien realizado de exposición por vía oral en ratones y ratas, se observaron efectos en la disminución del peso del hígado y alteraciones renales indicativas de nefropatía con hialinosis intracelular. El CIIC ha clasificado el 1,1,1- tricloroetano en el Grupo 3. Al parecer, el 1,1,1-tricloroetano no es mutágeno. Se puede calcular un valor de referencia basado en efectos sobre la salud de 2 mg/l para el 1,1,1- tricloroetano, basado en una IDT de 0,6 mg/kg de peso corporal, basada en las alteraciones renales indicativas de nefropatía con hialinosis intracelular observada en un estudio de exposición por vía oral de 13 semanas en ratas macho, y teniendo en cuenta la corta duración del estudio. Sin embargo, dado que las concentraciones de 1,1,1-tricloroetano son mucho menores que las que producen efectos tóxicos observados, no se considera necesario calcular un valor de referencia.
IV. TOXICOCINÉTICO – TOXICODINAMIA
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La mayoría del 1,1,1-tricloroetano que entra al medio ambiente entra al aire, donde puede permanecer por aproximadamente 6 años. Una vez en el aire, el 1,1,1-tricloroetano puede alcanzar la capa de ozono donde la luz solar puede degradarlo a sustancias que pueden reducir la capa de ozono.
El agua contaminada proveniente de vertederos y sitios de desechos peligrosos puede contaminar el suelo y las aguas superficiales y subterráneas cercanas. La mayoría del 1,1,1-tricloroetano que se encuentra en lagos o ríos se evapora al aire rápidamente.
El agua puede transportar al 1,1,1-tricloroetano a través del suelo hasta el agua subterránea. Allí, el 1,1,1-tricloroetano puede evaporarse y atravesar el suelo en forma de gas y pasar a la atmósfera. Los organismos que viven en el suelo o el agua pueden degradar al 1,1,1-tricloroetano. El 1,1,1-tricloroetano no se acumula en plantas o animales.
El 1,1,1-tricloroetano se absorbe rápidamente a través de los pulmones y del tracto gastrointestinal y, en menor medida, a través de la piel (Stewart, 1968). Su metabolización para dar ácido tricloroacético es muy limitada, y el 95% o, incluso más, del 1,1,1-tricloroetano se exhala como tal, sin modificar (Hake et al, 1960). El 1,1,1-tricloroetano provoca efectos tóxicos sobre el hígado, aunque en menor grado que casi todos los otros disolventes organoclorados. El efecto crítico del 1,1,1-tricloroetano en seres humanos tiene lugar sobre el sistema nervioso central. En uno de los primeros estudios realizados, la exposición de seis voluntarios a niveles medios de tricloroetano de 450 ppm (2.498 mg/m3 ) durante dos períodos de 4h, provocó mareos y excitabilidad durante los primeros 30 minutos, y se detectó una leve irritación ocular (Salvini et al, 1971). No se observaron efectos significativos en los ensayos de comportamiento. Por el contrario, la exposición de 12 sujetos masculinos a niveles de 1,1,1-tricloroetano desde 250 ppm (1.388 mg/m3 ) hasta 550 ppm (2.775 mg/m3 ) durante períodos consecutivos de 30 minutos, provocó una reducción de la velocidad de percepción a 350 ppm (1.394 mg/m3 ), (Gamberale y Hultengren, 1973). Se estableció un NOEL de 250 ppm (1.388 mg/m3 ). Algunos estudios más recientes con voluntarios expuestos a concentraciones de 175 ppm (971 mg/m3 ) o de 350 ppm (1.943 mg/m3 ) durante 3,5 horas revelaron ligeros efectos en el comportamiento, que se detectaron a los 30 minutos de exposición (MacKay et al, 1987). No se estableció un NOAEL. Se han dado numerosos casos de muertes por inhalación de 1,1,1-tricloroetano debido a una disminución del control de la respiración por parte del sistema nervioso central y a arritmias cardíacas.
Las inhalaciones tuvieron lugar en lugares poco ventilados tales como tanques o fosas (Jones et al, (1983); Kleinfeld et al, (1966); Stahl et al, (1969); Caplan et al, (1976); Bonventre et al, (1977); Hall et al, (1966); Bass, M. (1970); Hatfield et al, (1970); Halevy et al, (1980); Northfield, R.R. (1981). Las autopsias de estas muertes mostraron hemorragias intracerebrales y congestión pasiva del cerebro. Por otro lado, la retirada a tiempo de la persona intoxicada e inconsciente ha conducido generalmente a una recuperación rápida y completa. El estudio en el que se detectaba neurotoxicidad en gerbos expuestos a 70 ppm (389 mg/m3 ) durante tres meses (Karlsson et al, 1987) no fue considerado una base lo suficientemente fiable como para establecer los valores límite de exposición, dado que los gerbos pueden ser extremadamente sensibles a este efecto. En otro estudio reciente, se expuso a ratas Fischer 344, macho y hembra, a 200, 630 y 2.000 ppm (1.110, 3.497 y 11.100 mg/m3 ) de 1,1,1-tricloroetano 6 horas/día, 5 días/semana y durante 13 semanas. Los ensayos de integridad funcional del sistema nervioso y los exámenes histopatológicos no revelaron efectos relacionados con el tratamiento, a excepción de una ligera disminución de la capacidad prensil de las extremidades superiores en el grupo expuesto a la dosis mayor (Mattson et al, 1993). En un estudio de neurotoxicidad, se administró 1,1,1-tricloroetano por alimentación forzada a ratas a razón de 0, 75, 250 y 750 mg/kg/día desde el 6º día de gestación hasta el 10º día de lactancia, y se estudió a las crías hasta los 2-3 meses de edad. No se observaron efectos relacionados con el tratamiento ni en la actividad motora, ni en una batería de observaciones funcionales (FOB), ni en neuropatología, medidas cerebrales, memoria a corto plazo, aprendizaje o rendimiento (Maurissen et al, 1993).
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