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Corrientes Del Pensamiento Del T S


Enviado por   •  23 de Mayo de 2013  •  3.686 Palabras (15 Páginas)  •  491 Visitas

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“(…)Considero entonces que la aparición de la cuestión social en nuestro país esta indisolublemente unida al fenómeno de la inmigración masiva de fines de siglo pasado, constituyéndose el discurso positivista en la primera explicación/ interpretación de este contexto histórico, que determinará la aparición de instituciones y prácticas sociales con un sentido claramente normativo, siendo el disciplinamiento del diferente lo que articule un modelo de país con prácticas sociales marcadas fuertemente por el ideal liberal-positivista.” Rios, Claudio “ficha de cátedra Nº 2” Cátedra corrientes de pensamiento contemporáneo en trabajo social. U.P.M.P.M Bs.As

1)- Noción de Cuestión Social.

La “cuestión social” puede caracterizarse por la inquietud acerca de la capacidad para mantener la cohesión de una sociedad. Amenazan con la ruptura ciertos grupos cuya existencia hace vacilar la cohesión del conjunto. Las poblaciones que son objeto de intervenciones sociales difieren fundamentalmente según sean capaces o no de trabajar, y en función de este criterio de las trata de maneras totalmente distintas. Entendemos las manifestaciones de la cuestión social como expresiones de la puja de intereses opuestos (capital y trabajo) en el marco del sistema capitalista. Hasta aquí esta bien. El desarrollo posterior que realizas en este punto si bien es correcto no fue solicitado por la consigna.

Estas poblaciones incapacitadas para trabajar son los clientes potenciales de lo social-asistencial. Esta misma puede caracterizarse por oposición a los modos de organización colectiva que evitan este tipo de recursos. Pues hay sociedades sin lo social. Lo “social” será una configuración específica de prácticas que no se encuentran en todas las colectividades.

Una sociedad sin lo social estará totalmente regida por las regulaciones de la sociabilidad primaria. Entendiendo por esto los sistemas de reglas que vinculan directamente a los miembros de un grupo, sobre la base de su pertenencia familiar, de vecindario, de trabajo, y tejen redes de interdependencias sin la intervención de instituciones específicas. Sociedades de permanencia. Se reproduce en lo esencial con los mandatos de la tradición y de la costumbre.

Cuando se relaja el vínculo de la sociabilidad primaria, o la estructura de la sociedad se complejiza al punto de hacer imposible este tipo de respuesta global y poco diferenciada, la asistencia a los carecientes es objeto de prácticas especializadas. Así, el hospital, el orfanato, la distribución organizada de limosnas, son instituciones “sociales”. Procedes al tratamiento particular (especial y especializado) de problemas que en sociedades menos diferenciadas eran asumidos sin mediación por la comunidad.

Características de lo social-asistencial:

• Es una construcción de conjunto, de prácticas de función protectora o integrativa, y más tarde preventiva. Se puede hablar de sociabilidad secundaria, puesto que se trata de sistemas relacionales independientes de los grupos, familiares, de vecindario, de trabajo.

• Estas prácticas presentan siempre aunque sea un bosquejo de especialización, núcleos de una profesionalización futura.

• Se bosqueja también una tecnificación mínima. El funcionario esta obligado a diferenciar entre los que se va a intervenir y entre los que no.

• De entrada se plante la cuestión de localización de estas prácticas, y de inmediato introduce una escisión entre las prácticas institucionales y las extrainstitucionales.

• Se ven dos criterios para rechazar o aceptar a los necesitados: el de la pertenencia comunitaria y el de la ineptitud para el trabajo.

2) ¿Cómo interpretan los intelectuales de la época la cuestión social en argentina?

La expresión “cuestión social” es esencialmente moderna, es decir, contemporánea a la expansión de las relaciones salariales. La cuestión social surge de la gradual desaparición de los mecanismos de integración de las sociedades precapitalistas, frente a la ausencia de nuevos modos regulatorios de la integración social. Es una parte fundamental de “el problema” con el que Émile Durkheim abre su tratado “De la división del trabajo social, en una perspectiva histórica Castel, se presenta como la multiplicación de una población los asalariados y sus familias que, siendo agentes del desarrollo capitalista, son a la vez las víctimas de su expansión, sobreviviendo en condiciones de existencia revulsivas. Problema que se agrava por las propias formas que el orden jurídico-político estaba tomando desde hacía poco tiempo: las del reconocimiento de la igualdad de derechos entre los ciudadanos.

Se trató de una cuestión de disciplinamiento por la cual el Estado tendió a cerrar las posibilidades de reproducción de los sujetos por fuera de la salarización: así los reglamentos de vagos y mal entretenidos, la amenaza de enrolamiento militar, la persecución del cuatrerismo, el uso de papeletas y pasaportes. Durante las décadas de 1860 y 1870 es notorio un cambio de eje de los problemas sociales. Las migraciones transatlánticas hacen desaparecer la urgencia de fijar jurídica y territorialmente al asalariado; y aparecen problemas de nuevo tipo ligados a la gestión de una mano de obra ya predominantemente urbana.

En la década de 1870 con el fuerte crecimiento urbano fundamentalmente de Buenos Aires y Rosario motorizado por migraciones internas y la inmigración transatlántica, que produjo preocupaciones en la élite relativas a la seguridad urbana (hacinamiento, salubridad, criminalidad). Pero la cuestión social como problema de infraestructura urbana dejará lugar, con el avance de las últimas décadas del siglo XIX, a la cuestión social como conflicto entre capital y trabajo.

El positivismo configuró la matriz mental dominante durante el período 1880-1910 en la Argentina y en general en América Latina, en ese mismo período se asiste a una formidable superposición de ideologías en cuyo seno convivían tendencias tan variadas como el vitalismo, el decadentismo o el espiritualismo modernista que el Ariel del uruguayo Rodó propuso como paradigma hispanoamericano de un éxito más que considerable a partir de su publicación en 1900.

La fuerza que el positivismo tiene en Argentina -y también en Latinoamérica- a fines del siglo XIX, remite al proceso de formación del Estado nacional. El liberalismo del período independentista, a partir de los 80 se ve reforzado por el positivismo comteano y spenceriano a los efectos de pensar un país ordenado e integrado.

Las explicaciones del Positivismo Argentino tendrán cierta centralidad, esta será puesta esencialmente en la “raza”. Dada la influencia de las ciencias naturales

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