Érase una vez un chico guapo

Érase una vez un chico guapo, llamado Antonio, de estatura normal, pelo castaño oscuro, ojos cafés, de piel clara, de unos 23 años aproximadamente, sin carro, sin estudios. Él estaba enamorado de la naturaleza y por ello le encantaba vivir en el ‘cuento en blanco’, el así la llamaba a un área en donde se sentía mucha paz y tranquilidad, hay tenia construida una pequeña cabaña en la que cada fin de semana el visitaba para relajarse ya que el único ruido que se podría percibir era el de los pájaros cantando, un lugar en donde se rompía todo el contexto de una vida tan monótona como la que mucha gente la autonombra vida diaria.

Él vivía con su mama, su papa, su hermano menor y su hermoso perro labrador llamado hachiko, el perro más raro del mundo y al que siempre se le veía con su plato de comida en el hocico.

Su mama era una señora elegante llamada Ofelia; era una cantante de ópera a la que siempre se le podía ver maquillada y muy peinada a primera hora del día y sobre todo con un carácter agradable que daba tranquilidad a la hora de cruzar palabra con ella.

Su hermano de nombre Demian, un bebe de pocos meses de nacido, al que querían mucho, con el seguían la tradición de que cada nuevo miembro de la familia durmiera en una cuna de metal la cual le adornaban de Mario Bross para que no se viera tan tosca para él bebe.

Su padre un señor muy responsable, para él era una felicidad enorme el despertar cada día para poder ir a trabajar. Tenía un taller mecánico llamado ‘el gallo rojo’ que su abuelo paterno tenía.

Ese taller es muy importante tanto para Antonio como para su papa, ya que en una vitrina tenían un unicornio de madera que su abuelo había hecho para un concurso, el cual gano el 1er lugar, media aproximadamente 1.30.

Esta familia era muy conocida por ‘los Jobs’

A la familia de Antonio le encanta salir siempre con un paraguas a la mano, ya que en donde viven es una zona en donde la lluvia hace presencia muy seguido; y esto sucedía cada vez que Toño tenía que ir al campo a demostrar su gran agilidad con el balón de futbol y su gran punto de inspiración era el observar a su familia apoyarlo y más que nada el observar las hermosas nubes que aunque fueran grises a la hora de acercarse la lluvia y el campo pareciera alberca en vez de lo que era, eso a él le fascinaba.

Al término de cada partido toda la unida familia llegaba al kiosko de la ciudad, un lugar en donde vendían nieves de todos los sabores, paletas de hielo y crema, capuchinoreos, frappes, café frio, etc. De regreso a casa siempre pasaban por un callejón, una casa abandonada, un edificio de 20 pisos, los papas de Antonio no se explicaban por qué él siempre quería pasar por esos lugares y enloquecía al momento de verlos, para ellos era algo muy desierto y sin chiste pero para él era algo inspirador.

La gente se admiraba

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