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El Cepillo De Dientes


Enviado por   •  13 de Octubre de 2013  •  1.862 Palabras (8 Páginas)  •  638 Visitas

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Análisis de «El cepillo de dientes» por Eduardo Guerrero Del Rio en 1988

En un artículo titulado «A manera de algo que no sé lo que es», Jorge Díaz explica la génesis de esta obra:

«Un domingo (como todos los domingos) siniestro. Muerto de aburrimiento leía distraídamente un periódico (como todos los periódicos) idiotizante. Un aviso del consultorio sentimen¬tal llamó mi atención. Una mujer que firmaba “Esperanzada” decía “buscar un alma gemela”. Al pie de la misma página se leía una información que traía el cable de la agencia noticiosa: “Un marido enfurecido había matado a su mujer al descubrir, después de ocho años de matrimonio, que ésta tenía el pie plano y se lo había ocultado”. Diez horas después de leer eso terminaba una obra en un acto que decidí titular «El cepillo de dientes». Me tomé tres cervezas y me fui a dormir. Cinco años después, en el café Lion, de Madrid, escribí el segundo acto».

En estas breves líneas, el dramaturgo nos entrega elementos importantes a tener en cuenta en la aproximación inicial a la obra. Con esto, nos estamos refiriendo, por ejemplo, a la noticia en sí (inserta en la problemática de la incomunicación), bastante «absurda» (lo absurdo como desprovisto de sentido), que sirve de contrapunto para que el dramaturgo cree diálogos no menos «absurdos» entre los personajes (Él y Ella) que, a su vez, conllevan –en un plano más profundo— una crítica social-institucional, evidenciando realidades contemporáneas y, en consecuencia, una mordaz e incisiva crítica a esas realidades. De esta manera, una situación inicial «objetiva» (la noticia periodística) genera otras situaciones (subjetivadas en el proceso de la escritura, pero objetivadas en el producto final), en un juego circular que pareciera no tener salida. O, tal vez, una salida mediatizada por las condicionantes del propio juego (las normas y los límites del mismo). Veamos, en todo caso, cómo este proceso se va estructurando a lo largo del texto.

El argumento o fábula de la obra es de una extrema sencillez: un matrimonio burgués (Él y Ella) se apronta a enfrentar el día y programar sistemáticamente sus actividades. Poco a poco, se van violentando, se van despojando de sus caretas, van creando sus propios espacios individuales, proceso que llega al punto máximo de tensión cuando Él se da cuenta que su cepillo de dientes ha desaparecido («Es el colmo que mi único objeto personal, el refugio de mi individualidad, también haya desaparecido»). Él termina por estrangular a su mujer, dando término así al primer acto de la obra y, a su vez, comienzo a una nueva relación afectiva-amorosa (con todas las implicancias sociales de por medio), ahora entre Él y Antona, «la mujer que hacía el aseo en el departamento», en el segundo acto. En definitiva, Antonaes el papel que le toca representar a Ella para que, esta relación de pareja, no sea tan monótona ni aburrida. Finalmente, queda la esperanza de que estos «náufragos en el parque de atracciones» (subtítulo de la obra) puedan proyectarse más allá de sus propias limitaciones.

Jorge Díaz hace una crítica a todo el absurdo de una vida conyugal, absurdo relacionado fundamentalmente con la forma de proceder. Ante eso, se debe buscar por otro camino la solución de ese sin sentido, se deben hacer cosas no habituales, innovar métodos estereotipados. Pero todo ello trae consigo el caer en otra rutina de nunca acabar. Es el eterno retorno, el sentido circular de la vida: por querer romper todo un esquema (sin tener claro para qué y por qué se destruye ese esquema) se cae en otro, que se constituye en un peligro aún mayor, al haber utilizado el individuo todas sus energías y fuerzas en la obtención del mismo.

La intensidad dramática de «El cepillo de dientes» está íntima¬mente relacionada con el fluir psíquico de los dos personajes (Él y Ella): a cada instante se hace más urgente comunicarse, decirse que se aman (« ¡Vicioso! ¿No te da vergüenza enamorarte de tu propia mujer?»), que sus valores espirituales pueden ser rescatados en un mundo altamente tecnológico, en donde se vive por y con los medios de comunicación, en una absorción que poco a poco va esclavizando al ser humano (con todo su carácter alienante). El hombre-objeto de la historia contra el hombre-sujeto. Intensidad que lleva en sí su propio y único conflicto: el del hombre que quiso romper con todo lo que le oprimía y que, finalmente, es vencido.

La rutina ahora es otra rutina y será otra y otra y todo convergerá hacia el mismo punto, pues no consiste en recorrer ese círculo estático, sino en construir uno nuevo. Pese a la violencia de estos personajes, violencia implícita en los seres humanos, no constatamos un avance en su proyección, falta una mayor resolución, una liberación de la misma. Esta comunicación interna traducida en el «ludus» (juego) se transforma en una incomunicación formal.

Llega un instante en que los límites pierden vigencia y se entra en un mundo de por sí caótico, en donde no se sabe con certeza qué va a constituir lo real y qué la ficción. Esto logrado a través de un intenso juego dramático, de un cambiocontinuo de perspectivas tanto espaciales como temporales, de un innovador y no menos entretenido juego lingüístico en donde las palabras pierden su valor contingente (lo denotativo, lo habitual) y crean símbolos lingüísticos autónomos (lo connotativo, lo metafórico, lo inhabitual, las impertinencias predicativas). Respecto a esto último, son pertinentes las siguientes palabras de Jean Cohen: «El absurdo poético no es una postura tomada de antemano. Es el camino ineluctable por el que ha de pasar el poeta si quiere hacer decir al lenguaje lo que el lenguaje nunca dice por vía natural».

El primer acto de «El cepillo de dientes» finaliza con la «muerte de Ella».

«Él se acerca a Ella. Toma de la mesa el transistor y con un rápido movimiento pasa la larga correa de la radio por el cuello de la mujer. Luego

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