De La Estatización A La Desnacionalización De La Banca En México: 25 años De Acelerada Mutación Institucional
Enviado por joseferrer • 29 de Junio de 2012 • 29.470 Palabras (118 Páginas) • 2.229 Visitas
De la estatización a la
desnacionalización de la Banca
en México
25 años de acelerada mutación
institucional
Por José R. Ferrer Rivera
“…en la búsqueda de la verdad, el mejor plan
podría ser comenzar por la crítica de nuestras
más caras creencias. Puede parecer un plan
perverso, pero no será considerado así por
quienes desean hallar la verdad y no la temen”
Karl Popper
I
INTRODUCCIÓN
De la expropiación de la banca decretada por el presidente José López Portillo, a 25
años de distancia, nada queda; salvo, quizá, el recuerdo y algunas preguntas
fundamentales sin contestar, respondidas a medias o con respuestas inverosímiles;
seguramente aún pervive el sentimiento de despojo de sus antiguos propietarios; y, más
difícil, aunque no imposible de medir, los efectos de largo plazo de aquella decisión,
que irremediablemente alteró el curso de la historia nacional, por ejemplo, mediante el
desplazamiento de los anteriores banqueros y su reemplazo, por otros grupos y firmas
empresariales, muchas de ellas que, en buena medida, a partir de entonces, también se
empezaron a gestar.
El decreto del primero de septiembre de 1982, se extinguió, a escasos diez años de su
expedición, con el anuncio en julio de 1992 de la enajenación de la última institución
bancaria reprivatizada. Con ello, no sólo concluyó el ciclo de venta iniciado con la
reforma de la Constitución en junio de 1990; sino que, al hacerlo, se echó también la
última paletada de tierra sobre la anterior reforma constitucional del 17 de noviembre de
1982, que daba al Estado el monopolio de la actividad bancaria. La ironía es que ese
mismo proceso de privatización, luego del colapso de diciembre de 1994, devino en la
mutación precipitada de la banca reprivatizada, en banca desnacionalizada.
Así, la vieja “disputa por la nación” perdió todo sentido, por lo menos en los términos
en los que solía simplificarse: la pugna entre “la derecha”, cuya cúpula incluía,
destacadamente, a los antiguos banqueros y los “nacionalistas”, encarnados en los
sindicatos (CTM y el Congreso del Trabajo). Sin embargo, esa disputa fue barrida por la
historia y ya no representa —tal vez nunca lo hizo— las coordenadas del juego1.
Hoy, si acaso, se tiene de un lado a los “globalifóbicos”, que serían los nacionalistas
actuales, tal y como los definió en su momento el presidente Ernesto Zedillo; y, por
otro, los “nuevos” neoliberales, que se identifican por sus afanes privatizadores y por
detentar o servir a los intereses de empresarios que se cuentan entre los más acaudalados
del mundo.
Por eso, a través de esta reflexión sobre aquellos sucesos y los que les siguieron,
pretendo —si eso es posible— encontrar el encadenamiento de decisiones políticas que,
desde 1982 y quizá desde antes, en apariencia son contradictorias, porque luego de
ejecutarse han terminado por anularse una a otra; pero que, vistas a distancia y
colocadas desde una perspectiva distinta, aparecen vinculadas por propósitos comunes,
aunque ajenos a los que en cada caso públicamente fueron declarados.
Por ejemplo, generalmente se asume la ruptura y las posiciones esencialmente
antagónicas entre el gobierno y las políticas de los presidentes López Portillo y De la
Madrid y mucho más de aquél respecto al presidente Salinas de Gortari (serían, no
faltará quien lo diga, las antípodas entre el viejo nacionalismo revolucionario y el
neoliberalismo extremo). Sin embargo, hay hechos documentados que sugieren lo
1 Rolando Cordera Campos y Carlos Tello Macías así lo describían: “Las grandes coordenadas donde
probablemente se ubicará la definición del perfil real de México en el futuro corresponden, en muy buena
medida, a la proyección conceptual de las opciones que en la actualidad le han presentado al país,
especialmente los grupos dominados por el gran capital, y los sindicatos obreros, en particular la CTM
y el Congreso del Trabajo…”. Cordera y Tello, (1981): págs. 78 y 79.
II
contrario y más bien revelarían una suerte de continuidad de las políticas
gubernamentales acerca de la propiedad de la banca entre los tres sexenios que, de
confirmarse, incluso conectarían la expropiación y la reprivatización como momentos
distintos de un mismo proceso. Más allá de las crónicas y declaraciones públicas:
1. El desacuerdo del presidente De la Madrid con la expropiación fue de palabra, pues
en realidad nada hizo para frenarla y menos para revertirla. Por el contrario, dejó hacer
la reforma constitucional de noviembre de 1982 y la consolidó aún más mediante sus
propias reformas a los artículos 25 y 26 constitucionales; y, además de fusionar y
desaparecer bancos, procedió a su reorganización.
2. En paralelo, lo que parecería confirmar el “desacuerdo”, es el hecho de que
sistemáticamente apoyó a las casas de Bolsa, mediante la canalización en exclusiva de
CETES y PETROBONOS, dejando en desventaja a la banca expropiada.
3. Ambas políticas, aparentemente contradictorias, no lo son tanto si se les ve a la luz
del proceso de reprivatización que años después emprendería el presidente Salinas de
Gortari, cuyos ejes fueron, por un lado, la negativa inflexible de dar oportunidad a los
exbanqueros a readquirir los bancos reprivatizados; y, por otro, su venta a los
accionistas de casas de Bolsa –los mismos que habían sido apoyados por De la Madrid–
permitiéndoles compras apalancadas, incluso con crédito de la banca de desarrollo.
4. Lo significativo fue que, desde muchos años antes, los “casabolseros” también habían
sido impulsados por el entonces secretario de Hacienda José López Portillo y Gustavo
Petriccioli, en su calidad de presidente de la Comisión Nacional de Valores, sobre todo
con la promulgación, en 1975, de la Ley del Mercado de Valores, a la que –rara
coincidencia– se oponían los banqueros que luego serían despojados de sus bancos.
En esa perspectiva, la expropiación bancaria, primero, y su reprivatización, después,
aparecerían no como la corrección de políticas antagónicas o la pugna entre el estatismo
y el neoliberalismo extremos, sino como un simple cambio de manos entre la antiguos
dueños
...