Analisis Politico y Economico Internacional
Enviado por ralonzoh1971 • 28 de Octubre de 2017 • Ensayo • 2.751 Palabras (12 Páginas) • 264 Visitas
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Análisis Político y Económico Internacional
Rodrigo ALONZO Hidalgo
Alumno MDE 2017
¿Cuál es la relevancia de las instituciones políticas en las transiciones desde el multipolarismo decimonónico hasta ahora? Explique las relaciones entre estrategia, economía y política.
La Estrategia en sí es un conjunto de acciones que se llevan a cabo para lograr un determinado fin. Si este concepto lo llevamos a la Estratega de un país, podemos expresarla como la forma en la que se emplean los medios disponibles para obtener determinados fines, dependiendo de la visión actual o a futuro y las metas que se quieren alcanzar. Esto fines están representados por los objetivos nacionales y los medios para alcanzarlos dependen de cómo utilice los potenciales nacionales para lograrlos: los recursos económicos, diplomáticos, psicosociales y militares y como el Estado maniobra estos medios para el logro de sus objetivos.[1]
Pero no siempre el tener una Estrategia significa la llave para el éxito, ya que ésta puede haber sido mal planteada o también, una muy buena Estrategia puede ser mal ejecutada, conduciendo al fracaso. En el caso de las instituciones políticas, el principal problema que surge de sus estrategias es el choque de intereses por parte de dos o más países, conduciendo a crisis entre uno o más Estados, donde tienen que utilizar todos los medios que su potencial nacional les permite para solucionarlos pacíficamente o finalmente llegar a un conflicto armado.
A contar del siglo XIX y hasta el día de hoy, podremos analizar cómo, dependiendo de la visión y objetivos de cada nación, el orden mundial fue variando y finalmente nos llevó al mundo globalizado en el cual nos encontramos hoy.
Si consideramos las formas de gobierno del siglo XIX, éstas estaban basadas principalmente en Monarquías Parlamentarias (Europa) y en Estado-Nación (países que en forma reciente salieron del colonialismo de las grandes potencias de la época). Las grandes potencias de la época se agrupaban principalmente en el continente europeo (Gran Bretaña, Francia, Alemania) y a su vez potencias nacientes y fuera de Europa como Estados Unidos y Japón, sin dejar de nombrar a una Rusia revolucionada, que también jugaba un papel importante.
El gran cambio se produjo en la segunda mitad de ese siglo, con la Segunda Revolución Industrial, iniciándose un proceso de expansión de las grandes potencias europeas a través de un avance imperialista y una reactivación del colonialismo, ya que se necesitan materias primas baratas, mano de obra casi esclava y lugares donde colocar los excedentes de productos y capitales. El entorno global estaba marcado por una multipolaridad, rivalidad y la falta de un imperio hegemónico, en el cual los intereses y objetivos de las instituciones políticas de cada país estaban contrapuestas, causando roces que cada vez se fueron acrecentando más. Esta incertidumbre y la persistencia de las tensiones entre los Estados, tanto por los conflictos internos y ambiciones imperiales, dictados por sus propias Estrategias políticas y económicas, los llevaron a designar gran parte de los recursos en la inversión de la industria de armamentos y el fomento del ejército, dando lugar a un complejo sistema de alianzas militares, compuestas por la Triple Entente formada por Gran Bretaña, Rusia y Francia y la Triple Alianza por Alemania, Austria e Italia. Todas estas decisiones tomadas por los Estados, a nivel político y económico, marcadas por un fuerte nacionalismo y la rivalidad por lograr su hegemonía, desencadenaron finalmente en la Ira Guerra Mundial.
Posterior a la Ira Guerra Mundial, el mundo se polarizó ideológicamente. A diferencia del pensamiento previo a esa guerra, enmarcada en un solo sistema predominante —el liberalismo capitalista, común a los dos bandos—, se enfrentaron tres ideologías contrarias: el liberalismo democrático, el nazi—fascismo y el comunismo soviético. Estos dos últimos sistemas, no obstante ser contrarios entre sí, tenían en común la organización del Estado fuerte y totalitario y el culto a la personalidad de un líder carismático, características opuestas al liberalismo que postula la democracia como forma de gobierno y la libertad e igualdad de los individuos como forma de sociedad.[2]
La Estrategia de los países había cambiado, los objetivos nacionales, principalmente de Alemania y la naciente Unión Soviética buscaban imponer su nuevo sistema, situación que causaba un nuevo roce internacional que iba contra los intereses de las otras potencias mundiales. Con la crisis económica de los años treinta y aún latentes los efectos de la Ira Guerra Mundial, económicamente ningún país quería un nuevo conflicto, por lo que Estados Unidos y Gran Bretaña veían como un mal menor las intenciones de Alemania y en cierta medida apoyaban su estrategia, ya que se convertían en una barrera natural contra el avance del comunismo soviético, que era una real amenaza, desestimando el incumplimiento del Tratado de Versalles. Las instituciones políticas de Estados Unidos y Gran Bretaña, principalmente, no contaban con el poder económico suficiente para poner freno a esta nueva amenaza, por lo que su estrategia se basó en evitar roces con Alemania, mientras se tuviera controlada la expansión del comunismo soviético. Lamentablemente no se entendió cuál era el objetivo de esta nueva Alemania, la que se sentía humillada después de la derrota de la Ira Guerra Mundial y con el ascenso al poder del nazismo, provocaron un sentimiento de revancha que finalmente desencadenó en la IIa Guerra Mundial, cuyo final estuvo marcado por el fin de una era y el comienzo de la denominada “era nuclear”.
Al término de la IIa Guerra Mundial, el mundo multipolar que conocíamos cambió a un mundo bipolar, en donde las Estrategias políticas y económicas de las dos grandes potencias vencedoras, Estados Unidos y la Unión Soviética, Capitalismo y el Marxismo, quieren imponer su modelo en el orden mundial, bajo la esfera de un poderío militar marcado por la amenaza de una guerra nuclear, en donde el potencial bélico basado en la cantidad de soldados ya no cuenta, llevando a un equilibrio en el cual cada uno aceptó la esfera de influencia de uno y del otro, ya no buscando ganar sino que el “no perder” y mantener la hegemonía de sus bloques.
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