Bonanza petrolera

Una nación constituida por un número considerable de inmigrantes, quienes descubrieron el paraíso en ella por las múltiples oportunidades que ofrecía;  un país próspero, con proyectos, metas y sueños; un pueblo que trascendió gracias a las riquezas de sus suelos y su brillante riqueza humana; una nación, cuyo plan económico era “la gran Venezuela”, mi país, que en definitiva, a lo largo de la historia fue creciendo, evolucionando y fortaleciéndose. Esto lo ubico, principalmente, en el siglo XX, donde la bonanza petrolera de la década de los 70 y 80 superó todas las expectativas económicas con un gran auge y, se nacionalizó una de las industrias más grandes del hemisferio, la cual se encarga de dirigir la producción del petróleo, la explotación, producción, refinación, mercadeo y transporte, generando cada día más ingresos para el país caribeño, un periodo en el cual se esperaban grandes logros en nuestra Venezuela.

Desde el descubrimiento del primer yacimiento de oro negro en nuestro país, específicamente, en la Hacienda “La Alquitrana”, vive de la importación total y creciente, con un pico de producción de 3,7 millones de bd registrados en 1970. Incluso, vale la pena señalar que, entre los años 1972 y 1974, los ingresos del gobierno venezolano se habían cuadruplicado, logrando de esta manera grandes expectativas para el futuro, en el que se estimaba que gracias a todas las ganancias obtenidas, Venezuela, se convertiría en uno de los países más prósperos de Sudamérica. Además, el ex presidente Carlos Andrés Pérez prometió que el país caribeño se iba a desarrollar significativamente en pocos años, ya que, planeaba usar los beneficios del petróleo para aumentar el empleo, combatir la pobreza, aumentar los ingresos y diversificar la economía.  Sin embargo, por desgracia, se cuenta que en los inicios de la década de los 80 los miembros de la OPEP habían estado violando las cuotas de producción y los precios del petróleo cayeron drásticamente de nuevo.

Actualmente, y en la última década han sido muchas las alteraciones que desde entonces ha sufrido nuestro país, donde tomó un giro trascendental y pasó de ser una nación cuya bonanza petrolera la convirtió en una potencia económica, a estar en riesgo de quiebra y colapso, principalmente, en el sector petrolero, cuyos pozos que, hace muchos años explotaron las mayores reservas de crudo del mundo ahora se encuentran abandonados y deteriorados. ¿Cómo pudo cambiar todo tan rápido? ¿Por qué un país con tantas riquezas naturales, minerales y humanas, se transforma hoy en día, según la encuesta nacional de condiciones de vida, en uno de los países más pobres de Sudamérica? Muchas preguntas, pocas respuestas, pero todas las adversidades, lamentablemente, se fueron intensificando paulatinamente.

Desde 2018 la industria petrolera venezolana inició una caída con una producción de 1.34 millón de barriles por día en promedio anual de la cual no se ha recuperado, sino todo lo contrario, ha ido empeorando. Pues, ​la situación del país que engloba los problemas económicos, eléctricos, falta de producción, problemas sociales, mal manejo, sanciones, produjeron que la producción petrolera declive en forma persistente en los últimos años. Y es que, a pesar de la riqueza de su subsuelo, la industria petrolera venezolana sufre muchos males, pues, se registró que la misma en mayo del 2020 cayó a 570.000 barriles diarios, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), un retroceso que la ubica en niveles de hace más de siete décadas y ensombrece aún más el panorama de una economía devastada.  Involucionado a sus niveles más bajos, incluso, desde 1943.

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