Valores En La Sociedad Venezolana

Lo axiológico como eje central de la acción humana, ha sido una parte importante de la historia del pensamiento. El hombre siempre ha recurrido a los valores para determinar y decidir hacia dónde debe orientar su acción.

Esto lo vemos reflejado en la importancia de la ética en el pensamiento occidental, desde los griegos, ocupados por cuál debería ser el fin último de la acción humana, con lo cual lo axiológico estaría unido a lo teleológico.

En realidad, podríamos ir mucho más atrás que los griegos antiguos para buscar el origen de la Preocupación por el «deber ser». Para Apel (1994, en conferencia sobre Ética del discurso), la situación del hombre, a diferencia de los otros animales, es en sí misma y desde el comienzo un problema ético.

En esta misma línea de ideas, Hofstede (1984) dice que el hombre es un «animal evaluador» y lo ilustra señalando cómo la mitología bíblica cristiana, judaica y musulmana pone la escogencia entre el bien y el mal al comienzo de la historia de la humanidad -con Adán y Eva- indicando así la imposibilidad fundamental del hombre de escapar de la elección basada en juicios de valor.

Heller (1974, p.6 passim) señala que, aunque la filosofía siempre ha trabajado con categorías axiológicas, es sólo en el mundo moderno que ha surgido la preocupación por definir qué son los valores. Esto se debe a que para la Antigüedad y para la Edad Media los valores están dados, son absolutos; en la Antigüedad como «bien supremo» y en la Edad Media determinados por Dios.

Es la filosofía burguesa la que se ve obligada a teorizar sobre los valores, en parte por la creciente secularización en todas las áreas del pensamiento, que no permite dejar la ética en manos de Dios o de la religión, en parte por los contactos con otras culturas por el proceso de colonización, que permite conocer la existencia de otras jerarquías de valores. En la actualidad, la situación ética se nos presenta confusa- Nos encontramos con clamores universales de «crisis de valores», «pérdida de moral», con una sensación general de desesperanza con respecto a los valores. Pero, a la vez, con una preocupación cada vez mayor por la ética y los valores en el discurso cotidiano. Es lo que Rigoberto Lanz (1993) llama «el paradójico resurgimiento de la ética» (p.98), dentro de «...una suerte de miasma axiológica que es representada por los irreductibles moralismos sobrevivientes como la «ley de la Jungla»

En nuestro país, la situación no es muy distinta. Vivimos en un tiempo altamente convulsionado: febrero de 1989, revuelta y saqueos populares; febrero de 1992, fallido golpe de estado; mayo de 1993, destitución y juicio al Presidente de la República por corrupción; son los acontecimientos más notorios que llevan a la reflexión sobre el «deber ser» de las acciones políticas y privadas. Estos y la delincuencia común, la corrupción, los delitos financieros, las drogas, el SIDA, son algunos de los elementos que inducen a la gente a hablar de decadencia, de deterioro moral. A la vez, y en contraposición a este estado de cosas, se desarrollan en todos los medios de comunicación y en el discurso cotidiano, referencias cada vez más frecuentes a la ética, a los valores, como solución de nuestros problemas.

Además de estos eventos «desviantes» y

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