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Cepillo De Diente


Enviado por   •  3 de Junio de 2014  •  5.222 Palabras (21 Páginas)  •  328 Visitas

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ALGUNAS CONSIDERACIONES

Resulta difícil el poder explicar la necesidad que me embarga el realizar esta investigación que tiene un dejo, en cierto sentido medir en una parte mis propias capacidades en asumir los desafíos, aunque por momentos suelen convertirse en inalcanzables, por otro lado la curiosidad de hasta dónde me puede llevar dicho trabajo.

Se hace imprescindible y casi explicativo el poder señalar que no soy especialista en el área de lenguaje y literatura, mucho menos un artista visual, simplemente un osado lector, y profesor que en su aula ha querido hacer un actor, por momentos autodidacta, y convencido del arte y sus implicancias en la educación.

En esta ocasión, fundiremos todos nuestros esfuerzos en tratar de dar una humilde pincelada a una obra de un gran dramaturgo nacional “El Cepillo de dientes” o también conocida como “Naufrago en el parque de atracciones” del dramaturgo nacional Jorge Díaz , todo de una mirada crítica y analizada bajo los preceptos de Román Ingarden.

Cabe señalar que por cuestiones metodológicas y temporales (tiempo) solamente se tomará un fragmento reducido de la obra, quizás el más simbólico (le da el nombre).

Para una mejor contextualización de este informe el trabajo se dividirá propiamente tal en dos partes, la primera de ellas consistirá clasificar la obra (tipo, contexto, explicaciones terminológicas propiamente teatrales , biografía del autor, etc.) y la segunda a la aplicación propiamente tal de los estratos de Ingarden.

Sin más que acotar, uno, dos, tres acción…

Primera parte:

Acerca del Autor

Un hecho de más o menos juventud puede marcar toda una vida hasta la muerte. Eso es lo que le ha pasado a Jorge Díaz, dramaturgo chileno aunque trotamundos

—nació en Argentina, hijo de inmigrantes españoles, vivió a la vera del Pacífico desde los tres hasta cerca de los 35 años, luego estuvo tres decenios en España y regresó a Chile—

que falleció el 12 de marzo a los 77 años en Santiago debido a un cáncer de esófago que padecía, con la etiqueta de autor del absurdo. El sambenito le venía desde 1959, cuando fue actor en La cantante calva.

A Díaz la adscripción no le gustaba. No le satisfacía porque era consciente de que las vanguardias

—las auténticas, cuando se bautizó con esta palabra militar, algo que también le disgustaba, a los artistas que iban a poner patas arriba el mundo de la creación—

eran una cosa del periodo entre los años 20 y 30 del siglo pasado, casi cuando él nació. Y tampoco, porque siempre defendió que lo que hacían tanto él como la compañía donde desarrolló gran parte de su carrera, el chileno grupo Ictus, era realmente experimentación.

Una experimentación a la que él se apuntó a finales de los años 50. Era un joven arquitecto al que le gustaba el teatro. Con sus compañeros de entonces, formó parte del reparto de la obra de Eugène Ionesco que estrenaron en Chile. A partir de ese momento, Díaz conoció un mundo nuevo en el que el teatro no era sólo representar textos de un autor, sino que era un campo de juego y donde se podían hacer diabluras con un lenguaje que era un vehículo perfecto para mostrar la lógica del absurdo

—también fue militante de esta idea; toda su vida defendería que el teatro del absurdo podría ser muchas cosas menos absurdo—

y la incomunicación de la sociedad. Y de ahí pasó, como mucha gente en la época, a la escritura.

Como hijo de los años 60, Díaz combinó un teatro heredero del de Ionesco y Beckett con el llamado político o social que contaba con humor, además de otro que profundiza las relaciones entre las personas. Muchas de las obras las escribió en España, donde vivió cerca de 30 años, tras abandonar Chile en 1964. En nuestro país obtuvo reconocimiento profesional y consiguió diversos premios y galardones. A su haber se encuentran mas de cien obras teatrales, entre sus principales obras figuran 'El locutorio', 'Liturgia para cornudos'

—que luego desarrolló y convirtió en Ceremonia ortopédica—

, 'El cepillo de dientes' y 'El velero en la botella'.

Su obra y estilo se ha caracterizado mucho por el tema de la incomunicación dentro de la familia, por la notable incoherencia de los textos que presentan las obras y también por “Lo Absurdo”, nombre con el que ha sido calificada su obra teatral por el crítico Martin Esslin en 1962, principalmente, por lo anteriormente dicho, la “No-relación” entre guiones y casi desprecio entre los personajes. También se caracteriza por sus humildes recursos escenográficos, pues se preocupa más de lo profundo y del mensaje que pueda entregar, que de lo externo.

Los últimos actos relacionados con Díaz en España tuvieron lugar no hace mucho en Madrid. El año 2007 la Casa de América le dedicó un homenaje, mientras que Radio Nacional de España emitió dos de sus obras. La primera fue 'El Winnipeg', una pieza sobre el barco fletado por Pablo Neruda que trasladó a miles de refugiados españoles de Francia a Chile tras la Guerra Civil, y por la que la cadena pública obtuvo un Premio Ondas, y El guante de hierro.

Además, durante su etapa española formó parte de la compañía de teatro infantil Trabalenguas, antes de regresar a Chile para recibir el Premio Nacional de Bellas Artes, Comunicación y Audiovisuales de 1993 y otros reconocimientos a quien es considerado uno de los principales dramaturgos del país americano del siglo pasado, y el padre de la renovación teatral. Allí ha muerto como consecuencia de un cáncer de esófago, que no de un ictus como el que cambió el teatro chileno. Y que le sirvió para colgarle la etiqueta de dramaturgo del absurdo que llevó colgada toda su vida, encima a su pesar.

¿Qué tan absurdo es?

Jorge Díaz ha sido considerado

por “Lo Absurdo”, nombre con el que ha sido calificada su obra teatral, principalmente, por la “No-relación” entre guiones y casi desprecio entre los personajes. También se caracteriza por sus humildes recursos escenográficos, pues se preocupa más de lo profundo y del mensaje que pueda entregar, que de lo externo.

Pero ¿Que es realmente el Teatro de lo absurdo? ¿Cuáles son sus características?

El mismo Díaz lo plantea “Absurdo: Contrario a la lógica y a la Razón, descabellado incomprensible, inexplicable. Aberración, barbaridad, desatino”, “es contradictorio hablar de Teatro del absurdo, porque denotaría algo ininteligible y sin sentido, pero en realidad, se trata de un juego semántico, porque de hecho la propagación y la popularidad de este método comprueba su comunicabilidad , sea cual sea la filosofía que lo impregne. Ni Ionesco, ni Beckett,

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