Diversidad Cultural Perú

El Perú esta considerado como un país multicultural y plurilingüistico, debido a las diferentes manifestaciones que el hombre peruano a pasado en su historia. Somos un país de todas las sangres, somos una mistura infinita que se ha ido tejiendo en el tiempo, somos poseedores de diferencias que nos han enriquecido; somos una mezcla de razas que han logrado sobrevivir en el olvido de un mundo ajeno a su cultura y arte; y se crea un país único. Pero a pesar de todo esto la gente es muy prejuiciosa y no sabe apreciar lo verdaderamente hermoso que es nuestro país, no sabe cual hermosa es nuestra historia, nuestra comida, nuestra música, nuestras tradiciones, nuestras creencias, nuestras costumbres, nuestro folklore, nuestra literatura…

Pero lamentablemente no la valoramos y se va perdiendo poco a poco…

“Vivo entre dos mundos: soy indio de espíritu y mestizo de cuerpo”…

Se le escuchaba a menudo decir esto a José María Arguedas, recalcando de esta manera su partencia en alma a la raza indígena y expresando su amor y orgullo por su raza. José Maria Arguedas es uno de nuestros grandes de la literatura peruana, y para ser precisos; es el mejor representante de la literatura indigenista; es uno de los pocos escritores que da a conocer la realidad peruana, lleno de maltratos marginaciones y todo esto se refleja en sus escritos. Arguedas convivió con los campesinos indios hablando su idioma el quechua, aprendiendo sus costumbres, penurias, tristezas; ayudando en las faenas agrícolas; y todo esto influencio mucho en sus obras. Tristemente, Jose Maria tuvo una infancia y vida muy dura y sufrida que le marcó; en sus obras y cartas se encuentran fragmentos de la perdida temprana de su madre, el maltrato de su madrastra y hermanastro, la repetida ausencia del padre viajero, el fracaso de su matrimonio, el no poder tener hijos, la sensación de marginalidad entre el mundo indígena y el mundo de los mistis -sin pertenecer realmente a ninguno-, el supuesto fracaso de sus tesis integradoras; todo ello quizás influyo sobre una predisposición biológica a la depresión y luego al suicidio. Pero su legado son sus escritos, que son hermosas historias del mundo andino; un gran ejemplo son “Los ríos profundos”, “Warma Kuyay”, Yawar Fiesta, Agua, entre otros tesoros. Su obra y él representan hoy una gran ventana el rico universo del mundo andino.

Pero, ¿será José Maria Arguedas el mejor escritor que dio a conocer la realidad peruana y en que nos ayuda a saber apreciar a nuestro país con solo leer sus obras? En este ensayo se fundamentara el porque Arguedas es el mejor literato indigenista peruano y que sus obras presentan un enorme, bello y melancólico mensaje multicultural.

Jose Maria Arguedas Altamirano, fue un escritor que apoyo al indigenismo; y no cualquiera, sino uno de los mejores; y dio a conocer la realidad peruana. Nació el 18 de Enero de 1911 en la hermosa ciudad de Andahuaylas, sierra sur del Peru. Hijo del abogado cusqueño, Victor Manuel Arguedas Arellano;  y Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a una de las familias mas distinguidas de San Pedro de Andahuaylas. En 1914, antes de que José María cumpliera los 3 años, falleció su madre “de cólicos hepáticos”

“Yo no me acuerdo de mi mamá. Es una de las causas de algunas de mis perturbaciones emocionales y psíquicas.”

Fue uno de sus testimonios de José Maria, que parece y es indudablemente cierto, el adiós de su madre, le marco para toda la vida; no se puede negar que la muerte del ser que es y siempre será tu primer amor, se vaya. Arguedas quedó entonces al cuidado de su abuela paterna, Teresa Arellano. Su hermano mayor, Arístides Arguedas, acompañó a su padre en sus continuos viajes. Y su hermano menor Pablo fue adoptado por su tía. En 1915, Víctor Manuel Arguedas fue nombrado juez de primera instancia de la provincia de Lucanas (Ayacucho). En 1917, el juez Arguedas se casó con Grimanesa Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco, quien tenía tres hijos: Rosa, Pablo y Ercilia. En 1918 toda la familia vivía en Puquio (Ayacucho). El padre viajaba continuamente y sólo lo veían una vez por semana. Esto también a Arguedas le afecto mucho. Según Arístides, Arguedas conquista la simpatía de todo el mundo, incluso al de su madrastra. La opinión de José María, sin embargo, era otra:

“Voy a hacerles una confesión un poco curiosa: yo soy hechura de mi madrastra... tenía mucha servidumbre indígena y menospreciaba a los indigenas, y como a mí me tenía tanto rencor como a los indios, decidió que yo debía vivir con ellos en la cocina, comer y dormir allí.” 

Poco después, regresó a Puquio el hermanastro Pablo, que había estado en Lima como interno del colegio Nuestra Señora de Guadalupe.

“Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones (...) Desde el primer momento yo le caí muy mal porque este sujeto era de facciones indígenas y yo de muchacho tenía el pelo un poco castaño y era blanco en comparación con él. (...). Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo llegué a odiar como lo odiaban todos los indios (…).” 

“Entró mi hermanastro, estaba tomando sopa y tenía un plato de mote a mi lado con su pedacito de queso. Me quitó el plato de la mano y me lo tiró a la cara, y me dijo: ‘no vales ni lo que comes’ (...). Yo salí de la casa, atravesé un pequeño riachuelo, al otro lado había un excelente campo de maíz, me tiré boca abajo, en el maíz, y pedí a Dios que me mandara la muerte.” 

Según Arguedas, el hermanastro lo obligó en una ocasión a presenciar un acto de violación sexual a una tía suya, que era además una de sus múltiples amantes.

 La figura de este personaje influyo en sus obras literaria, personificando al gamonal abusivo y cruel; a don Froylán de Warma kuyay y a otros mas. Aquel hermanastro, le causo un verdadero trauma que el mismo en sus testimonios dice lamentar. En la mayoría de sus novelas y relatos se hallará a este hombre variando de rasgos físicos, de nombre y hasta de escenario. Pero estará él. Hacia él, Arguedas descargará toda  su ira.

“Para mí la mujer constituyó siempre, y sigue siendo, un ser angelical, la forma más perfecta de la belleza terrena. Hacerla motivo del ‘apetito material’ constituía un crimen nefando... Sólo el verdadero amor puede dar derecho y purificar suficientemente el acto material.” 

En 1919, Augusto Bernardino Leguía llegó al poder mediante un golpe de estado. Su padre, simpatizante del depuesto presidente José Pardo, no fue ratificado en el cargo de juez, dedicándose entonces a ser abogado litigante. En julio de 1921, Arístides y José escaparon de la casa de la madrastra y fueron a la hacienda Viseca, propiedad de su tío Manuel Perea Arellano, a 8 km. de San Juan. Entre 1923 y 1924, Jose Maria y Arístides acompañaban a su padre en sus viajes, visitando Ica, Pisco, Mollendo, Arequipa, Cusco y Abancay. En ésta última ciudad se establecieron, ingresando los dos hermanos al colegio Miguel Grau de los Padres Mercedarios. Estas vivencias son evocadas en su novela  Los ríos profundos, que con esta novela gano el Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Palma en 1959:

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