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Cargando Al Venado


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  952 Palabras (4 Páginas)  •  301 Visitas

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Estaba un hombre a la orilla del camino, sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso

huanacaxtle. Se le miraba triste, meditabundo, cabizbajo; casi, casi a punto de soltar el llanto.

Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien acongojado al verlo en tales fachas,

le preguntó el motivo, causa o razón que ocasionaba que él se encontrara en situación tan deprimente.

- Compadre -contestó el interpelado, -¡tu pinche comadre! ¡Tu comadre! Esta noche la mato o la

desaparezco; pero de que se muere, se muere.. - No la amuele compadre, mejor platíqueme por qué

la quiere matar. A lo mejor puedo ayudarle a encontrar una mejor solución.

El compadre, después de limpiarse sus ojos todos llorosos y su nariz moquienta, empezó con su relato.

- Mire compadre, sabe que somos muy pobres y en su humilde casa, la única forma de acompañar los

frijoles es con un pedazo de carne que tengo que conseguir yendo de cacería al monte.

- Me tengo que ir con mi vieja escopeta, pasar varios días de sufrimiento y penalidades,

salvándome de milagro de los peligros del monte, esquivando víboras, al tigre y la onza,

- Soportar la terrible comezón que me producen las güinas, garrapatas y piquetes de moscos; y por si

esto fuera poco, - Aguantar cómo me cala hasta los huesos el frío y la soledad de las noches.

- Luego, por fin, si la suerte me socorre y logro cazar un venado, todavía tengo que cargarlo hasta el

rancho y subir la cuesta de la loma donde está mi casa. - Todavía no alcanzo resuello, cuando aparece

mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre vecinos

y familiares. - Que una pierna pa’ doña Juana - Que otra pa’ doña Cleo, - Que este lomito pa’ mi mamá,

que esto pa’llá, - Que esto pa’cá y a los dos o tres días allí va tu tonto otra vez de cacería.

¡Pero ya me cansé y esta noche, mínimo las desmechoneo!

El compadre de aquél iracundo desdichado, después de meditar un momento, le dio la solución:

- Invite a su mujer a cargar el venado.

- ¿¡Qué!?

- Sí, sí. Mire, no más no le diga las maltratizas que se pone para cargar el venado. Mejor píntesela bonito.

No le hable de las espinas ni los peligros, ni del frío ni el calor. Dígale que la invita para que disfrute

de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que lo cobijan en la noche, de los manantiales

cristalinos que reflejarían románticamente sus imágenes, de sus exquisitas aguas, del aire fresco del monte,

lleno de oxígeno, de la graciosa manera en que camina el venado, como si fuera un bailarín de ballet, del

dulce canto de los grillos y los pajarillos silvestres, en fin..El compadre siguió el consejo. Por supuesto la

convenció.La

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