Cuento “Mis sombras del ayer”
Enviado por GabiYevi • 24 de Abril de 2016 • Tarea • 2.159 Palabras (9 Páginas) • 283 Visitas
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“Mis sombras del ayer”
Gabriela Yévenes
II°B
Profesor Andrés López
Era una noche oscura, y Natalia no podía dormir. Llovía muy fuerte y había escalofriantes truenos y relámpagos, los cuales, Natalia les tenía terror. Se encontraba en su habitación abrazando a su gato ‘Milú’, mientras miraba pacientemente por la ventana, esperando la llegada de sus padres. De repente se abrió la puerta de su pieza de golpe, algo asustada, pero sin perder su esencia de valentía, y con la esperanza de que fueran sus padres, corrió a ver quién era, pero sólo había sido el viento, se dio cuenta, algo decepcionada, y siguió esperando que llegaran sus padres, hasta que cayó en un profundo sueño, ya a altas horas de la mañana. Esta era una noche típica de Natalia.
Natalia era una niña muy astuta, pero algo asustadiza, era hija única, y sus padres trabajaban todo el día, por lo cual su nana tenía que estar todo el día en su casa, al ser Natalia menor de edad, con 9 años. Era una niña de pelo castaño y ojos cafés, al igual que sus padres, y era de estatura promedio a su edad. Ella siempre esperaba la llegada de sus padres, además de que le daban miedo las noches como la del día anterior, ya que vivían en una zona un tanto peligrosa; se preocupaba mucho por ellos, a pesar de que casi nunca los veía, después de todo, eran sus padres, los amaba de todas formas, y sabía que todo lo que ellos hacían, lo hacían por su bien. No iba al colegio, por esto sus padres trabajaban todo el día, ya que querían que tuviera una educación buena y de calidad, y ellos pensaban que mejor tarde que nunca.
Su nana era muy amorosa, y quería mucho a Natalia, ya que la conocía desde muy pequeña, pero casi no tenía tiempo para compartir con ella, ya que tiene mucho trabajo que hacer, aunque, realmente Natalia pensaba que el trabajo no era mucho, sino que ella se demoraba mucho en ello.
Al no ir al colegio, ella no tenía amigos, según ojos ajenos, pero ella no creía lo mismo, ya que ella era amiga de las sombras.
Desde que ella tiene uso de razón, recuerda siempre sentir que alguien la seguía, la miraba, que nunca estaba sola, y lo peor de todo, es que estos seres contenían una carga negativa, eran como ‘seres malignos’, eso Natalia lo podía sentir, y no había noche en que ella no tuviera pesadillas, con que estas extrañas criaturas la atacaran, todas las noches ella se despertaba de golpe, con el corazón en el pecho, muy asustada, pero no del sueño principalmente, porque si siguiera soñando lo mismo todos los días, no le importaría, ya que era capaz de ignorar este hecho. Lo que más le atemorizaba era que ese sueño se convirtiera en realidad, y todo terminara muy mal, siendo un caos total.
A estos seres ella les había nombrado ‘sombras’ desde la primera vez que los vio, ya que, eran enteros negros, literalmente, eran sombras. Y se dio cuenta que no era ‘su sombra’, porque, parecían ser varias, varias sombras persiguiéndola a todas horas, las veía de día y de noche, nunca la dejaban sola, y eso ella no sabía si era bueno o malo, ya que, quizás estos seres la estaban cuidando, pero, algo más fuerte le decía que, esa no era la función de ellos en este mundo. No parecían hablar, ni tampoco tenían una forma definida, no tenían ojos, pies, nada; sólo eran figuras abstractas volando en el vacío.
Tres años más tarde ella empezó a darse cuenta, que no tenía a nadie, sólo a sus padres y a su nana, no obstante, no conocía a nadie de su edad con quien poder conversar, y se empezó a sentir muy sola (físicamente, ya que, esos seres aún no la dejaban en paz). Unos instantes más tarde recordó a estos seres tan extraños que había tratado de ignorar durante todo ese tiempo, y que la atemorizaban tanto cuando era más pequeña, fue la única opción que se le ocurrió, y, pensó que seguramente se los imaginaba peor de lo que realmente eran.
No era muy difícil saber dónde estaban porque, siempre la seguían, así que, se dio la vuelta y los miró por largos segundos, tratando de descifrar qué era exactamente lo que eran esas cosas. Bastó que ella les dirigiera la palabra, preguntándoles quiénes son y qué hacían allí, para que estos seres se multiplicaran y, de un momento a otro, la rodearan de una forma intimidante. Natalia se puso más temerosa que nunca, y trató de pasar por sobre ellos, pero, le era imposible: la habían acorralado en menos de un segundo. En un abrir y cerrar de ojos estos seres se unieron, siendo sólo uno, mucho más grande, y más intimidante. Natalia empezó a dudar de su decisión, porque, lo que esos seres necesitaban, era que ella les prestara atención sólo un segundo, para poder cumplir su función.
Fueron pasando los días, las semanas, los meses, los años, y todo seguía igual, ese ser terrorífico la seguía, igual que siempre. Algo extraño, es que ella cada vez se ponía más enojona, más seria, más indiferente, lo cual sus padres pensaban que era por la edad, porque estaba creciendo, actualmente con 14 años, y debido a que ellos encontraban lógico esta actitud, no le daban mayor importancia, y seguían trabajando para poder seguir pagando el colegio, porque sí, hace un año había empezado a ir al colegio, un año después del suceso que aún le rondaba en su mente. Tenía una profesora especial que le había enseñado lo básico en vacaciones de verano, y ahora estaba lista para otro año más de colegio. Lo que más le gustaba, es que podía compartir con gente de su misma edad, eso la hacía muy feliz al principio, antes de empezar su etapa de indiferencia, como la llamaban sus padres.
Ahora se le hacía más complicado poder ignorar a esa sombra, porque, era más grande que nunca, parecía que con el tiempo, mientras más grande se volvía esa sombra, más indiferente a ella le era el mundo. Además, le estresaba que pareciera que nadie más podría ver a la sombra, sólo ella. Cuando empezó a hablar con gente en el colegio y a tener amigos el primer año, cuando ella creía tenerles la confianza suficiente, les contó sobre esta sombra tan monstruosa, que la había estado torturando desde que tenía uso de razón, y de las miles de pesadillas que había tenido, y de ese suceso tan raro que había sucedido a la edad de 12 años, y les había dirigido la palabra. Sin ningún rastro de compasión, sus ‘amigos’ se rieron de ella en su cara, y le dijeron que era una inmadura, por aún tener ‘amigos imaginarios’, ella trató de explicarles que no era un amigo imaginario, que era real, pero que sólo ella lo podía ver, lo cual, causó más risas por parte de la sala de clases. Desde ese entonces, se burlaban de ella diciéndole que sólo quería llamar la atención, que era tan sola que se tuvo que inventar un amigo imaginario, y cosas por el estilo, las cuales, le hicieron cambiar las expectativas que tenía sobre ir al colegio cuando era pequeña.
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