Vida De Consumo
Enviado por marish • 10 de Septiembre de 2012 • 1.234 Palabras (5 Páginas) • 476 Visitas
VIDA DE CONSUMO
Bauman en su “Vida De Consumo” realiza una crítica al consumismo. Relata la transformación de la sociedad de la modernidad sólida: la de los ejércitos conscriptos, la de la producción en masa, la de los ejércitos de obreros industriales; a la de la modernidad líquida: de valores relativos, cambiantes en cualquier momento, de la cultura del consumo. Nos explica como ha pasado de la ética del trabajo a la ética del consumo.
En la primera modernidad los excluidos eran aquellos que por sus carencias físicas, psíquicas, personales o sociales no podían aportar nada a la sociedad productiva. O sea, no podían ser reclutados como soldados, o aportar un valor en la cadena de producción, o realizar las tareas (a las que normalmente relegaban a las mujeres) de apoyo y asistencia a estas tareas.
En la modernidad líquida, sin embargo, los excluidos son aquellos que son consumidores fallidos. El “parado” (típica figura del excluido en la modernidad sólida) no es un excluido en la sociedad consumista por el hecho de no trabajar, sino por el hecho de que no puede consumir de la misma manera que una persona con unos ingresos más adecuados. Los pobres no son una fuente inagotable de mano de obra disponible (como en la sociedad productiva, es decir aquella donde la producción aparecía como elemento más relevante de la actividad humana), sino unos excluidos que no podemos esperar de ellos nada ni proporcionan oportunidad alguna porqué son literalmente consumidores fallidos.
Esa es al menos una de las conclusiones que da el autor. Como toda descripción paradigmática siempre es parcial. La actividad productiva sigue siendo importante en la sociedad de consumo, a pesar, que como indica Bauman primero somos consumidores, luego trabajadores o profesionales. Y es verdad que las generaciones que nos hemos visto embebidas en los valores de la sociedad de consumo desde bien pequeños hemos sido adoctrinados (por esa mano invisible de la que habla Adam Smith, no necesariamente por ningún poder fáctico con cara y ojos) a la obtención del placer inmediato, reduciendo el tiempo al mínimo desde la aparición del deseo a su satisfacción. En cambio la ética del trabajo postergaba la satisfacción del deseo. Siempre era mejor ahorrar para poder comprarse un pequeño capricho, ahora en cambio el incentivo es endeudarse para conseguirlo lo antes posible.
No haré una valoración moral de este cambio de valores, también la modernidad sólida tiene sus “peros”, ¿es preferible una sociedad de hedonistas dispuestos a casi todo por la satisfacción de sus deseos, deseos que a su vez son incentivados por la propia sociedad o una sociedad de productores donde se anteponga el “bien colectivo” a los intereses individuales de forma que seamos piezas en un engranaje? En ambos casos se trata de una descripción parcial, simplificadora, pero en cierta manera intuitiva y muy ilustradora de una visión del ser humano al menos en apariencia cáustica.
Seguramente cada individuo tiene sus propios criterios, sus mecanismos de reacción y compensación de la presión social, y no somos esos monstruos hedonistas, aunque a veces lo parezcamos; pero repito, el poder de la descripción de Bauman es tal que permite entrar a reflexionar.
Por último y como más arrolladora conclusión, se establece que esta ética del consumo llega incluso a las relaciones entre seres humanos. Buscamos en el otro un producto, unas características que nos satisfagan, nos proporcionen los beneficios de la relación social minimizando los costes. Descartamos relaciones porqué estas tienen menor “valor de mercado”; incluso cuando hemos optado por “consumir” una relación determinada pueden aparecer pasado un tiempo insatisfacciones (al igual que nos pasa con muchas de las cosas que compramos) y desechamos esa relación porqué “el producto no satisface
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