CHILE Y EL ACOSO CALLEJERO

“Iba caminando, a plena luz del día, a la casa de un compañero de curso para hacer un trabajo del colegio. Estaba usando un jumper y un auto me siguió varias cuadras. El conductor, durante un par de minutos, me dijo todas las cosas que le haría a mi cuerpo. Irreproducibles. Pensé que me iba a violar.”

Mucho se ha hablado acerca del acoso callejero, de la polémica que rodea al tema y cómo se trata de combatirlo, muchos han escuchado hablar de esto pero realmente no entienden bien de qué se trata, qué se quiere lograr por medio de la Ley de Respeto Callejero, qué piensa la sociedad acerca de esto y qué se debiese hacer para frenar estas situaciones.

Primero, para entender qué es todo esto, hay que saber qué significan estas palabras. Según la OCAC (Observatorio Contra el Acoso Callejero), organización la cual busca conseguir penas de ley para quienes inflijan estas faltas y que se consiga la aprobación de la Ley de Respeto Callejero, los denominados “abusos” son todas aquellas acciones de connotación sexual realizadas por un desconocido a una persona; son unidireccionales, es decir, que no son consentidas por la persona afectada y éstas son ejercidas tanto como en espacios públicos (ya sea en medios de transporte público, en la calle) como en espacios semi-públicos (mall,universidades). Los ASC (acoso sexual callejero) consideran todo acto que cause malestar e incomodidad en la persona a la cual se le inflige el abuso, esto también incluye un impacto psicológico y negativo.

Las prácticas consideradas como ASC pueden ser: piropos, miradas lascivas, tocaciones (los famosos manoseos, agarrones, punteos), comentarios sexuales referentes (directa o indirectamente) al cuerpo, gestos obscenos, silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros tipos de ruido, fotografías y grabaciones al cuerpo; y en casos más graves: masturbación, exhibicionismo, arrinconamiento, persecuciones (ya sea a pie o en un vehículo) y acercamientos intimidantes.

Los efectos del acoso se ven reflejados en las acciones cotidianas de la víctima, la cual sufre alteraciones, tales como:

-Cambiar sus recorridos habituales por miedo de volver a encontrarse con el o los agresores.

-Modificar sus horarios de su tránsito en público.

-Preferir caminar con compañía.

-Modificar su forma de vestir para evitar y desincentivar cualquier tipo de acoso mencionado anteriormente.

Dejando un poco de lado las definiciones y lo que es más técnico acerca del tema, de ahora en adelante iré profundizando en lo que se piensa socialmente acerca de este tema. Usualmente se suele pensar que el acoso sexual callejero es culpa de la víctima, ya sea por su forma de vestir, forma de actuar o porque “voluntariamente” se expone a situaciones como aquella. Quiero aclarar, que a pesar de que el porcentaje de los ASC se concentre en un mayor nivel en el género femenino, esto no quiere decir que los hombres no sean víctimas también, por lo que no se deben dejar de lado sólo porque sean una minoría y obviamente, los casos de ASC de mujeres afectadas son igual de relevantes que los de hombres afectados por estos abusos. Incluso, los ASC no tienen una restricción de edad, puede afectar tanto a jóvenes, incluso niñas y niños pequeños hasta adultos, ya sea en un lugar público o semi-público. No porque la víctima sea mayor de edad le da el derecho al agresor de decirle o hacerle lo que se le dé la gana y pensar que no tiene sanción alguna, ya que si fuera un menor de edad sería distinto porque sería considerado como abuso a menores. Basándose en estas dos causas, la Ley de Respeto Callejero busca proteger y ayudar a las personas que sufran acoso en la calle, haciéndolas sentir que tienen una forma para defenderse, por medio de una denuncia a carabineros o la PDI, para que haya una sanción penal en contra del agresor (porque hoy en día el acoso callejero no es considerado como un delito); y también busca una igualdad de género, para terminar con la violencia de género y acabar con estas desigualdades que existen entre hombres y mujeres; la idea es que ambos sexos tengan el derecho de expresar, ya sea, su descontento, incomodidad e incluso temor frente a estas situaciones.

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