Un Quinto jinete, un texto ecológicamente incorrecto
Enviado por Rocio Luna • 20 de Octubre de 2016 • Informe • 1.425 Palabras (6 Páginas) • 198 Visitas
¿UN QUINTO JINETE? UN TEXTO ECOLÓGICAMENTE INCORRECTO.
Por: Gerardo Aldama Martínez. Antropólogo.
Recopilado por: No a la Esclavitud Mental.
EN EL APOCALIPSIS DE SAN JUAN, AL TENOR DE LA APERTURA DE LOS CUATRO PRIMEROS SELLOS, APARECEN EL MISMO NÚMERO DE CORECELES MONTADOS POR SUS JINETES DESPEGANDO CADA QUIEN UNA ESTELA DE ACCIONES, LA PRIMERA ALENTADORA, LAS TRES RESTANTES FUNESTAS. AL ABRIRSE EL SÉPTIMO SELLO, SIETE ÁNGELES COMIENZAN A TOCAR SUS TROMPETAS, DESENCADENANDO UNA MIRÍADA DE DESASTRES QUE AFLIGEN A LA TIERRA Y A SUS MORADORES. AL FINAL DE LA HECATOMBE, “EN EL MOMENTO EN EL QUE SE OIGA AL SÉPTIMO ÁNGEL TOCAR LA TROMPETA, ENTONCES SE HABRÁ CUMPLIDO EL PLAN MISTERISO DE DIOS, TAL COMO LO HABÍA HECHO ESPERAR POR MEDIO DE SUS SIERVOS PROFETAS”.
El agudo historiador inglés Norman Cohn observó el inquietante paralelismo existente entre los movimientos mineralistas medievales – que presuponían el fin inminente de los tiempos- y las corrientes revolucionarias del convulso siglo XX (1). En la misma línea de reflexión, el filósofo inglés John Gray apunta que la escatología (2), componente fundamental del pensamiento occidental, tiene versiones religiosas y ediciones laicas; Gray acota que la visión apocalíptica se ha encarnado en las ideologías aparentemente más disímbolas, como el marxismo, el nazismo y el neoliberalismo (3). La doctrina del fin de los tiempos es parte fundamental de la cosmovisión de nuestra civilización y nutre los meandros del pensamiento Occidental. Y hoy, nuevos “siervos profetas” de la mirada apocalíptica hacen correr una renovada versión con matices profanos y místicos, propios de la posmodernidad (4). Parafraseando a Marx y Engels, un fantasma recorre el mundo: “el fantasma del ambientalismo”.
ECOLOGÍA Y AMBIENTALISMO.
Ante todo, no hay que confundir gimnasia con magnesia. A pesar de que están irremediablemente ligadas, la ecología y el ambientalismo no son ligadas, la ecología, definida como la biología de los ecosistemas, es una ciencia que estudia a los seres vivos, su ambiente, distribución y abundancia, y cómo son afectados por su interacción con el ambiente – su estudio se fortaleció en la segunda mitad del siglo XX-. El ambientalismo, por su parte, semeja un ómnibus en el que un conjunto heterogéneo e incómodo de viajeros (5) comparten el viaje de “velar por la naturaleza”
La ecología como disciplina científica hereda de sus homólogas el cariz cientificista: el supuesto de que la ciencia tiene o tendrá respuestas para todo (6). Además, carga el pesado fardo de tres prejuicios:
- El principio de origen, que supone que hubo un comienzo el cual es cognoscible – aunque remitirse a ese tiempo tiene más de especulativo que de factual.
- La idea de unidad, que es heurística (7), ya que busca la solución a un problema mediante métodos no rigurosos, pero enfrenta el problema de la delimitación, el cual no deja de ser ambiguo.
- El concepto de inestabilidad, que concibe que la naturaleza esté o tienda al equilibrio, una idea harto problemática.
Por otra parte, hay diversos tipos de ambientalistas: ecoeficientes, prístinos y ecológicos sociales. Los dos primeros tienen sus orígenes hacia finales del siglo XIX en los EE.UU. Los ecoeficientes sostienen que se puede hacer un uso racional y sustentable de los recursos naturales, mientras que los prístinos defienden con vehemencia la preservación intacta de la naturaleza. Por su parte, la ecología social está ligada a diversos movimientos preocupados por el uso que la sociedad industrial hace de los recursos naturales y las repercusiones que tienen los grupos humanos; es difícil precisar la fecha y su lugar de origen, pero se consolidó en las tres últimas décadas del siglo XX.
EL AUGE.
De este modo, bajo la espalda de Damocles del industrialismo hacia la segunda mitad del siglo XX e instalados en la comodidad del auge económico de la posguerra, confluyeron los distintos ambientalismos y la ecología levantando todo tipo de advertencias en tono de catástrofe. Desde los hippies sembrando la simiente de la aguerrida e influyente Greenpeace, pasando por las adineradas estadounidenses indignadas por las “matanzas” de delfines a cargo de la flota camaronera mexicana y los insufribles partidos verdes, hasta el célebre libro de Rachel Carson La primavera silenciosa. Todos inician la cruzada pro natura desde distintos frentes y con diversos fines, algunos económica y políticamente inconfesables. Hay de todo, como en botica.
¿CAMBIO CLIMÁTICO?
La educación y los medios de comunicación han divulgado la idea del deterioro del medio y la urgente “preservación” de la “naturaleza”. El ambientalismo ha puesto a cabalgar en las mentes de las audiencias un quinto jinete montando un potro vigoroso y aterrador: el cambio climático, una expresión actualizada de las calamidades por venir, que conforma un escenario propio de una distopía. Los “siervos profetas” contemporáneos suelen poner en circulación panoramas sombríos que sustentan con “evidencias”. Sin lugar a duda destaca Al Gore, con su Premio Nobel de la Paz 2007 (8). Y desde la más alta academia mexicana, el economista Ugo Pipitone expone con elocuencia un llamado de alerta que pretende superar la dialéctica de la Tierra Prometida versus el Apocalipsis (9).
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