EL LENGUAJE DE LA ABSTRACCION GEOMETRICA
Enviado por GERARDO1188 • 1 de Febrero de 2012 • 2.261 Palabras (10 Páginas) • 819 Visitas
EL LENGUAJE DE LA ABSTRACCION GEOMETRICA
Desde el Renacimiento, la historia de la pintura había sido fundamentalmente un intento de integrar en el cuadro volúmenes y luz, de reproducir elementos naturales. Si el impresionismo había llevado a su extremo este propósito, el desarrollo de la fotografía, por su parte, había liberado al artista de su carácter de mero notario y «copista» de la realidad. Así pues, para el creador existía ya la posibilidad de iniciar nuevos caminos en un sentido inverso, el de la desintegración y el análisis, particularmente necesarios en un mundo cada vez más caótico y multiforme como consecuencia de la revolución científica e industrial. Fueron los neoimpresionistas, especialmente Georges Seurat y Paul Cézanne, quienes iniciaron ese análisis. Sus objetivos eran diferentes. Cézanne descompuso los objetos en elementos geométricos básicos (esferas, conos y cilindros), que combinó entre sí para crear nuevas formas, al tiempo que separaba el espacio y el color. Seurat, por su parte, analizó este último mediante el puntillismo y el divisionismo, técnicas consistentes en la aplicación de los colores en su forma pura, yuxtaponiéndolos mediante puntos y retículas; en la base de estos procedimientos se halla la noción física de que la luz la componen colores espectrales, que pueden ser opuestos o complementarios. Ambos artistas lograron que, por primera vez, el proceso pictórico dejase de ser un instrumento de la creación artística para convertirse en su objeto, lo que hizo posible un riguroso análisis formal de la pintura.
Las especulaciones de Cézanne abrieron el camino al cubismo, movimiento que redujo la realidad a sus esquemas geométricos esenciales e ignoró las leyes de la perspectiva. El color, por otra parte, se liberó de su función descriptiva para alcanzar su propio protagonismo. Ambos tratamientos suponían ya un grado avanzado de abstracción, perceptible en las obras de Pablo Picasso y Georges Braque. En 1912 se presentó en París, bajo el nombre de La Section d’Or, una exposición organizada por diversos pintores cubistas. Inspirada en los principios de la armonía de Seurat, la muestra significó un cisma dentro del movimiento. Serían dos de aquellos disidentes quienes iniciaran la abstracción geométrica: František Kupka y Robert Delaunay. El primero de ellos firmó, en 1912, sus Planos verticales, donde formas geométricas y masas de colores se ordenan proporcionalmente según dimensiones o tonos. Ese mismo año, Delaunay pintó su Disco simultáneo, un círculo dividido en otros concéntricos que se subdividen, a su vez, en cuatro segmentos, de modo que cada sección está ocupada por un color diferente, lo que produce un efecto de rotación perpetua.
El constructivismo del escultor Vladímir Tatlin buscó también formas abstractas, relacionadas con la industria y la técnica y organizadas de manera lineal y geométrica. Su obra supuso la incorporación de la escultura al arte abstracto y constituyó el germen del arte cinético o de movimientos. Las relaciones entre Tatlin y Kazimir Malévich condujeron a este último a la «experiencia de la pura an-objetualidad», mediante la cual intentaba eliminar las reminiscencias expresivas y anecdóticas del constructivismo que, según él, podían conducir a una integración del arte en el diseño industrial. Su ideario artístico se expresó en forma de manifiesto bajo el nombre de suprematismo (1915).
La Holanda neutral de la Gran Guerra iba a alcanzar, por medio de Theo van Doesburg, Piet Mondrian y Bart van der Leck, la depuración estética de la abstracción geométrica. Mientras Mondrian, creador del neoplasticismo, prefirió un lenguaje elaborado, exclusivamente, a base de fragmentos horizontales y verticales —coloreados con rojo, amarillo y azul (los colores primarios) y con los no-colores (blanco, negro y gris)—, Van Doesburg y Van der Leck redujeron las formas a grandes superficies de inspiración geométrica que se cubrían de colores primarios. Ambas tendencias coincidieron, sin embargo, en un principio enunciado por Mondrian: «la ordenación autónoma del arte, que conduzca a la percepción inequívoca de lo regular, lo constructivo y lo funcional».
De la coincidencia de estos tres artistas, a los que se sumaron otros, nació De Stijl (1917), revista portavoz del movimiento del mismo nombre cuya meta era el orden armónico y la planificación racional dentro de la abstracción más estricta. El grupo influyó también poderosamente en la arquitectura de su tiempo mediante la transposición a este arte de las teorías pictóricas de Mondrian. Al finalizar la I Guerra Mundial, los componentes del movimiento De Stijl publicaron un manifiesto (1918) que resumía e integraba las diversas investigaciones de un arte nuevo, y ponía de manifiesto una nueva conciencia del tiempo, cuyo objeto era el establecimiento de leyes universales y el estudio de su viabilidad.
Aunque toda Europa se sumó a esta tarea y se multiplicaron los movimientos paralelos, fue en Rusia donde éstos cobraron mayor fuerza. Antoine Pevsner y Naum Gabo publicaron el Manifiesto realista, que recogía premisas semejantes. Gabo, que había participado en el constructivismo de Tatlin, realizó una serie de esculturas que aprehendían el aire, no ya mediante la masa sino a través de planos que mostraban sus estructuras y las leyes a que obedecían. Otro pintor ruso, El Lissitzky, el suizo Le Corbusier, el francés Fernand Léger y el húngaro László Moholy-Nagy contribuyeron a la búsqueda de un lenguaje estilístico que combinara el rigor geométrico con la estética maquinista, búsqueda que habría de encontrar su culminación en la escuela Bauhaus de Weimar (Alemania). A la Bauhaus llegaron primero pintores procedentes del expresionismo, entre ellos Kandinsky, quien había elegido ya el camino de la abstracción lírica. Otros, como Paul Klee, buscaban su inspiración en un surrealismo abstracto. Pronto, sin embargo, se incorporaron artistas influidos por el constructivismo —entre ellos Moholy-Nagy—, que imprimieron a la escuela una orientación funcionalista, proyectada principalmente en el diseño industrial. La confluencia de ambas tendencias estimuló la creatividad, como lo demuestran las investigaciones geométricas y cromáticas de Kandinsky y Josef Albers, la arquitectura purista de Walter Gropius y el elementalismo de Van Doesburg.
Entre los años 1926 y 1930, la plena adhesión a la abstracción geométrica de algunos grandes maestros del cubismo, como Léger y Auguste Herbin, desplazó el centro del arte abstracto hacia París. Surgieron allí dos grupos importantes, Cercle et Carré y Abstraction-Creation, que aglutinaron a artistas de las más diversas nacionalidades: Van Doesburg, Gabo, Pevsner, Mondrian, Herbin, Jean Arp, Kupka, Joaquín Torres García —introductor de la
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