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Costos económicos y sociales del Coronavirus


Enviado por   •  25 de Abril de 2022  •  Trabajo  •  2.799 Palabras (12 Páginas)  •  104 Visitas

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Costos económicos y sociales que implica el coronavirus

Si quisiéramos buscar un paralelismo histórico, habría que remontarse al 2003, con el SARS, el síndrome respiratorio agudo grave que también procedió de Asia, más mortal pero menos contagioso. Un estudio llevado a cabo entonces por la Universidad de Corea cifró el impacto en la economía global en 40.000 millones de dólares. China perdió un punto de crecimiento de su PIB, y el mundo, un 1,3%. Sin embargo, la factura esta vez se estima que va a ser superior, ya que, los costos económicos de una enfermedad global van más allá de los daños directos en los sectores afectados porque cualquier choque económico a un país se propaga rápidamente a través del aumento de los vínculos comerciales y financieros asociados con la globalización. A medida que el mundo se integra más, el costo global aumenta. Y en eso nos encontramos hoy debido a la alta comercialización global que en su mayoría proviene de China (país donde surgió este virus).

Y por qué hago hincapié en China en cuanto a costos económicos? Porque China ha pasado de representar el 4% del PIB mundial a más 16% y es responsable de un tercio del crecimiento mundial. Los chinos, que compraban en el 2003 apenas el 10% del lujo, en la actualidad ya son un tercio de la demanda global.

También es importante destacar que el turismo, se ha convertido en una potencia: unos 134 millones de turistas viajaron al extranjero en 2019, en el 2003 (cuando surge el síndrome respiratorio agudo grave) eran apenas 20 millones las personas que viajaban al exterior, por lo que podemos decir que nos encontramos frente a un cambio de contexto, es decir entre estos 17 años, la sociedad ha cambiado mucho.

 La cuestión clave en esta recesión no es si las ganancias de las empresas caerán, sino si necesitarán nuevo capital. Además, los expertos señalan que la desaceleración ya está en las áreas más cíclicas del mercado.

Otro punto a tener en cuenta es cómo tratarán los gobiernos de mitigar el impacto de una crisis, ya que, en las más recientes, la respuesta ha sido recortar los tipos de interés para ayudar a las empresas y a las personas a pagar sus deudas y estimular la demanda, como ya hizo antes de ayer 22/03 el Banco de Inglaterra.

 Así, los gobiernos tendrían que abordar el impacto del coronavirus a través de la expansión fiscal, algo totalmente diferente de todo lo visto en el pasado reciente, aunque no esta claro cual sería el impacto. No obstante, si nos remitimos a la historia, observamos que el abuso de este tipo de políticas fiscales puede acabar en el fenómeno conocido como inflación, capaz de aumentar el periodo de recesión. Pese a que a corto plazo puede disminuir el desempleo por los beneficios fiscales comunes y el aumento del consumo de bienes y servicios, también se lastran los recursos del estado a largo plazo para elevar el déficit fiscal.

El virus en sí será transitorio: alcanzará un pico y luego disminuirá, aunque es imposible predecir cuándo. Pero el efecto secundario de una combinación de diferentes respuestas políticas venidas de diferentes países ha producido un impacto económico global que no se ha visto desde la crisis del petróleo de la década de 1970. Esto se debe a que abarca simultáneamente tanto la dislocación para el suministro de bienes y servicios como una fuerte reducción en la actividad del consumidor, lo que obviamente ha tenido mayor impacto en los sectores de viajes, eventos y ocio.

En mi opinión, debería ser el gasto fiscal de las principales economías la clave para revitalizar las expectativas de crecimiento y mejorar la confianza de los inversores. Y si los responsables políticos son capaces de evitar el contagio y la recesión, hay margen para un rebote muy fuerte del crecimiento económico y de los activos de riesgo, dados los beneficios de una política monetaria flexible y el bajo precio del petróleo.

El envío de componentes desde China se ha interrumpido, dejando a las empresas incapaces de entregar mercancías a los consumidores, sin embargo,¿Tendrán que seguir pagando los salarios y reembolsando los préstamos? Por supuesto. Al igual que la mariposa que agita sus alas y que puede desencadenar un huracán en cualquier otra parte del mundo, parte del valor añadido de las empresas europeas depende de los proveedores y clientes chinos en las zonas donde la actividad se ha ralentizado considerablemente.

China puede ser el epicentro del virus, pero el número de países afectados aumenta cada día. Ciudades, e incluso regiones, están siendo puestas en cuarentena en un intento de limitar la propagación de la enfermedad. ¿La consiguiente desaceleración, y a veces parálisis, en un período de tiempo relativamente corto puede someter a las empresas a una grave presión? Si. El sector de los servicios puede que no recupere los ingresos perdidos cuando la crisis haya termina? Si. ¿Es muy poco probable que la gente en Italia y China vuelva por ejemplo a los restaurantes una vez que termine el período de cuarentena? Si.  Por lo que debemos detener lo más rápido posible el coronavirus, el cual se esta expandiendo cada vez más rápido y por ahora, la única vacuna conocida y efectiva contra el coronavirus COVID-19 es el aislamiento.

En cuanto al aislamiento, sabemos que no es una medida fácil de cumplir, y que es para millones de personas en todo el mundo una desafortunada realidad. Sabemos que debemos lavarnos las manos, desinfectar superficies y practicar el “distanciamiento social" para proteger nuestra salud física durante la crisis actual de COVID-19, pero ¿qué pasa con nuestra salud mental?

Pasados muchos días, hay personas que se estresan debido a la ausencia de interacción social. Estas personas están acostumbradas a resolver en acciones y no en reflexiones, y esta coyuntura obliga a extender el quantum de reflexiones y a achicar el de acciones, por lo menos fuera de casa.

El aislamiento social también puede contribuir a la mala salud a largo plazo. Entonces, es importante que no permitamos que tales medidas también causen aislamiento emocional.

Para Sergio Grosman, médico psiquiatra muy conocido, a las personas la interacción social nos nutre, las rutinas nos organizan y tenemos a la libertad en alta estima. Los seres humanos somos cultura, interacción e intercambio dice. La limitación de estas actividades sociales nos produce malestar que según cada persona se va a manifestar de diferentes formas. Para algunos como irritación, aburrimiento y ansiedad, y para otros como falta de aire, sensación de encierro y molestias corporales.                                                                                         Es en los grupos de riesgo por edad donde existen graves consecuencias en relación con la salud psíquica. En personas mayores, tiende a generar no solamente depresión, sino además una retracción libidinal psíquica, es decir un distanciamiento o desconexión de los objetos y las personas que puede elevar el nivel de daño de las enfermedades neurológicas o acelerarlas.

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