Valores Del Buen Gobierno
Enviado por chikz • 2 de Febrero de 2012 • 2.472 Palabras (10 Páginas) • 1.960 Visitas
Valores del buen gobierno
Para poder llevar a cabo un buen gobierno es necesario contar con gente que sea íntegra, es aquí donde la ética cobra fuerza e impacta en los servidores públicos, con la necesidad de hacer bien sus tareas y sobre todo de actuar con responsabilidad, sin embargo, por sencillo que parezca esto de actuar bien y de ser responsable se convierte en una situación difícil para muchos de los participantes en el ámbito público laboral. 1
La ética es el mínimo exigible para asegurar una honestidad y una responsabilidad en el empleo público.
Si la administración pública es el instrumento de que se vale la política para contribuir al logro del bien común mediante el ofrecimiento de bienes y servicios de calidad, los servidores públicos que la integran deben estar motivados y concienciados. Una baja moral y una baja motivación en los individuos fomentan actitudes antiéticas, situación que a su vez se refleja en una baja calidad en la operación de las instituciones. 2
Una buena imagen ayuda a creer y a confiar en las instituciones públicas. Una mala imagen genera desconfianza. Para lograr la sensación de satisfacción al realizar una tarea es importante la relación persona a persona. La conducta, la integración y las actitudes son los elementos básicos para establecer buenas relaciones y buen servicio.
En la cultura clásica Romana, de aquellos que ejercían la política con ética, se decía que tenían “Decorum”.3 Que un político tuviera decorum era garantía de ser reservado, discreto, cortés y que actuaría de manera correcta. Al respecto Cicerón escribió: “El concepto de esta palabra es tal que no puede separarse de lo honesto, porque lo que es decente es honesto, y lo que es honesto es decente”.
Todo lo decoroso aparece cuando le ha precedido la honestidad. Todas las cosas que se hacen con justicia son decorosas y las que se hacen con injusticia son indecorosas. Y dígase lo mismo de la fortaleza. Una acción viril y magnánima parece digna de un varón y decorosa, y lo contrario como torpe e indecoroso”. El Decorum daba confianza a los ciudadanos. Pero no a cualquier individuo por el sólo hecho de participar en política era atribuido este concepto, sino a la inversa, eran los actos del político en la práctica lo que le hacía merecedor o no de esa denominación.
Algunos principios que acompañan al político y al funcionario con decorum son los siguientes:
a) Autoridad. La teoría política enseña que la autoridad es la facultad o potestad que tienen los gobernantes para mandar mediante tareas que beneficien a los gobernados. Cuando la autoridad no se entiende como servicio a un bien común dicha acción se corrompe y se transforma en despotismo. El despotismo es una forma de poder antipolítico. Cuando el poder va acompañado de autoridad resulta una acción eficaz en orden a procurar el incremento de bien en aquellos a quienes se dirige.
b) Honor. Entendido como el reconocimiento a las acciones emprendidas que tengan algún merito. Busca la estima de los demás. Tiene que ver con las obras buenas que realice un individuo. Un hombre malo no podría merecer honor, siendo éste el premio a la virtud que se otorga a las personas con buena fama. El honor es tan importante que algunas personas hacen de éste su principio en la vida, sin embargo, a pesar de ser una virtud es por pocos aspirado, pues al parecer “a la mayoría de los hombres les mueve más la avidez de riqueza que de honores.” (Aristóteles, Libro VI, capítulo 4, 1318 b) El honor es una virtud que deben poseer aquellos elegidos en los cargos públicos. De no ser así, al tratar asuntos de mucha importancia ocasionarán graves daños al Estado. Si los cargos públicos son honores del Estado, quien ocupe un cargo público tiene el deber de honrarlo, y la mejor manera de hacerlo, es emprendiendo obras que sean dignas de elogio. Cuando el principio de honor lo adquieren los miembros que integran un gobierno, sin duda éstos realizarán obras que beneficien a todo el Estado, generando a su vez el reconocimiento de ser un “buen gobierno”.
c) Justicia. La justicia tiene que ver con un bien para otro. Es la práctica de la virtud total para con otro. A pesar de ser la justicia un bien para el Estado y un elemento importante de la política, no es fácil ponerla en práctica. En ocasiones, los encargados de ejercerla la descuidan o la dejan de lado, lo que da origen a que haya muchos agravios sobre todo para los más débiles. El hecho de que se omita tiene un precio: el sufrimiento humano. Los sufrimientos vienen en distintas formas: pobreza, desempleo, hambre, dolor, muerte. Pero lo peor es que estos sufrimientos se perpetúan y crecen. El observar tanto dolor en los gobernados habla de la impotencia de los gobernantes del olvido que han hecho de la justicia. Conviene recordar la frase de San Agustín “Sin la justicia qué son los reinos sino unos grandes latrocinios.”
d) Libertad. El hombre libre es aquel que puede gobernarse por sí mismo y es capaz de dominar sus apetitos y pasiones por medio de la razón. Y esto no lo hace por reprimirse sino porque ha pasado a un nuevo nivel de conciencia. La libertad va acompañada de ciertos elementos, implica cierta sabiduría, poseer algunos conocimientos, tener educación. Respecto a la libertad de los pueblos, la teoría política sostiene que hay dos condiciones para que un Estado sea llamado como tal, estas son: “riqueza y libertad”. (Aristóteles, Libro III, capítulo 12, 1283 a.)
La riqueza proporciona la autosuficiencia, la libertad concede la soberanía, autonomía e independencia. Es responsabilidad de los representantes del Estado evitar que el pueblo caiga en la esclavitud. Si un gobierno esclaviza a su propia comunidad es un gobierno tirano. Cuando se gobierna un pueblo se pretende, no que éste viva como esclavo, sino que sea libre.
e) Prudencia. Es una disposición de la acción que va acompañada de una deliberación con respecto a lo que puede ser benéfico o nocivo para el hombre. La prudencia se enfoca a los casos particulares, se manifiesta en el saber, en la experiencia y en la capacidad de obrar. Se basa en el principio racional el cual reflexiona y elige lo que es mejor para posteriormente manifestarlo en la práctica. El hombre prudente tiene la capacidad para decidir convenientemente asesorado por el principio de la recta razón. “Es prudente no aquel que tan sólo posee la norma recta de conducta, sino que también obra asesorado por un principio racional, por lo que considera ser lo mejor... al hombre prudente le corresponde llevar a la obra lo que es recto.” (Aristóteles, p. 158-159)
En lo que concierne a los gobernantes, la prudencia
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