Cruces Sobre El Agua

Alfredo era hijo de un panadero llamado juan y de una señora llamada Trinidad vivían en Guayaquil en la planta baja de una covacha. Alfredo en momentos deseaba ser mayor pero en la comida le provocaba que su madre le siguiera dando los bocados de ante, él era muy apegado a su madre la acompañaba a lavar en las mañanas y también mientras cocinaba estaba cerca de la candela. Juan peleaban mucho, Trinidad vivía rabiosa. Se quejaba del mercado caro, de la blancas angurrientas a las que lavaba la ropa, de las vecinas y del marido que el daba una miseria del jornal y que correteaba detrás de otras.

A Alfredo no le dejaban salir a jugar en las noches hasta que un le dejaron porque juan dijo que se haga hombre desde chiquito, cuando el salió todos se sorprendieron pero no le dejaban jugar con los grandes. Una noche Carlós Vaca los provoco para que vayan con él a poner petarlos en la rieles del tren Alfredo acepto sin miedo pero como ellos eran más chicos no alcanzaron a correr y el motorista lo atrapo una mujer vestida de rojo, Alfredo se asombró de que lo defendiera una mujer blanca, su mano rasado y su olor lo atonto y olvido el susto.

Alfredo venia cambiando junto a su madre, ella venia enojada todo el camino cuando llegaron a casa discutió con juan quien ya aguardaba ahí. Ella grito que se va juan la quiso pegar pero Alfredo se enfrentó a su padre y le dijo que si la golpea, cuando sea grande le pagar a usted. El padre de juan se quedó en silencio y poco despezo bajo su mano y sonrió.

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