Vaciar cuerpos

Juan Ángel Piedrahita, es un médico cirujano de 37 años, egresado de la Universidad Nacional, con especialización en anestesiología de la Universidad del Valle. Vive en un lujoso condominio en el barrio Alférez Real, al sur de la ciudad de Cali. Enfoca el ochenta por ciento de su tiempo en la atención de pacientes que se realizan cirugías estéticas, y el otro veinte por ciento lo dedica en la atención de pacientes en urgencias médicas en clínicas como Tequendama y Valle del Lili.  

Cómo médico cirujano, su interés no es sobre los pacientes a los que interviene, porque a él no le cuesta ni lo más mínimo medicalizar el cuerpo de los pacientes para poderlos manipular dejando a un lado las emociones y la identidad del paciente, sino que se enfoca únicamente en la obtención del dinero generando mayores ingresos en efectivo.  No importa las consecuencias post quirúrgicas, obtendrá una ganancia muy alta, y al fin y al cabo, como dice el, “toda la responsabilidad es del paciente”.

Son varias las personas que han muerto durante o después de este tipo de procedimientos y, aun así, no le genera ninguna conmoción, pues considera el cuerpo completamente deshumanizado y cosificado viéndolo solo como un objeto de manipulación, un trabajo más a realizar.

Algo que nos impacto es que se fija mucho en los rostros de las personas y los recuerda tratando de comparar el cambio de expresión facial antes y después de la intervención. Textualmente nos dijo: “A cada paciente se le informa el riesgo, en especial a los que llegan del exterior que en su mayoría son de España, que deben esperar varios días después de llegar debido a la presión generada en el vuelo. Deben tener un tiempo de recuperación en cama y que deben tener un tiempo antes de abordar de nuevo el avión de regreso. Pero esto a la mayoría no les importa, llegan un jueves y a la semana siguiente el martes ya estar de regreso a su país y evaden todos los controles que se les pide y por eso se firma un documento para lavarnos las manos”. Su expresión facial lo dice todo, es como una representación de Salvatore Mancuso, una sonrisa que refleja ironía y satisfacción, en donde no importan las consecuencias.

Para muchos médicos, el quirófano es el lugar donde se vacían los cuerpos, donde se reducen a un solo oficio, pero para él es todo, es el lugar donde puede sentir esa satisfacción al terminar cirugías y donde se siente muy seguro.

Indagamos a profundidad sobre los rituales que sigue para realizar estos procedimientos y encontramos algo no esperado. Pensamos que esa frialdad que tiene se refleja en cómo se prepara, pero es todo lo contrario. Toma mucha agua desde el día anterior, la hidratación le ayuda en la concentración; su alimentación normalmente es balanceada y baja en grasas, tener sexo la noche antes y si es posible en la mañana le es estimulante y relajante. No tienen preferencias religiosas ni se considera ateo por lo que su alma no se la encomienda a nadie. Se bebe un trago de Whisky de malta escocesa, el mismo día, muy temprano, con un cubo de hielo para que explote su sabor. Esto nos recordó mucho a Adolf Hitler quien tenía un estilo de vida muy similar a este ritual.

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