Cultura Como Pasión Por La Vida
Enviado por wendy_B • 2 de Septiembre de 2012 • 1.955 Palabras (8 Páginas) • 648 Visitas
CULTURA COMO PASION POR LA VIDA
Cultura tiene que ver con cultivar, con cultivo: sembrar y hacer crecer lo que nos alimenta, lo que hace posible la vida. Ni más ni menos. No un adorno, como quieren presentarla; no un asunto suntuario para unos privilegiados. Cultura es, simple y llanamente, posibilidad de vida, para mí, para ustedes, para todos. Y sobre todo para la juventud, para nuestra juventud mexicana, que al hallar taponada la senda de la cultura que alimenta, la gran cultura, la gran pasión que permite crecer, está optando masivamente por una cultura oscura, destructiva, escatológica: la cultura de la muerte. Las bandas, las armas, las drogas, las vendettas, la sangre que corre, propia y ajena.
Pero se equivocan quienes piensan que en esa cultura de la muerte no hay pasión. Todo lo contrario, es una pasión desbocada, deep play, que llaman ahora, o sea juego que te involucra hasta las últimas consecuencias, compromiso de máximo estrés, pasión extrema. Pero de signo negativo y con la destrucción, propia y ajena, como meta.
Ante el auge de esta cultura de la muerte, urge, se impone, es absolutamente prioritario, buscar maneras de depararle a la juventud mexicana una alternativa. Y esa alternativa sólo se encuentra en la cultura. Pero no entendida burocráticamente, como clases aburridas, trabajitos de esclavos, días de ocio y tedio en las calles de los barrios, en los campos, negación del presente e imposibilidad de futuro.
Sino cultura entendida como la gran pasión, la máxima, otra vez deep play, o compromiso de máximo estrés, pero esta vez dador de vida, potenciador de futuro.
Hablo de talleres de poesía, como los que alguna vez abriera y regara por Nicaragua Ernesto Cardenal durante los días gloriosos de la revolución sandinista.
De talleres de escritura, donde los jóvenes descubran la pasión de dejar testimonio de su propia vida, de ensanchar su mente conociendo la vida de otros, leer para transformarse en otros, para viajar a otros tiempos, para ser uno y muchos, para pasearse a sus anchas por el pasado y abrirle la puerta al futuro.
Talleres de cine, de fotografía, de pintura: que nuestros jóvenes puedan filmarse, retratarse, pintarse, a ellos y a su entorno, como vía para comprenderse a sí mismos, de mirarse la cara en ese espejo de aguas claras que es la cultura.
Talleres de costura, de tejido, de artesanías, para que nuestros jóvenes encuentren el entronque perdido con la gran creatividad de nuestro pueblo, otrora majestuosa, espléndida, y hoy diluida en incertidumbre, quietud y miseria.
Cine en los barrios, en las calles, en las esquinas: piensen que una sola película, una sola, que conmueva, y abra puertas, y haga revelaciones, una sola película puede cambiarle la vida a una muchacha, a un muchacho, puede revelarle las dimensiones del mundo y la euforia de hacer parte de él.
Bibliotecas ambulantes, libros en los bares, en las heladerías, en las escuelas, en el Metro, y sobre todo libros en las casas de todas y cada una de las familias mexicanas. Piensen que hace unas décadas, en Inglaterra, lanzaron la Every Man’s Library, una colección popular de decenas de tomos que fue distribuida gratuitamente y que abarcaba títulos de los más grandes de la literatura de todos los tiempos. La Every Man’s Libraryllegó a los hogares en esa isla, la leyeron los niños, toda una generación pasó a apropiarse de la cultura universal a través de esa iniciativa.
Que las viviendas de fomento popular incluyan estantes para libros como parte de la dotación básica, junto con la regadera, el excusado, las camas, la estufa: estantes para poner libros y libros para poner en ellos: porque los libros son alimento, porque sin ellos se seca la vida.
Escuelas de danza, de teatro, visitas regulares a los museos, clases de cocina, excursiones por el país, derecho de todos y cada uno de los niños mexicanos de recorrer los grandes centros arqueológicos, como manera clara y directa de comprender y admirar su pasado, de extenderlo hasta el presente, de apropiárselo, de saberse parte de una tradición significativa, es decir, que tuvo sentido, que sigue teniéndolo, que está viva, que va a perdurar.
Dotación en escuelas y hogares de computadoras y clases para aprender a manejarlas al dedillo; Internet gratuito en los barrios y pueblos. Miren nomás cómo en Egipto la juventud utilizó modernas y hoy imprescindibles herramientas como el Facebook, el Twitter, para movilizarse, encontrarse en las plazas, convocar a las grandes movilizaciones que echaron abajo al tirano y le abrieron las puertas a un nuevo Egipto.
No entiende nada quien no reconozca que hoy la juventud se siente mundial, habitante del planeta, comunicada con lo que hacen y dicen todos los jóvenes de cada rincón de México y del resto del mundo a través de una herramienta que no podemos negarles, que debemos poner a su alcance, el Internet, fuente ilimitada de información, de educación, de juego, de comunicación, y que se ha impuesto como marca de fábrica de nuestra época.
Talleres de teoría y práctica ecológica: hacer de cada uno de nuestras niñas y niños, de nuestros muchachos y muchachas, un paladín de la conservación del planeta, del amor por los animales, del respeto por las plantas y la naturaleza.
Idiomas: que nuestros jóvenes se desenvuelvan en inglés, que puedan aspirar a una beca en Francia, o traducir del latín, o hacer pinitos en sánscrito, para no hablar del conocimiento indispensable en nuestras propias lenguas: formemos nuevos Cervantes, nuevos Quevedos, nuevos Nerudas y Vallejos. Y empecemos, desde luego, por el rescate y consolidación de nuestras lenguas nativas.
Deportes: ¡Clave, los deportes! Para nadie es misterio que participar con el propio equipo en un buen partido de futbol, de básquet, de volibol, le hace el domingo feliz a cualquiera, y que un domingo feliz puede alumbrar toda la semana.
Y cultura también para los adultos, para esos siempre jóvenes que son los viejos: clubes de lectura, ajedrez en los parques, paseos por el
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