Violencia
Enviado por amitiel_usumaki • 5 de Diciembre de 2013 • 15.907 Palabras (64 Páginas) • 183 Visitas
Anna Freud
Normalidad y Patología en la Niñez
III
LA EVALUACION DE LA NORMALIDAD EN LA NIÑEZ
EL DESCUBRIMIENTO TEMPRANO DE LOS AGENTES PATOGENOS: PREVENCION y PRONOSTICO
Para el analista de nmos, la reconstrucción del pasado del paciente o el rastreo de los síntomas hasta sus orígenes en los primeros años de vida constituye una tarea muy diferente de la detección de los agentes patógenos antes de que éstos hayan comenzado su tarea nociva; de la evaluación del grado de progreso normal de un niño pequeño; del pronóstico de su desarrollo; de interferir con el tratamiento del niño; de guiar a los padres; o en general de prevenir las neurosis, las psicosis y la asocialidad. Mientras que el entrenamiento reconocido para la terapia psicoanalítica prepara al analista de niños para llevar a cabo las primeras tareas señaladas, aún no se ha preparado un plan de estudios oficial para que logre cumplir todas las demás. El interés en los problemas del pronóstico o de la preven- ción conduce inevitablemente al estudio de los procesos men- . tales normales opuesto al estudio de los patológicos, o a la tran- sición insensible entre los dos estados que concierne al analista de adultos. Este conocimiento de lo normal al que Ernst Kris (1951) denominó campo "subdesarrollado" o "problemático" del psicoanálisis, se ha ampliado considerablemente gracias a las extrapolaciones teóricas de los hallazgos clínicos realizados por Heinz Hartmann y Ernst Kris. También se debe mucho a la creciente importancia de los principios y presunciones de la psicología psicoanalítica del niño dentro del pensamiento meta- psicológico, que "comprende el campo total del desarrollo, nor- mal y anormal':' (Ernst Kris, 1951, pág. 15). El analista de adul- tos en su trabajo clínico tiene poco interés en el concepto de
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normalidad, excepto de manera marginal, en cuanto se refiere al funcionamiento (en el amor, el sexo y en el buen rendi- miento en el trabajo). En contraste, el analista de niños que considera el desarrollo progresivo como la función más esencial de un inmaduro, está profunda y centralmente comprometido con la integridad o el trastorno, es decir, la normalidad o anor- malidad de este proceso vital. x Como ya lo he indicado desde hace varios años (1945) se puede evaluar el grado de desarrollo y las necesarias indica- ciones terapéuticas en el niño a través del escrutinio, por un lado, de los impulsos libidinales y agresivos, y por el otro, del yo y del superyó de la personalidad infantil por medio de signos que indiquen, según la adaptación del yo, su precocidad o su retardo. Con la secuencia de las fases de la libido y una lista de las funciones del yo en el trasfondo de su mente, esta tarea no es en modo alguno imposible ni siquiera difícil de realizar para el analista de niños. Pero las indicaciones que así se ob- tienen son más útiles para establecer el diagnóstico y para re- velar el pasado que para decidir las cuestiones relativas a lo normal o las perspectivas futuras, y demuestran de manera sa- tisfactoria las formaciones y soluciones de compromiso que se han logrado en la personalidad del paciente; pero no incluyen señales de cuáles son las oportunidades que existen para man- tener, mejorar o disminuir su nivel de rendimiento.
LA TRASLACION DE LOS HECHOS EXTERNOS A LAS EXPERIENCIAS INTERNAS
Los analistas, en la medida en que se los considera expertos en niños, deben enfrentar una multitud de interrogantes que el público les plantea, acerca de la crianza de los niños y de las decisiones que los padres deben tomar en relación con la vida de sus hijos y que pueden resultarles conflictivas. El hecho de que las consultas se refieren a situaciones de la vida diaria no es razón para delegar las respuestas en quienes carecen de entrenamiento analítico y se ocupan habitualmente de la vida mental normal (tales como los mismos padres, los pediatras, las enfermeras, las maestras jardineras, las maestras, los funcio- narios de bienestar social, las autoridades educacionales, etc.), En efecto, los interrogantes planteados circunscriben precisa- mente aquellos campos en que pueden aplicarse con gran pro- vecho las teorías psicoanalíticas desde el punto de vista preven- tivo. Los siguientes constituyen algunos ejemplos. ¿Debe la madre cuidar en forma exclusiva a su pequeño, y la madre sustituta significa un peligro para el desarrollo del niño? Si el niño está al cuidado exclusivo de la madre, ¿cuándo
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puede comenzar a dejarlo durante cortos períodos para tomarse un descanso o para atender al esposo, a los hijos mayores, a sus propios padres, etc.? ¿Cuáles son las ventajas de amamantarlo comparadas con la alimentación a biberón o de la alimentación según la solicite el apetito del niño frente al sistema de horarios rígidos de comidas? ¿Cuál es la mejor edad para comenzar el entrenamiento del control de esfínteres? ¿A qué edad es bene- ficiosa la inclusión de otros adultos o niños como compañeros de juegos? ¿Cuál es la edad adecuada para su ingreso al jardín de infantes? Si se requiere una intervención quirúrgica (hernia, circuncisión, amigdalectomía, etc.) y si existe la posibilidad de elegir el momento, ¿es mejor llevarla a cabo cuando el niño es muy pequeño o ya mayorcito? ¿Qué tipo de escuela (formal o informal) es más adecuada para qué tipo de niño? ¿Cuándo debe comenzar su educación sexual? ¿Existen edades determi- nadas para tolerar con mayor facilidad el nacimiento de un hermano? ¿Qué actitud tomar frente a sus actividades auto- eróticas? ¿Debe permitírsele el chupeteo del dedo, la mastur- bación, etc., sin control y sería válida la misma actitud en re- lación con los juegos sexuales infantiles? ¿Debe permitirse li- bremente la expresión de agresión? ¿Cuándo y de qué manera debe informarse al niño adoptivo de su adopción? y en este caso ¿se les debe hablar de sus padres verdaderos? ¿Cuáles son las ventajas y desventajas de las escuelas para alumnos externos e internos? Y finalmente, ¿existe un momento específico du- rante el proceso de la adolescencia en el que sea conveniente para el joven "alejarse" (Anny Katan, 1937) de su hogar co- rrespondiendo al distanciamiento emocional de sus padres? Frente a cualquiera de estas preguntas, aun las que en apariencia son más simples, la reacción del analista tiene un doble carácter. Como resulta obvio, no basta con señalar que no existen respuestas generales aplicables para todos los niños, sino solamente respuestas particulares quese adaptan a un niño específico; ni tampoco que no pueden basarse tales res- puestas en la edad cronológica, dado que los niños difieren tanto en la rapidez de su crecimiento emocional y social como en el momento en que empiezan a sentarse, caminar, hablar,
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