Ciencia y Esperanza (Carl Sagan)

Ciencia y Esperanza (Carl Sagan)

Yo fui un niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela. No estoy seguro de que entonces supiera siquiera el significado de la palabra “ciencia”, pero de alguna manera quería sumergirme en toda su grandeza. Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar a descubrir misterios profundos.

La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Sin embargo, los temibles poderes tecnológicos están en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades y de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad. lo que es cierto, es que con el paso del tiempo nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad.

Debido a esto la caída en la estupidez de Norteamérica se hace evidente principalmente en la lenta decadencia del contenido de los medios de comunicación: la programación de nivel íntimo, las crédulas presentaciones de pseudociencia y superstición, de los cuales proveen todos, de una enorme influencia y que conforman entre todos estos una especie de celebración a la ignorancia.

De este modo es como la civilización global actual se ha preparado para depender profundamente de la tecnología, esto es posible en base en los elementos más cruciales que forman parte de nuestra vida como: el transporte, las comunicaciones y todas las  industrias; la agricultura, la medicina, la educación, el ocio, la protección del ambiente, e incluso la institución democrática clave de las elecciones; todos estos elementos han dispuesto las cosas de modo que nadie entienda a la ciencia y la tecnología; creando una garantía de desastre.

Es por este motivo que la ciencia es un intento, en gran medida, de crear un interés en la sociedad, para entender el mundo, para conseguir un control de las cosas, de alcanzar el dominio de nosotros mismos, y de dirigirnos hacia un camino seguro.

Es cierto que existen diversos misterios que la ciencia aún no entiende, y es por esto que la ciencia está lejos de ser un instrumento de conocimiento, pero a pesar de ello es el mejor instrumento que tenemos. En este sentido, como en muchos otros, es como la democracia, la ciencia por sí misma no puede apoyar determinadas acciones humanas, pero sin duda pueden iluminar las posibles consecuencias de acciones alternativas.

La manera de pensar científica es imaginativa y disciplinada al mismo tiempo. Ésta es la base de su éxito. La ciencia nos invita a aceptar los hechos, aunque no se adapten a nuestras ideas preconcebidas. Nos aconseja tener hipótesis alternativas en la cabeza y ver cuál se adapta mejor a los hechos. Esta manera de pensar también es una herramienta esencial para una democracia en una era de cambio.

Una de las razones del éxito de la ciencia es que tiene un mecanismo incorporado que corrige los errores en su propio seno. Esto cambia cuando somos autoindulgentes y acríticos, cuando confundimos las esperanzas con los hechos, así es como caemos en la pseudociencia y la superstición.

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