¿Cuáles Son Los Aportes Del Enfoque De La Educación Para El Desarrollo A Nuestras Prácticas Docentes?
Enviado por willykamp • 7 de Octubre de 2014 • 1.087 Palabras (5 Páginas) • 469 Visitas
¿Cuáles son los aportes del enfoque de la Educación para el Desarrollo a nuestras prácticas docentes?
El enfoque de la Educación para el Desarrollo EPD, le da vida a la labor docente, que como se plantea en el texto de Giroux (1997), se quiere reducir al simple tecnicismo de instruir unos alumnos en los saberes propios de una asignatura. La EPD también reconcilia al maestro con su vocación formadora y le permite retomar su postura política como ciudadano latinoamericano imbuido en un mundo globalizado y con el ineludible compromiso de mostrar el camino en la cambiante realidad del mundo moderno. La EPD además, devuelve a los maestros el estatus de intelectuales, al reconocer y reivindicar el papel de liderazgo en la transformación social de sus pueblos. La EPD se convierte en el motor de la transformación de la realidad latinoamericana, reduciendo las brechas de inequidad y aislamiento de sus regiones. La EPD debe convertirse en el enfoque social de la educación que debe cobrar vida en el currículo de las instituciones educativas de manera permanente y definitiva.
El enfoque de la Educación para el Desarrollo debiera darle vida a la educación y sacar del marasmo en el que con frecuencia se sumen las instituciones educativas, como consecuencia de las dinámicas propias de un currículo que privilegia la trasmisión de conocimiento, por encima de la formación de ciudadanos para la libertad, la autonomía (Freire, 2004), la diversidad y el cuidado del medio ambiente; a pesar de los ingentes esfuerzos de un sector progresista de la educación por trabajar e integrar al currículo estos temas tan trascendentales para la educación. Para ello se requiere de la suma de muchas voluntades, desde los ministerios de educación, las direcciones seccionales y locales pero sobre todo de los maestros y maestras en las escuelas y colegios, quienes apabullados por los afanes y presiones de cumplir con un plan de estudios, a veces nos olvidamos de lo esencial: nuestros niños, niñas y jóvenes. El “sujeto” en palabras de Freire (1983). Entonces, si el docente, se impone como actor trascendente en el acto educativo y va más allá de la tarea técnica de aplicar unas estrategias didácticas para la trasmisión del conocimiento y se apropia de su lugar en la sociedad, como intelectual de la educación y como agente transformador de la sociedad, el sueño puede hacerse realidad.
Pero la escuela no es una isla, sino que hace parte del paisaje en el mundo global, del cual cada uno de nosotros es ciudadano y como tales nos hallamos expuestos a las mareas de su dinámica que nos impone inexorablemente sus condiciones a veces benignas y otras veces dañinas para nuestra existencia. Pero lo local también tiene sus leyes y de alguna manera escapa en parte, al influjo global y se deja modelar por sus dinámicas particulares. Y es allí, donde los maestros deben asumir su rol político en la educación, ejerciendo su liderazgo intelectual para contribuir a la construcción de una sociedad más justa e incluyente, respetuosa de la diversidad y los derechos fundamentales, responsable de la sostenibilidad medioambiental y participe de las grandes transformaciones de su tiempo para enfrentar los retos de lo global desde lo local. Este es el reto y la tarea de los educadores del siglo XXI en el contexto de la globalización.
Lo anterior demanda de los trabajadores de la educación de un lado, la organización de sus fuerzas para oponerse con valor y claridad a la tendencia mercantilista e industrialista de convertir a los maestros en autómatas multiplicadores
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