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DICES QUE DISFRUTAS DE LA VIDA, ENTONCES, ¿PORQUE TE ESCONDES DE ELLA?


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2015  •  Práctica o problema  •  3.460 Palabras (14 Páginas)  •  250 Visitas

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DICES QUE DISFRUTAS DE LA VIDA, ENTONCES, ¿PORQUE TE ESCONDES DE ELLA?

Tú dices que amas la lluvia, sin embargo usas paraguas cuando llueve. Tú dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando el sol brilla. Tú dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando el viento sopla.

Bob Marley

Al momento en que Anita, parada de puntitas por su diminuta altura, cerraba la puerta del closet, Ana pensaba detenidamente en que toda esta situación la tenía desconcertada y deseaba que fuera un mal sueño como los que solía tener desde hace unos años. Nunca soportó la idea de convivir con niños; ni siquiera soporta la idea de tener los propios, se le hacen absurdamente felices, simples y dependientes.

Entonces se preguntó: ¿Cómo es posible que ahora una niña de cinco años me quiera recordar momentos “perdidos de mi infancia”? ¿Qué sabe ella de todo esto? Ni siquiera comprende la vida, es absurdo que venga y me diga cómo ser feliz. Nadie me ha dicho que hacer y esta vez no será la excepción.

Anita, al notar que Ana estaba perdida en sus pensamientos, dio una palmada frente a sus ojos para que regresara a la realidad y le preguntó:

– ¿Lista para ver el momento que sigue? –su única intención era mostrarle fragmentos de su vida perdidos en sus propios recuerdos.

Ana quiso excusarse de una manera educada:

–No lo sé. No creo que haya momentos que recordar y menos dentro de un armario oscuro, todo lo recuerdo perfectamente.

– ¿Estas segura de lo que dices? –insistió.

–Si Anita, todo esto se me hace absurdo. No es lógico lo que está pasando, sé que es un sueño, sonara el despertador en cualquier momento y tú te iras –lo dice mientras se acomoda entre las cajas de zapatos que están a su alrededor.

–Ustedes los adultos creen que lo saben todo, siempre buscan una explicación de aquello que consideran imposible. Te pido que hoy no lo hagas, necesitas conocer lo que te voy a mostrar para que encuentres el sentido de tu vida.

–Pero, ¿Cómo me pides que no intente obtener una explicación de todo esto cuando tengo a una niña, idéntica a mi cuando era pequeña, mostrándome una escena que ni siquiera estoy segura de que existe? Además, ¿tú qué sabes de mi vida, eres una niña y no entiendes nada? –comienza a molestarse.

– ¿Qué tienes contra las niñas? No por ser menor que tú voy a desconocer lo que has vivido, claro que te comprendo –mantiene su semblante de paciente.

– ¿Tu, comprenderme a mí? Por favor, no sabes nada de la vida, ¡no sabes nada de mi vida! –lo dice en un tono elevado pues estaba empezando a enfadarse.

–Claro que lo sé. Y ¿sabes por qué? Porque yo soy tú –la mira fijamente.

Ana no tuvo palabras para contestar, se quedó atónita. Observó su expresión detenidamente intentando encontrar la pista que le dijera que todo era una broma, fijó su mirada en sus diminutos e inocentes ojos con el fin de cerciorarse de la veracidad de sus palabras; siempre le habían dicho que los ojos son la ventana del alma y muestran el interior de una manera transparente. Cuando supo que no le mentía le respondió:

– ¿Qué quieres de mí?

–Que recuerdes como vivir

– ¿Por qué?

–Te has perdido tantas cosas bellas de la vida y no quiero que lo sigas haciendo

– ¿Te refieres a algo así como que me olvide de vivir?

–Sí, pero no te preocupes yo te recordaré como hacerlo. ¡Hay muchos momentos que tienes que recordar! –La embriagaba la felicidad – ¿Estas lista para lo que sigue? –la tomó de la mano – ¡No puedo esperar más!

– ¿Tan emotivo es? ¿O solo estas fingiendo estar entusiasmada? –añade arrogante.

–Que amargada eres, ¿si te das cuenta? No todo en nuestra vida fue malo, solo que tu encerraste los momentos bellos muy dentro de tu corazón y es por eso que yo estoy aquí, para ayudarte a sacarlos.

– ¿Quién te envió? –preguntó esperando un tipo de acción divina en su respuesta.

–Tú –la señala

– ¿Yo? –un poco extrañado – ¿En qué momento?

–Sí, ¿no lo recuerdas? Hasta hace unos días pedios desesperada una explicación para todo lo que te está pasando.

–Sí, si recuerdo eso –se sentía avergonzada ante la debilidad mostrada –Ya lo recuerdo. Pero nunca imagine obtener una respuesta y mucho menos como esta.

–Bueno, basta de buscar y dar explicaciones ¿no crees? Vamos que tengo algo que mostrarte, dame tu mano.

Anita sonriente le tendió la mano a Ana, le ayudó a pararse y abrió la puerta del closet. Ana, por su parte estiró su mano aun dubitativa, seguía intentando digerir toda la extraña información que estaba recibiendo.

Las dos atravesaron la puerta del closet y se aproximaron a revivir otro momento:

El cielo está totalmente cerrado, el viento sopla una brisa fría, puede saborearse un dulce olor a tierra mojada, las calles están vacías, en las azoteas de las casas se ven mujeres recogiendo sus ropas que hasta hace unas horas habían expuesto al sol para que se secasen. Una que otra madre preocupada se asoma a la puerta a llamar a sus hijos, que juegan en la calle, a pasar a la casa por que se avecina la lluvia y no quieren que pesquen un resfriado.

Un pequeño grupo de niños juega una cascarita con una pelota vieja, se percibe que la mujer es quien lo encabeza, es la más activa de todos y es a quien los demás pasan la pelota.

Con ellos se encuentra un niño delgado de pelo alborotado, con la cara sucia y uno que otro moco de fuera, sus ropas están descoloridas, viejas, gastadas por el exceso de uso, pareciera que ha tenido que hacer uso de ellas una y otra vez. Él no se ve preocupado por ello, es feliz jugando con sus compañeros.

También los acompaña un niño de mediana estatura quien se comunica a través de señas y emisión de sonidos, hasta el momento no se le ha escuchado una sola palabra. Viste, también, ropas desgastadas pero no tantas como el del pelo alborotado. A estos tres niños nadie los llama y a ellos no les apura que se aproxime una tormenta, siguen jugando ahora con las canicas que recolectan todos escudriñando sus bolsillos, se ven felices. Pasados unos minutos ríen a carcajadas al ver como al niño de pelos alborotados se le dificulta tomar la canica entre sus dedos pulgar e índice para arrojarla sobre las demás que tienen dentro de un círculo dibujado irregularmente sobre la tierra.

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