CIUDAD Y SOCIEDAD

¿HASTA DONDE NUESTRA CIUDAD, SE VERA AFECTADA O BENEFICIADA POR LA TRANSFORMACIÓN CONSTANTE DE NUESTRA SOCIEDAD?

En la ciudad existen dos falacias (fraudes) opuestas pero complementarias: Primero los optimistas peligrosos, que identifican la ciudad con civilización y progreso; y segundo los pesimistas vengativos que se enfocan en lo negativo ciudad = deshumanización = alienación.

Si juntamos la historia de estos artefactos, una consecuencia simple puede ser el de participar en la construcción de herramientas para las luchas que ocurren en la actualidad alrededor de la consigna (trabajo en equipo) “por una escala humana”; lo cual es sin duda un pleito ético político para lograr la reconstrucción del equilibrio entre los sujetos y las objetivaciones que nos hemos manifestado, movimiento que significa a la vez el logro de armisticio (suspensión de agresiones) personal y grupal no solo con el medio ambiente.

Tener un pensamiento que separa el mundo entre alma y cuerpo, forma y contenido, ha sido una de las causas que dificultan más situar con claridad lo urbano. La ciudad seria la forma; la sociedad el contenido. Esta dualidad (dos cosas de la misma clase) ha hecho posible dos tipos de acciones y discursos sobre la ciudad: formalistas y reformadores sociales.

Los “formalistas” privilegian la descripción del mecanismo de la ciudad bien sea físico-económico, arquitectónico o político-cultural. En este campo se hallan los discursos planificadores urbanos y economistas. Lo que los acerca es un sueño, el de llegar a crear la más perfecta de las ciudades posibles, donde la disposición material resuelva y armonice los conflictos. Su utopía (ilusión) es el funcionamiento perfecto.

Los “reformadores sociales” también llamados conservadores o revolucionarios, se enfocan más en la tensión que existe entre grupos o clases sociales, identificando por completo el crecimiento del sistema capitalista moderno con los efectos del proceso de urbanización, y coinciden por fin en un pensamiento romántico anti urbano, una especie de ideología negativa de la ciudad. Como si el poder lo pudiesen capturar o soltar las personas. Su utopía es la voluntad universal. (Que todos pongan de su parte).

Ahora bien, es cierto que la ciudad de la revolución industrial ha sido una condición necesaria del proceso de acumulación capitalista de trabajo y riqueza, lo ha sido justo por haber ampliado la eficacia y las contradicciones de un esquema funcional inventado hace ya bastante tiempo, durante la otra gran revolución técnico-social de la historia, la revolución neolítica (primera transformación radical de vida de la humanidad).

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