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COSMOVISION DE LA ECOLOGIA Y CALIDAD DE VIDA


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  3.868 Palabras (16 Páginas)  •  339 Visitas

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COSMOVISION DE LA ECOLOGIA

Y CALIDAD DE VIDA

EMILIA CURRAS PUENTE

Coge tu antorcha y anda, anda...

La humanidad, ahora y luego,

necesita tu andadura. E.C.

Hoy en día no podemos quedarnos en callejones estrechos, quizá sin salida. Hoy es preciso circular por amplias avenidas donde confluyan otras vías y se nos ofrezca un panorama de posibilidades de caminos diferentes, tal vez algunos divergentes, otros confluyentes, que nos conduzcan, sin embargo, a las mismas metas, cifradas en el logro de la tan ansiada y huidiza felicidad soñada. Si la felicidad es ansiada, huidiza y soñada, es decir, casi inalcanzable con nuestros medios puramente humanos, al menos sí podemos y debemos pretender procurarnos unas formas de vida más acordes con nuestros deseos y con nuestros esquemas morales y éticos actuales, proyectables hacia el avenir, de manera que nuestros esfuerzos sean útiles, asimismo, a las generaciones venideras; si es que las condiciones de vida futuras permiten ese aprovechamiento. Félix Vidondo (36) nos dice que el hombre cuando desaparece de la superficie terrestre deja una estela, para bien o para mal, que deberá servir de sendero a las generaciones posteriores.

De hecho debemos tener esperanza, en el sentido que la define Laín Entralgo (24) en el “sílogo” al libro de Federico Mayor “Mañana siempre es tarde”. Esperanza en nuestras propias acciones, con esfuerzo, inteligencia e imaginación para ponerlas en práctica y alcanzar aquello que nos proponemos.

Eso supone que se deben enfocar las cuestiones de nuestro tiempo de una forma global, universal, aunque luego se apliquen soluciones locales, como enuncia uno de los lemas del Club de Roma. Las soluciones globales suelen ser de difícil aplicación, ya que cada situación, concretizada en la realidad de nuestro Planeta Tierra, de cada parte de éste y cada pueblo diferente que lo habita, se muestra plural y variada. Las cuestiones son globales, como por ejemplo la nutrición, la sanidad, el empleo...; pero las soluciones... Las soluciones deben ajustarse a cada caso, cada país, cada pueblo.

Con esta visión global de los temas o asuntos que la Humanidad hoy debe resolver nos vamos a atrever a proponer una cosmovisión de la ecología centrada en el ser humano, que al fin es quien nos interesa por encima de los otros seres creados. Elucubraremos también sobre la proyección del hombre hacia sí mismo y la responsabilidad que tiene para poder llegar a alcanzar una calidad de vida, en los distintos pueblos, más acorde con sus deseos por medio de la evolución y puesta en práctica de la inteligencia; inteligencia que lleva implícita el desarrollo de actividades tales como la tecnología y la ingeniería.

NUESTRO SISTEMA ECOLOGICO

En el enunciado de este epígrafe se personaliza en plural la propiedad del sistema ecológico, porque si bien cada uno de nosotros, como individuos, podemos apropiarnos empírica o realmente de alguna porción de él, nunca es nada enteramente de cada uno. Únicamente somos copropietarios, cohabitantes, vecinos de una comunidad por la que debemos preocuparnos en conjunto y armoniosamente (i !) con intereses comunes. El ecosistema ecológico es nuestro, de cada uno y de todos a la vez. Se ha dicho en otras ocasiones, aunque no parece superfluo repetirlo. Todavía hay quien cree que no es de nadie y arremete contra su propio entorno...

No sólo se debe considerar nuestro al sistema ecológico bajo el prisma de la pura propiedad, sino que debemos pensar en él como parte de nosotros mismos. Mejor dicho, como el todo en el que nosotros, los seres humanos, constituimos una diminuta, minúscula parte. ¿Parte o partícula? La «parte» está contenida en el todo como ente individual. La «partícula» está contenida como ente dependiente, consustancial con el todo. Seremos, pues, parte y partícula a la vez. Quizá esta sea una característica propia, unívoca y diferencial del ser humano frente a los otros vivientes.

Sea como fuere, el ser humano se halla inmerso en su sistema ecológico, donde viene a ocupar una posición central, que no centrada, y donde confluyen el macrocosmos y el microcosmos. Ambos son transformados, con la intervención de la inteligencia humana, en el mesocosmos, obra exclusiva del hombre como individuo y como ente de un subsistema social. Todo ello formando sustancia y participación del omnicosmos, todo poderoso, que gobierna y rige el Universo sin que nosotros apenas podamos conocer o intuir su existencia, con tanto presumir de inteligentes, imaginativos, creadores... no hemos logrado –quizá debamos decir, todavía- comprender, y mucho menos dominar, este Universo al que pertenecemos, ni su origen, ni el fenómeno de la vida, ni... tantas otras cuestiones que puedan quedar por resolver.

Sin embargo, no creo que debamos ser pesimistas. Para los pocos cientos de miles de años de que tenemos conciencia de la existencia de seres capaces de establecer relaciones por medio de la simbología y el lenguaje, me parece que hemos llegado bastante lejos en el conocimiento del Universo.

Lo que nos hace falta es saber utilizar nuestros conocimientos con cordura y como dice J. M. Rodríguez Delgado (31) en su discurso de ingreso en la Real Academia de Doctores, con buena voluntad (i !).

Decíamos que el ser humano forma sustancia con el Universo al que pertenece y del que participa. Parece mundialmente aceptado que el Universo se ha ido formando desde una partícula simple. José María Portero (29) habla de las uronas y Alvaro López Ruiz (23) de los prebiontes. I. Prigogine cita las “estructuras disipativas” como fluctuaciones capaces de autorganizarse sinergéticamente. En definitiva... un quantum minúsculo de energía, que por sucesivas asociaciones, en concordancia con cambios continuos de condiciones ambientales, tales como la temperatura, al fin otra forma de energía, ha ido adquiriendo diferentes configuraciones, cada vez más complejas, a lo largo de incalculables millones de siglos hasta llegar al estado actual, que no es en ningún caso estable, sino cambiante, ya que el proceso evolutivo continúa. Es asimismo admitido que la materia no supone más que un estado de la energía con un grado .determinado de concentración. Por tanto, ¿qué es el hombre? ... Nada más que un estado concreto de energía concentrada en un determinado estadio o bien un conjunto de subclases de energías en interacción que deben tender al equilibrio para mantener su metaestabilidad y su actividad.

Vistas así las cosas, la vida -el proceso vital- es consecuencia de un fenómeno que se produce en un momento- con dimensión cósmica- determinado bajo unas condiciones concretas en el

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