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Una Velada Romantica


Enviado por   •  11 de Mayo de 2015  •  828 Palabras (4 Páginas)  •  137 Visitas

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Una Velada Romántica

Rosario miraba impacientemente el reloj que se encontraba en la mesita de noche junto a su cama. Había chateado varias veces por su laptop y ya era el momento de que se vieran cara a cara. La mujer se había puesto la ropa que más le favorecía y se había maquillado. Su compañera de piso se había ido a la biblioteca pública que estaba cerca de su apartamento.

Rosario era muy conocida entre sus compañeros y amigos del trabajo, como una persona amable y gentil, sin olvidar su belleza natural. Por otra parte, se sabía que tenía un novio y además tenía una relación virtual con otro hombre, ya que ella hablaba varias veces con dos hombres muy diferentes. El primero era uno al que le gustaban las mujeres independientes y listas; se le reconocía por su calvicie y por su gran obsesión por la limpieza. Mientras que del segundo hombre nadie sabía cómo era, pero se sabía su nombre: Ignacio Aguirre. Rosario se pasaba su hora de comer chateando con el tal Ignacio, nadie esperaba que Rosario fuera el tipo de persona que podía ser conquistada con facilidad, pero nadie lo comentaba.

De repente, se escuchó que un coche se detenía y un hombre alto con un enorme bigote tocó el timbre del departamento de Rosario. La mujer no tardó mucho en bajar las escaleras, no sin antes revisar que llevara todo en su bolsa. Abrió la puerta y preguntó.

-¿Aguirre?

El hombre sonrió como respuesta para luego subirse a su Cadillac, no sin antes esperar que Rosario se sentara en el asiento del copiloto. Ignacio manejó hasta el restaurante Cosmopolitan donde una mesa para dos, los esperaba. Al llegar, Ignacio como todo un caballero, le abrió la puerta a Rosario, cosa que ella apreció mucho. Entraron y fueron bien recibidos. El camarero los llevó a la mesa donde ya se encontraba una botella de vino tinto, les entrego el menú. Ignacio tomó la botella, reviso que estuviera bien sellada, para luego pasársela al camarero pidiéndole que la abriera.

-Los dejaré para que se decidan- dijo el camarero, retirándose.

Rosario pidió una ensalada para ambos como entrada. De plato principal: Rosario, un fino pescado; Ignacio, una carne de cuatrocientos gramos.

Mientras la comida llegaba, la pareja platicaba de cada uno de sus gustos, para conocerse mejor. A Ignacio le encantaba todo de Rosario, desde su belleza hasta su inteligencia. Desde lejos se veía que eran uno para el otro. Se veían felices.

Las horas transcurrieron con rapidez y la pareja salió del restaurante, no sin antes compartir un postre. Subieron al Cadillac y se dirigieron a las afueras de la ciudad, donde había un risco para observar la ciudad desde lejoss. Éste era considerado como un lugar romántico donde las parejasque allí iban, terminaban juntas para siempre. Esa noche, el cielo estaba despejado y se podía ver la estrellas perfectamente, Ignacio había traído consigo una

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