Discurso De Graduacion
Enviado por angelspb • 30 de Noviembre de 2014 • 947 Palabras (4 Páginas) • 249 Visitas
DISCURSO DE GRADUACIÓN
JUNIO 15 DE 2012
Buenas tardes,
Señores y señoras de la Mesa principal, profesores, graduandos y graduandas, asistentes en general.
Althea Gibson, una tenista afroamericana que cosechó muchos triunfos en un medio difícil, expresó en alguna ocasión que: “cualquiera que hayan sido nuestros logros, alguien nos ayudó siempre a alcanzarlos”. Desde que leí la frase ha resonado en mi corazón, y este es el momento más oportuno para compartirla.
Es cierto, y creo hablar en nombre de mis compañeros y compañeras, que tenemos hoy la alegría de recibir este grado afirmando que este logro no ha sido producto únicamente de nuestros esfuerzos, conseguido con ganas y perseverancia. Sí, porque detrás, o más bien con nosotros y nosotras, han estado muchas personas, y eso resulta maravilloso porque quiere decir que nuestros logros, alegrías, recuerdos y ganas de dar gracias, se multiplican por cada persona que no ha acompañado en este proceso.
Y es que los logros humanos por más individuales que parezcan definitivamente no son individualistas: somos seres sociales, únicos y diferentes, y en medio de esa diversidad compartimos la humanidad de nuestra condición y la divinidad de llamarnos hijos e hijas de Dios con una misión en nuestras vidas.
Misión que no empezó al llegar a la Universidad, y que tampoco termina hoy al recibir nuestro grado. Pero que definitivamente es en la Universidad donde se ha reafirmado; y cuando hablo de Universidad no me refiero solo al espacio físico sino al espacio mental, emocional y espiritual donde se concentra el saber. No solo el saber específico de nuestras carreras de Teología y Psicología, sino el conocimiento humano que tiene algo de divino y que nos sensibiliza, nos transforma y nos humaniza.
La Universidad ha sido ese cofre, y lo que aquí hemos encontrado - las personas, los lugares las propuestas- y lo que hemos vivido - las clases, los aprendizajes, las cosas buenas y las no tanto, la tesis, las correcciones, los sí, los no, las esperas y ocasionalmente las desesperanzas- han sido el tesoro invaluable que nos enriquece y confirma lo que queremos hacer y, sobre todo, lo que queremos ser. Y no me refiero a ostentar un título profesional únicamente, aunque en una sociedad como la nuestra eso cuenta, y mucho.
Me refiero más bien a que lo que hemos obtenido, además de un diploma, es una experiencia de conocimiento y crecimiento sumamente inolvidable que no se limitó a lo aprendido en clase, sino a lo aprendido en la vida, mientras estudiábamos y trabajábamos, y a lo aprendido en el estudio mientras vivíamos; hoy lo que aprendimos, lo que somos y lo que queremos ya no tienen un horario diferente sino que hacen una alianza cuya fiesta se celebra en nuestros corazones alegres y en lo que viviremos.
Sin embargo la alegría no es el único sentimiento que nos embarga. Hoy es un
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