Antecedentes de la Administración Pública Los “Espejos de Príncipes”
Enviado por Yuki Onna • 3 de Septiembre de 2018 • Ensayo • 3.253 Palabras (14 Páginas) • 894 Visitas
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1.1. Los “Espejos de Príncipes” 1.2. El movimiento cameralista y las ciencias camerales. 1.3. La Ciencia Política. |
Sánchez Montes María de Jesús Número de cuenta: 418082946 Grupo: 1101 |
Facultad de Estudios Superiores Acatlán
Índice
Contenido
Introducción 3
Los “Espejos de Príncipes” 4
El movimiento cameralista y las ciencias camerales. 7
La Ciencia Política 9
Conclusión 12
Bibliografía 13
Introducción
Desde las civilizaciones antiguas las sociedades humanas han debido suministrar los recursos con los que cuentan. La administración Pública ha sido necesaria siempre, si bien con el tiempo, la evolución y el avance de las civilizaciones esta se ha hecho cada vez más compleja y a su vez importante para la sociedad, en esta unidad analizamos el desarrollo histórico y los antecedentes más remotos a la administración pública.
Durante la edad media surgieron movimientos que se han vuelto base fundamental para el estudio de la administración pública, analizamos en primera instancia los espejos de príncipes musulmanes género literario que sirvió como instructivo para la correcta organización en segundo término el movimiento cameralista y las ciencias camerales como antecedente más próximo de la Administración Pública actual y en un tercer lugar La Ciencia Política como estudio de las relaciones de poder.
Los “Espejos de Príncipes”
El espejo de príncipes es un género literario y pedagógico que se define como un manual de instrucciones, enseñanzas históricas, ficciones narrativas con función moralizadora o doctrinal y consejos para el comportamiento público apropiado de reyes, príncipes o nobles, iba destinado específicamente a un sujeto particular de un determinado estado y condición.
El término también se utiliza para cubrir historias u obras literarias destinadas a crear imágenes de reyes para imitación o evitación. A menudo estaban compuestos por la llegada de un nuevo rey, cuando un gobernante joven e inexperto estaba a punto de llegar al poder. En el siglo XXI podrían ser vistos como una combinación de temas de autoayuda y técnicas de comunicación política.
Los árabes son un caso único en la ciencia de la administración al crear una corriente de 10 siglos, produciendo los Espejos de Príncipes, notables obras político-administrativas para soberanos, altos funcionarios y secretarios de la Cancillería, produjeron los memoriales administrativos que permiten conocer la situación administrativa y política del imperio. El fundador del adab -un género literario que se extendió a todo el campo de las ciencias laicas, creando una gran enciclopedia- es Ibn Muqafa, quien escribe el Espejo de Príncipes llamado Adab mayor. Los espejos o tratados de educación de principios, son obras de carácter político-moral que recogen un conjunto de directrices Morales y de gobierno básicas. (Sánchez G, 2001, p.60)
Estas guías partían de la base de que sólo la conciencia del rey adecuadamente encauzada podía asegurar la buena marcha del reino, partiendo de dos hechos. Por un lado, la idea de que sólo el rey que sabía gobernarse a sí mismo podría gobernar adecuadamente a su pueblo.[1]
¿Cómo debería ser el rey cuya imagen reflejaba el espejo? : Virtuoso, valiente, humilde, paciente; debería evitar la soberbia, cobardía, codicia, avaricia, envidia y mentira. Su actuación debería estar siempre guiada por el temor a Dios.
Esa imagen, debería ser asimismo la de un rey sabio, para ello los Espejos se ocupan de la formación intelectual, recomendando el aprendizaje de gramática, lógica, retórica, latín, filosofía y teología, buscando formar un rey erudito, ya que “rey sin letras e sin sabiduría es tal como el asno coronado”, La sabiduría serviría de guía en la administración de la justicia y la política general del reino.
Un príncipe debe mostrar que hace por liberalidad aquello a que la necesidad le obliga; éste puede ser un contundente parámetro respecto a la filosofía y pensamiento políticos de Maquiavelo[2]
La conocida como literatura especular está compuesta por un conjunto de obras con una relativa homogeneidad desde el punto de vista de su finalidad y objetivos, no así desde la perspectiva de su contenido y características formales[3]
La justicia es el atributo por excelencia de la realeza, “Rey es justicia” señala El Libro de los Cien Capítulos, es el único instrumento capaz de corregir esa inclinación natural del ser humano al mal, lo que la hace necesario para la paz, sosiego y tranquilidad del reino.
Por otro lado la imagen del rey ha de ser necesariamente religiosa, el rey es el representante de Dios en la tierra, que es rey por la gracia de Dios, ahí está la legitimación de su poder. El rey cristiano cumple con sus deberes religiosos y defiende a la Iglesia, no solo la religión, sino también la fe y los clérigos, a quienes proporciona rentas y construye iglesias. Dentro de sus deberes cristianos ha de proteger a los que más lo necesitan e incorporar, mediante la conquista, nuevos territorios a la fe de Dios.
El rey era señor de su reino, para desempeñar el poder real era condición básica ejercer señorío y ser reconocido como señor. Los Espejos recogen ese vínculo rey-reino por medio de alegorías: el rey es la cabeza, el alma, el corazón del reino; los súbditos son el cuerpo, y dentro del mismo las manos son los nobles, los sentidos los alguaciles, y los escribanos la lengua. De esta forma se integraba a los súbditos en el cuerpo del reino, dejando de tener autonomía propia ya que lo que primaba era el interés colectivo.
El modelo que nos presentan los Espejos es el de un futuro rey como señor natural y eje central del reino por su alta moralidad, que vela por el bienestar de sus súbditos, respeta las leyes y garantiza el cumplimiento de la justicia.
Maquiavelo, subraya la autonomía de la política con relación a la moral, y así lo señalará en su obra El Príncipe. Según Maquiavelo para alcanzar la gloria, el honor y la fama, el príncipe no ha de poseer necesariamente todas las virtudes, bastará con que aparente tenerlas, y valerse de ellas según la necesidad.
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