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Conde De Aranda


Enviado por   •  9 de Octubre de 2011  •  1.306 Palabras (6 Páginas)  •  942 Visitas

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CONDE DE ARANDA

Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, X Conde de Aranda es un de las figuras políticas más importantes que ha tenido Aragón y España. Oriundo de una de las más ilustres familias de Aragón, nació en el Castillo de Siétamo en 1719.

Su trayectoria político-militar se desarrolló bajo el reinado de cuatro reyes: Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV.

Militar por vocación y por profesión fue el capitán general más joven de Carlos III y un auténtico hombre de Estado.

Impulsó la modernización de Aragón con su participación en la construcción del Canal Imperial de Aragón y la constitución de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País.

El Conde de Aranda falleció en su casa de Épila en 1798.

La "memoria" que el conde de Aranda dirigiera secretamente al rey Carlos III de España en 1783, sigue siendo, a los ojos de los analistas de la historia -junto a las reflexiones llevadas a cabo un poco después por Alexis de Tocqueville-, un texto que sorprende por la penetrante visión anticipatoria que evidencia en cuanto al futuro de América.

Las preocupadas previsiones de Aranda en relación al destino futuro de las colonias americanas de España, y sobre el engrandecimiento desmesurado de los en ese entonces recién creados Estados Unidos, resultaron ya, menos de un siglo después, completa y definitivamente certeras. Vale recordar que esta suerte de meditación casi de filosofía política- que el conde de Aranda dirige a su rey, tuvo lugar algunos años antes de producirse la Revolución Francesa, y lejos aún de las conmociones coloniales generalizadas que condujeron a la independencia de Sudamérica

“Dictamen reservado que el Excelentísimo Señor Conde de Aranda dio al Rey Carlos III sobre la independencia de las colonias inglesas después de haber hecho el tratado de paz ajustado en París en el año 1783".

[...] Que V. M. se desprenda de todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español. Para verificar este vasto pensamiento de un modo conveniente a la España, se deben colocar tres infantes en América: el uno de Rey de México, el otro de Perú y el otro de lo restante de Tierra Firme, tomando V. M. el título de Emperador.

El proyecto suena interesante. ¿Qué tan viable hubiera sido la formación de esta mancomunidad de naciones hispanas? Lamentablemente el conde no fue escuchado y el proyecto fue ignorado.

Las consideraciones que esgrimió para este proyecto de radical cambio en la concepción de España sobre sí misma no carecían de sentido y mucho menos eran discordantes con la realidad existente en la Europa del siglo XVIII, dada la necesidad de asegurar el poderío de un imperio basado en intereses comerciales —según se denota en la retención de Cuba y Puerto Rico—, que además, en el caso español, traería mayores beneficios, siendo que en los citados reinos ya existía una sociedad organizada, culturizada y homogeneizada por la cultura española y la religión católica.

[...] Dejo aparte el dictamen de algunos políticos tanto nacionales como extranjeros, del cual no me separo, en que han dicho que el dominio español en las Américas no puede ser muy duradero, fundado en que las posesiones tan distantes de su metrópoli jamás se han conservado largo tiempo. En el de aquellas colonias ocurren aun mayores motivos, a saber: la dificultad de socorrerlas desde Europa cuando la necesidad lo exige; el gobierno temporal de virreyes y gobernadores que la mayor parte va con el mismo objeto de enriquecerse; las injusticias que algunos hacen a aquellos infelices habitantes; la distancia de la soberanía y del tribunal supremo donde han de acudir a exponer sus quejas; los años que se pasan sin obtener resolución; las vejaciones y venganzas que mientras tanto experimentan de aquellos jefes; la dificultad

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