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El embarazo en adolescentes

juaniishInforme24 de Septiembre de 2014

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Las cifras al desnudo

En los últimos cinco años, la muerte

de mujeres embarazadas creció un 19%

hasta alcanzar 48 muertes por 100 000

embarazos. Según la OPS, en comparación

con la franja etaria de entre 20 y

24 años, las niñas menores de 16 años,

debido a un incremento de hasta el

40% en la probabilidad de desarrollar

diferentes patologías, son un grupo de

alto riesgo; la mortalidad de la madre

y el niño se cuadruplica. El 14% de los

óbitos maternos registrados en el país

corresponde a niñas adolescentes de

entre 10 y 19 años.1,2

Se define fecundidad adolescente

a la que ocurre antes de los 20 años.

El límite de edad inferior es menos

claro. Las estadísticas registran fecundidad

entre 15-19 años, pero la maternidad

anterior a los 15 años no es

infrecuente.3

Datos suministrados por el Ministerio

de Salud Pública de la Nación

(MSP): tres de cada veinte argentinos

son hijos de madres adolescentes. El

15,2% de los nacimientos corresponde

a madres menores de 20 años y el 0,4%

a menores de 15 años. La tasa de fecundidad

por mil para la franja etaria

de 10 a 14 años fue 1,8 en el año 2007

según la Fundación para Estudio e Investigación

de la Mujer (FEIM);4 dieron

a luz 105 000 niñas adolescentes.

Alicia Figueroa, del Centro Latinoamericano

Salud y Mujer (CELSAM),

afirma que “hay 64 partos

cada 1000 jóvenes. Parto no es igual

a embarazo, ya que esos datos no incluyen

el número de abortos, sin registro

en el país”.5

Las tasas más altas de fecundidad

adolescente corresponden a Chaco,

Formosa y Misiones, que superan el

promedio nacional. La más baja corresponde

a la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires (CABA).6 Esta diferencia

regional puede asociarse con las condiciones

socioeconómicas de la región

norteña, más golpeada por la pobreza

y la desnutrición, por la enorme asimetría

cultural, con una nueva boca que

habrá que alimentar, lo cual perpetúa

un círculo de miseria y endemia.

El embarazo en adolescentes es un

fenómeno causado por múltiples factores,

ocurriendo en todos los estratos

sociales, con diferentes características

en todos ellos. Es en los más bajos

donde existe mayor tolerancia del

medio a la maternidad adolescente

(FEIN),4 aumenta el número de embarazos

no deseados y es más frecuente

la falta de cuidado prenatal, la pérdida

de oportunidades en la detección temprana

de factores de riesgo, lo cual resulta

en una mayor morbimortalidad

materna y perinatal.7

Abuso y complicidad

La denominación de abuso sexual

incluye: abuso deshonesto, coito forzado

y coito entre adulto y menor. La

coerción psicológica, engañosa, ejercida

por el adulto sobre la niña dejará

marcas indelebles, dificultando

su óptimo desarrollo físico y mental.

“El equipo de salud en su conjunto no

Embarazos en niñas y adolescentes

Pregnancy in girls and adolescents

Correspondencia:

Dra. Teresa Pereira Silva

stpereira@ciudad.com.ar

Conflicto de intereses:

Ninguno que declarar

Recibido: 18-8-09

Aceptado: 28-9-10

a Integrantes de la Subcomisión de Ética Clínica: Dra. Teresa Pereira Silva: médica

pediatra; Dra. Diana Cohen Agrest: doctora en filosofía; Dra. María Clelia Orsi:

médica pediatra, terapista; Dr. Santiago Repetto: médico pediatra, terapista; Dra.

Marta Schufer: doctora en sociología; Dr. David Verón: médico pediatra, hematooncólogo

y Dra. Silvia Rivera: doctora en filosofía.

Subcomisión de Ética Clínicaa

Sociedad Argentina de Pediatría

Subcomisiones, Comités y Grupos de Trabajo

Embarazos en niñas y adolescentes / 563

puede pensar en niñas-madres sin pensar en adultos

ultrajadores, a menudo con la tolerancia de la

madre de la menor.”8

Últimamente, los diarios presentaron una profusión

de titulares sobre niñas en edad de ser evaluadas

por pediatras que concurren a servicios de

obstetricia. No es un dato aleatorio ya que, en la

Argentina, cada año, cerca de 3000 niñas de entre

9 y 14 años de edad son sometidas a abuso sexual

y embarazadas. Según datos oficiales, el 80% de

los padres de bebés de niñas-madres las superan

en edad por lo menos diez años y, una cuarta parte,

son al menos veinte años mayores que ellas,

situación que permite suponer condiciones de

abuso, violación o, incluso, incesto.

