Adios Barbiana

ADIOS, BARBIANA

La escuela de Barbiana estaba situada en un pueblo de Italia. Esta escuela fue creada sin apenas recursos por Lorenzo Milani, sacerdote exiliado reconocido como revolucionario obediente, para los niños del lugar. En esta escuela no hay pupitres ni pizarras, sino que las clases se realizan al aire libre.

En un primer momento es el propio sacerdote quien tiene que ir a convencer a los padres de los chicos para que los dejen acudir a la escuela ya que en aquella época la escolarización solamente era obligatoria hasta los 11 años, después se creía que eran más productivos ayudando a sus familias trabajando.

Algunos alumnos que fracasaban en otros colegios convencionales acudían a Barbania para poder recuperar las asignaturas pendientes, pero les gustaba tanto que se quedaban durante años para seguir formándose allí mismo.

La educación en Barbania era totalmente diferente al resto de escuelas de la época pudiendo considerar esta como “revolucionaria”.

Utilizaba un sistema estricto y rígido en donde los chicos debían estudiar bien y mucho (12 horas al día durante los 7 días de la semana), además de que tardaban una hora y media en llegar todas las mañanas y una hora y media en volver todas las noches.

Milani decía: “no es que no tengan cultura, es que tienen otra cultura” y esta frase es muy cierta ya que todas las personas no deben saber de lo mismo como nos quieren hacer creer en nuestro sistema educativo actual.

Tal vez, si se aplicara esta frase a la educación actual habría menos fracaso escolar ya que si un niño quiere ser mecánico debemos enseñarle materias relacionadas en este ámbito y no, por ejemplo, filosofía. Esta claro que todo el mundo debemos tener una cultura general como bien puede ser el lenguaje, oral y escrito, para saber expresarnos y entender los que nos dicen y es por esto que Milano trabajaba mucho con ellos sobre las noticias del periódico, les hacía escribir cartas, etc…

Por otro lado, utilizaba un método muy curioso que hoy en día ni se puede plantear y era que, si un niño no entendía alguna cosa, no seguía adelante con otra hasta que tenía claros todos los conceptos. Utilizaba a otros alumnos que ya sabían dicho concepto para que lo explicara al compañero y de esta manera enseñaba a todos los niños la importancia de ayudarse los unos a los otros en el día a día.

Incluso teniendo Milani su propia ideología, enseñó a los chicos a que cada uno tenía que tener su voz y opinión personal y luchar por lo que creen.

Consiguió algo muy positivo para los alumnos de la escuela que fue la participación de personas realmente enriquecedoras. Además, motivó a los chicos para que conocieran otros países, otras culturas y otros idiomas por ellos mismos.

La enseñanza de Milani nos indica la importancia de dedicarle una atención individualizada a cada alumno, pero, a la vez, enseñarles a trabajar en grupo, la importancia del compañerismo sin competitividad, etc. valores que parece que nuestro sistema ha perdido y que cree que es más importante que funcionemos todos como robots aprendiendo lo mismo y de la misma manera.

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