Una buena profesión

Una buena profesión

A todos mis amigos borrachos reconvertidos.

Me gusta beber en soledad, lo hago por las noches y tardes, trato que no sea en ayunas y antes del medio día, lo intento casi siempre lo logro.

¡Alcohólico! Me gritó una mañana de invierno aún en pijama mi ex mujer, le creo y lo llevo en práctica al pie de la letra desde ese día, es lo único que se hacer bien, me convencí una tarde en un cantina del centro de la ciudad platicando con un fotógrafo, hablamos de la concepción del arte en la actualidad y las becas gubernamentales para jóvenes creadores, mientras tuve la iluminación, fue en la segunda cerveza con latigazo de tequila corriente cuando me llegó lo que quería hacer y sabía hacer y no solo hacer sino hacer bien, beber.

Es la 4ta vez que vengo a la tienda lo que da en total 3 litros completos de cerveza clara dentro de mi cuerpo, rio e imagino el dinero y su largo caminar e interminable, algún día quizá ese billete vuelva a mi, el señor de la tienda parece no alegrase con mi visita, me mira con un poco de asombro, son 23 pesos me repite, salgo trastabillando y el embace casi resbala de mi mano, bendigo mi suerte, son las 6 de la tarde el sol aun arriba deja caer sus rayos, camino vuelta casa con el embace frio de vidrio de 940 ml quemándome la mano, la felicidad se convierte en una caminata por una colonia fea de algún punto del mundo, me viene a mente recuerdos sin sentido, desde el programa religioso transmitido en la hora de la comida en cadena nacional del canal más importante de país hasta la mirada de mi madre por la mañana cuando me despedía de ella después de un almuerzo, con dificultad inserto la llave, mi mano izquierda duele de lo frio del vidrio, mientras la derecha se niega actuar con seriedad ante la chapa de la casa, un viento helado llena la sala un escritorio un computadora poniendo música, alrededor libros desperdigados, lento destapo la cerveza. Feliz me siento.

Al abrir los ojos desconocía el día y la hora, sentí todo moverse, largo recorrer al baño, un estado de malestar que se va acrecentando con medida de los días, recuerdo por qué no me gusta dejar de beber, es mejor seguir bebiendo que sentirse así, repaso alguna solución y rápido caigo en ella, una cerveza fría podría ayudar.

Busco entre mis bolsas un poco de dinero, miro con atención el gran refrigerador, he generado una adicción al tipo laguer, escojo dos latas y compruebo el perfecto estado de frialdad, arrastro los pies por el pasillo de la tienda, una fila grande espera ser atendida, chocolates, hotdogs, café, refrescos, cervezas , recargas telefónicas.

Bebo con alegría siento la embriaguez en mi cuerpo, lento, absurdo, confuso, suena en las bocinas, algo, una percusión, trompeta y dispositivos electrónicos, no bailo, solo sonrío, borracho me encuentro, ya son las 12:10 pm de un sábado,

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