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VALORES CULTURALES Y SEXUALES Y SU CONDUCTA EN LA REPRODUCIIÓN EN JÓVENES MEXICANOS.


Enviado por   •  13 de Marzo de 2013  •  Examen  •  2.044 Palabras (9 Páginas)  •  810 Visitas

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VALORES CULTURALES Y SEXUALES Y SU CONDUCTA EN LA REPRODUCIIÓN EN JÓVENES MEXICANOS.

Las relaciones de género y la sexualidad

Los estudios sobre sexualidad han dado origen a una reflexión sobre los vínculos entre la construcción social de las relaciones de género y los comportamientos sexuales. Estas reflexiones se refieren a la influencia que tienen la construcción de las identidades y las desigualdades de acceso a poder, prestigio y recursos entre hombres y mujeres en los significados de la sexualidad.

Las investigaciones señalan que ciertos comportamientos sexuales son interpretados como reafirmadores de la identidad masculina. También indican que hay significados de la sexualidad que se asocian con la afirmación de la identidad y legitimidad social de las mujeres. Los estudios sugieren que frente a las desigualdades sociales en el acceso a prestigio, poder y recursos, las mujeres pueden considerar los comportamientos sexuales como un mecanismo para obtener pertenencia familiar, legitimidad o recursos. También agregan que la violencia y el abuso forman parte de la vida sexual de grupos de la población mexicana.

Los significados de la sexualidad tienen influencia en las actitudes hacia la reproducción y la prevención de enfermedades. Alientan la valoración de la penetración vaginal y la eyaculación como las prácticas sexuales más deseables, construyen a la procreación como una reafirmación de identidades de género, impulsan hacia el matrimonio temprano en las mujeres y hacia la procreación temprana, alientan la ignorancia sobre la sensualidad y el placer en las mujeres y al desconocimiento sobre la reproducción en los varones, y presionan hacia la falta de previsión y de protección en las prácticas sexuales, especialmente entre los jóvenes. También presionan a los varones a experimentar sexualmente fuera del matrimonio, impiden la previsión y protección de esas prácticas, y justifican el uso de la violencia y el abuso en el ejercicio de la sexualidad.

En México, desde mediados de los años ochenta algunas instituciones públicas de salud y organismos no gubernamentales comenzaron a generar datos estadísticos sobre el comportamiento sexual en algunos sectores de la población mexicana, principalmente entre la población joven y escolarizada de la ciudad de México. En años más recientes, las instituciones de salud vinculadas con la prevención del VIH/sida han levantado información estadística sobre sexualidad en población urbana y en grupos específicos, como las trabajadoras del sexo comercial, el personal de salud y los varones homosexuales y bisexuales.

Los varones de distintos grupos de edad y sectores sociales declaran haber iniciado sus relaciones sexuales coitales a una edad menor que las mujeres (entre los 15 y los 17 años, en promedio). La mayor parte declara experiencias sexuales previas a la unión conyugal y algunos reconocen relaciones extraconyugales. Los jóvenes solteros declaran haber tenido más de una pareja sexual, y la gran mayoría señala que su primer coito no fue con una novia, sino con una amiga, una prostituta o una desconocida (Secretaría de Salud, 1988, 1990 y 1994; CORA/AMIDEM, 1985; Ibáñez, 1995). Entre la edad en que declaran los varones que iniciaron sus relaciones sexuales y el inicio de su primera unión conyugal transcurren unos siete años en promedio (Secretaría de

Salud, 1988 y 1990).

Las normas para el comportamiento de las mujeres parecen muy diferentes. La edad promedio en que declaran que tuvieron su primera relación sexual es más tardía que entre los varones, situándose entre los 17 y los 19 años, y declaran haber tenido esta experiencia en el momento e iniciar una unión conyugal o muy poco tiempo antes (Secretaría e Salud, 1988 y 1989; Ibáñez, 1995; CORA/AMIDEM, 1985). Una de las encuestas señala que las mujeres de cuatro generaciones diferentes bisabuelas, abuelas, madres e hijas) declaran que iniciaron sus relaciones sexuales tres meses antes de su primera unión marital, en promedio (Quilodrán, 1990 y 1994).

El inicio de las relaciones coitales se declara más temprano en los contextos rurales, donde las normas sobre el control social de la sexualidad femenina son más estrictas y las desigualdades de género son más marcadas. En estos contextos, la cercanía entre la primera relación sexual y la primera unión de las mujeres es mayor (Quilodrán, 1990 y 1994; Consejo Nacional de Población, 1996). La gran mayoría de las mujeres entrevistadas en diversas encuestas declararon que su primera relación sexual fue con el novio o esposo (Secretaría de Salud, 1988 y 1989; CORA/AMIDEM, 1985; Ibáñez, 1995; Consejo Nacional de Población, 1996).

El intervalo entre la edad en que las mujeres declaran haber tenido su primera relación sexual y su primer embarazo es muy breve, incluso entre las mujeres de escolaridad más elevada (Nehmad, 1996; Consejo Nacional de Población, 1996). La proporción de mujeres solteras de 15 a 24 años que declara haber iniciado las relaciones sexuales es muy baja en todas las encuestas. Sin embargo, cerca de una cuarta parte de las mujeres unidas declara que su primera concepción se produjo antes de la primera unión marital. Esto sugiere que la vida sexual femenina se inicia mayoritariamente antes de la unión marital, pero que esto se admite únicamente cuando ya ha existido un embarazo o cuando ya están unidas (Blanc y Ruthemberg, 1991; Consejo Nacional de Población, 1996).

El inicio de la sexualidad en las mujeres o su reconocimiento está muy ligado con el compromiso afectivo, con el inicio de una vida en pareja y con la procreación, y que haber tenido relaciones sexuales y no tener pareja es un estigma.

En cambio, en las declaraciones de los varones el inicio de la sexualidad ocurre mayoritariamente fuera de relaciones con compromiso conyugal, se separa en varios años de la vida marital, y se habla de las experiencias sexuales aunque no se tenga una pareja conyugal. Mientras que la información sobre diversos comportamientos sexuales de la población casada es muy escasa, especialmente en la posibilidad de comparar hombres y mujeres, la información sobre los jóvenes es muy coincidente en señalar patrones muy diferenciados de normatividad sobre el comportamiento sexual, que marcan la separación entre la sexualidad y el matrimonio entre los varones, mientras que para las mujeres existe una estrecha imbricación entre la vida sexual, la procreación y la unión conyugal.

Estos patrones normativos diferenciados para cada género afectan el uso de anticonceptivos y de medidas de prevención de la transmisión del VIH/sida, especialmente entre los jóvenes, entre las personas de baja escolaridad y entre la población que vive en contextos tradicionales en materia de cultura

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