El caso de una niña mendocina de 12 años abusada

por su padrastro desató una encendida polémica

en torno de la niña y su embarazo, pero no

se actuó en forma inmediata sobre el responsable,

el violador, el causante de tal situación. Los medios

de difusión se embarcaron en dar una prolífica

cantidad de datos referentes a la niña, su

madre y las decisiones que estimó el juez. Los comentarios

referentes a la acción cometida por el

padrastro no tuvieron igual repercusión.

Los argumentos comúnmente esgrimidos para

catalogar al embarazo en adolescentes como un

problema social y de salud pública, son referidos

al supuesto aumento constante en su ocurrencia y

a efectos deletéreos sobre la salud perinatal, el bajo

peso del niño al nacer,9 dejando de lado el nudo

del problema: ¿Cómo llegan a embarazarse? El

embarazo en niñas debe ser llamado por su nombre:

un delito, una violación, una de tantas formas

de violencia que debemos erradicar. Los profesionales

de salud están obligados a denunciar el

hecho si existen indicios o sospechas de que la niña

ha sido abusada, para asegurar su integridad.

El (sin) sentido de la búsqueda de hijo

Si atendemos a la dinámica familiar en la que

se cría esta población vulnerable, en sus historias

suele aparecer una secuencia de figuras masculinas

“paternas” que se alternan a lo largo del tiempo.

Aun cuando se trate de su padre biológico,

estas figuras paternales suelen omitir ejercer un

rol ordenador y afectivo, privándolas de la confianza

y seguridad en el sexo opuesto, observando

vínculos donde la violencia forma parte de la

rutina, donde las niñas suelen repetir las historias

vitales de sus propias madres. Por temor a perder

lo que creen tener o en la búsqueda de afecto, se

someten a relaciones con parejas que las superan

ampliamente en edad y las maltratan.

Los modelos familiares logran ejercer una influencia

inestimable en la adquisición de patrones

de conducta relacionados, entre otros, con la salud

reproductiva.10 Como consecuencia de la falta

de atención, contención y afecto que padecen,

sin tener en cuenta el lugar que ocupan, solas, sin

inserción familiar, son hasta maltratadas o caen

en una condición de abandono. En la calle, buscan

un lazo afectivo que les dé alguna razón para

estar vivas. Ilusoriamente, creen que lo único que

puede compensar ese vacío afectivo es dar a luz

y criar a un hijo.

A ese escenario se suma otro: niñas y adolescentes

que conviven con su familia, pero en situación

tan precaria que ni siquiera cumplen con la

escolaridad y se sienten muy distantes de un futuro

promisorio, asumen responsabilidades impropias

de esta etapa de su vida, reemplazando a sus

madres, confundiendo su rol dentro del grupo,

cuando deberían asumir su propia identidad. En

ese cuadro, un hijo confiere a la madre un presunto

“valor” existencial al que la joven mamá, por

sí misma, se siente incapaz de llegar por otra vía.

A consecuencia de la maternidad, se inician

una cadena de problemas ligados al abandono

escolar (58%), inserción laboral temprana y al

cambio de roles dentro del entorno familiar. Andrea

B. Gómez (CELSAM) observa que “es muy

difícil para una niña cuidar a otro niño y, mucho

más, si no cuenta con los recursos madurativos y

afectivos necesarios. El rol que adopte cada joven

tendrá sus bases en procesos complejos de identificación

materna y paterna”.4

El embarazo adolescente no es de por sí un

riesgo, lo conflictivo es la maternidad adolescente,

el criar un hijo, el hacerse cargo cuando aún

no han completado ellas mismas su propio crecimiento.

La maternidad es un rol de la edad adulta

y cuando ocurre tempranamente se verá perturbado;

no se trata de un juego con muñecos. Estas

jóvenes suelen tener dificultades para diferenciarse

del bebé, y cuando esta vinculación las agobia,

pueden descuidar al niño o maltratarlo, ya que

priorizan sus necesidades sobre las del niño. Ellas

son aún demandantes, y no cuentan con capacidad

para contener a un

...

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