Bien Comun

Introducción:

En el siguiente trabajo daré alusión al “bien común”, uno de los principios tomistas, el cual se define como: “Integración de los miembros de la comunidad, en pos de la vida buena y feliz de todos y cada uno de ellos; poniendo al servicio de los demás las cualidades personales y profesionales” (según Santo Tomás), en palabras de Santo Tomás: “No importa quién lo dice, sino qué dice de bueno”. Lo cual implica superar todo tipo de prejuicios y para lograr este gran principio se necesita tener una visión amplia, para así poder comprender e incorporar nuevos puntos de vistas que quizás nunca hemos considerado antes en pensar en ellos, llegando al punto de no repetir lo que dijo Santo Tomás, sino en reproducir su actitud abierta e integradora.

Yo opte por tomar este tema “bien común” debido a que me gusta el trabajo comunitario y pienso que en nuestra sociedad actual se predica pero muy pocas veces se practica, muchas personas hablan sobre que hacer el bien en nuestra sociedad es muy importante para el desarrollo, tanto personalmente como dentro del crecimiento mundial, pero las acciones son muy distintas cuando se llevan a cabo. Cada día uno se debe proponer una meta para poder incorporar el pensamiento tomista en nuestro diario vivir y así poner en práctica el bien común, aunque sea en un grupo pequeño, cambiaria mucho dentro de nuestro mundo.

Conclusión:

Por tanto, para poder practicar el bien común vemos que no se necesita ser una persona de alguna institución especifica, solo se requiere tener las ganas y ese espíritu comunitario que nos lleva a ayudar a otros pensando no en el tiempo que se gastará si no en lo gratificante que se convierte dejar los prejuicios de lado para poder ayudar a personas que lo necesitan y compartir un día con aquellos individuos que viven en la calle, su vida y sus historias nos ayudan a salir adelante de quizás pequeños problemas que tenemos creyendo que son lo más grande que a una persona le puede pasar, siendo que muchas personas están sufriendo con problemas muchísimos más grandes. Practicar este valioso principio que nos entrega Santo Tomás solo depende de nosotros.

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