ANALISIS: “¿Es la realidad el reflejo de unos derechos y garantías consagradas en la constitución política de Colombia?”
Enviado por camilo1217 • 28 de Marzo de 2016 • Ensayo • 1.771 Palabras (8 Páginas) • 459 Visitas
ANALISIS: “¿Es la realidad el reflejo de unos derechos y garantías consagradas en la constitución política de Colombia?”
La constitución política colombiana establece garantías y derechos los cuales hacen de un país como este un Estado social de derecho; Sin embargo este Estado es imprescindible que sea el reflejo de una realidad visible, de una nación que necesita todo aquello expresado allí, y aun mucho más que aunque no se encuentre expresado en un escrito físico es necesario sea establecido para lograr una sociedad mucho más justa y organizada en el que sus habitantes puedan tener las mismas garantías del respeto de sus derechos.
Es por lo tanto necesario resaltar que esta nueva Constitución de Colombia expedida en el año de 1991 reflejó la preocupación de los colombianos en muchos aspectos, dándole un especial énfasis al reconocimiento y garantía de los Derechos Humanos, elevándolos a la categoría de Derechos Constitucionales, dedicándoles todo el Título II y clasificándolos como: derechos fundamentales o de primera generación; derechos sociales, económicos y culturales o de segunda generación; y derechos colectivos y del ambiente o de tercera generación; Pero pese a esto se ha podido demostrar que este título en donde son consagrados los derechos con el paso del tiempo se ha quedado corto, gracias a las constantes violaciones de los mismos y la falta de seguridad en el ciudadano en saber que le serán respetados y la educación en tanto que si se le respetan así mismo al otro se le deben respetar.
Dada esta situación es que se puede afirmar que los derechos humanos presentes en la constitución política colombiana no deben ser solo letras consagradas en un libro, ni mucho menos garantías utópicas que en la práctica no se cumplen, sino que es menester que sean el sustento de una carta política que fue creada con este fin, ampliar la cobertura en derechos y ponerlos como base de una sociedad manchada por el flagelo de la guerra, la cual tras varias guerras se ha intentado levantar con gran esfuerzo, pues pese a que la carta política esté debidamente estructurada y sea un gran avance en materia de legitimación de derechos, garantías y deberes, se ha quedado en eso, una estructura en donde es posible sin mucho esfuerzo derrumbarle y por lo tanto una desprotección para todos aquellos quienes anhelan disfrutar de lo consagrado allí.
La crisis que condujo a la expedición de la constitución política de 1991 fue tal que coloco a la sociedad colombiana al “filo del caos”. En la definición de los elementos de esta situación se hace referencia básicamente al fenómeno de la generalización de la violencia y a la falta de la legitimidad de las instituciones del estado…[1]. Pero tal vez fue el desprecio de la dignidad humana derivada de la primera lo que sobretodo produjo en el pueblo colombiano el hastío y lo llevo a la decisión de cambiar el orden constitucional vigente.[2]; Tal afirmación hace la sociedad colombiana de juristas al afirmar que en el momento en el que el pueblo colombiano reacciona de su letargo es el instante en el que se pueden hacer las cosas diferentes, propender por un cambio que ha de ser posible si en verdad se logra trabajar mancomunadamente a fin de que quienes están en las altas esferas del poder no sean los beneficiados con los decretos o leyes que modifican de alguno u otro modo lo estipulado en esa magnánima carta la cual no ha de tener la culpa por la falta de protección y la incorrecta forma de aplicar lo que en ella está dispuesto por parte de las autoridades competentes a lo largo de estos 23 años de vigencia de esta.
Continuando bajo estas circunstancias es que es necesario decir que la forma en que se dio la Asamblea Nacional Constituyente - Quien redacto la constitución- fue verdaderamente sorprendente puesto que se logró una verdadera suma de los factores reales de poder, logrando una mayor participación ciudadana, creando nuevos mecanismos, cambiando así también el modelo de Estado dándole una connotación más social; Pero sobre todo se le dio una elevada importancia a los Derechos Humanos destacando los sociales, siendo este último aspecto el fundamento de todo el texto, particularmente en su parte dogmática.
Pero pese a esto con el paso de los años ha sido otra la realidad que ha marcado al país, en palabras del doctor José Olimpo Suarez: “Decir que la constitución tiene su fundamento en el reconocimiento de los derechos humanos equivale a recordar dos cosas importantes. Primero: La mayor parte de las cartas constitucionales del mundo occidental han adoptado este tipo de fundamento moral pues éste es el horizonte ético-político en el que se mueven los criterios de legitimidad de lo político en el mundo moderno. (…)
Segundo: el reconocimiento explícito de los derechos, en cabeza de los colombianos sin distinción, nos recuerda que ésta es justamente la diferencia básica, no exclusiva, entre la Constitución de 1886 y la nueva Constitución de 1991. La primera se ocupaba más del ordenamiento del Estado, de la separación de las tres ramas del poder público y de la fuerza de las instituciones tradicionales, en tanto que la segunda se erige como una carta política en la que se espera que el Estado logre sus fines a partir del reconocimiento de los derechos tanto individuales como colectivos.”[3]; Sin embargo esto afirmado por el doctor José Olimpo hace entender que en un principio al querer adaptar una constitución que es propia de otros ligares y no del país, lo que se pretendía era poder llegar a tener una nación consolidada en el respeto hacia la dignidad humana, de modo que todos y cada uno de sus habitantes fuesen iguales para un estado garante de respaldar esta situación. Aunque esto con el paso de los años se fue tergiversando a tal punto de que la historia del país se ha escrito con las vidas de muchos desaparecidos, secuestrados, personas en extrema pobreza, niños sin educación, un alto grado de desigualdad y de intolerancia, producidos por la cadena en la que cada eslabón es cada derecho fundamental o no que no ha podido ser disfrutado por todos aquellos quienes los han necesitado, han luchado porque un estado indolente luche por los intereses de la población y no de la elite sectaria que por más de media década ha estado al frente de una patria en busca de una paz inmediata y total.
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