EL SONIDO DEL AGUA ATRÁS DE UN SECRETO

EL SONIDO DEL AGUA  ATRÁS DE UN SECRETO

Es un cuento que relata  los acosos de un escritor a la historia de su protectora, la señora Margarita. El narrador protagonista no logra intuir lo que ella le cuenta porque no lo explica de forma completa y porque él no puede deshacerse de su ecuanimidad.  

Desde el primer instante en que fue leído el cuento “La casa inundada; se pudo notar, que era extraordinario. La  fantasía que maneja,  todos y cada uno de los aspectos que integran el cuento, desde el narrador que según los estudios de los grandes críticos,  es el propio “Felisberto”, doña Margarita, a quien él ve como una mujer obesa; María la española, empleada de la matrona, a quien describe como una mujer gruesa, el arquitecto que diseñó la inundación de la casa, los empleados, familiares de doña margarita, la  misma vivienda y hasta las luces y lámparas que la adornan. Todo ello es un esquema lleno de miles de detalles, que permiten trasladar la imaginación y poder transportarse; al lugar con solo cerrar los ojos.

Entre las intervenciones  del autor, aparece la frase “y La montaña se movía porque yo la llevaba en el bote”.  Así, se refiere el narrador personaje al pasear con la señora Margarita, una mujer de unas curvas exuberantes y de un temperamento bastante excéntrico, viuda, solitaria, taciturna, con una personalidad muy peculiar pero es precisamente ese temple, lo que permite, que el autor le dé un tono de misterio, de incertidumbre  y por supuesto de magia. Él se da a la tarea de darle unos tintes especiales, la describe peinada con trenzas alrededor de su cabeza; con ojos verdes, con sus pies descolgados por encima de sus zapatos, unas piernas rollizas. Y por supuesto bastante gruesa. Y con dinero, dinero que le permite mantener su excentricidad.

Mientras que el narrador protagonista, es un pobre diablo, sin éxito, sin dinero, muerto de hambre, sin trabajo, escritor de mala muerte, un tanto  retraído, con muchas ganas de descubrir el secreto de la doña, de volverse rico tal vez, famoso quizá,   y son justamente estas prioridades las que permiten que él abandone su vida, por ir detrás del sueño de conocer el famoso secreto de doña Margarita,  de paso mejorar su vida económica. Y finalmente escribir una buena historia, o algo que le permita asegurar su futuro.

Es este conocimiento de los autores, que deja comprender el carácter de los mismos, y así permitir una aproximación, entendimiento e intuición de  la lectura, por otra parte la asimilación detallada de las diferentes características. El reconocimiento de los espacios,  las particularidades más pequeñas, y los múltiples secretos que el escritor le imprime al texto, son la excusa perfecta para enamorarse de la lectura, de sus personajes  y la trama desarrollada.

La particularidad  que se desata en la historia se centra en esa necesidad que tenía doña Margarita para mantener al escritor narrador protagonista al lado de ella, quería ser útil para él, para  que a su vez él le fuera útil a ella. Quería sentirse acompañada su soledad, y  ansiedad permiten, de una u otra manera, que ella quiera hablar de su secreto para lograr toda la atención de este. Y estuviera con ella en todo momento. Por otra parte él, en su soledad y falto de compañía, también se refugiaba en ella, y admitía la necesidad de estar a su lado en todo momento. Al comienzo fue más difícil, pero luego su deseo y necesidad de estar allí no le permitían pensar en otra alternativa.

Los hechos  se desplazan en la historia igual que un pan  se desliza por el «piso de agua» de la casa, por lo tanto no surge  una historia. Todo  se enlaza enigmáticamente,  habitual y asombroso, coincidiendo en especulaciones vagas, así, se  diluye lo real y lo imaginario  visto por el narrador-protagonista, no le asombra  lo ilógico, como tampoco muestra conciencia de sus actos, que le permitan controlar su imaginación y aclarar su provenir.

Esta contundente historia de  Margarita y  del protagonista-narrador concluyen convergiendo juntos, debido a que éste abriga cada vez más  su fascinación que lo tiene inmerso en esta marítima  práctica de la extraña  señora, y de su misma extrañeza frente a todo lo que vive.

Y ella, Margarita, se extasía frente al fluido acuífero, como una energía superior, algo que la vinculaba con la religión, una forma de ver los pecados, o de lavarlos y así, sentirse purificada. El  agua era devoción para ella; y en esa misma medida, los únicos asistentes  a la ceremonia de purificación eran la señora Margarita y el protagonista narrador.  De allí que para ellos el significado del agua iba más allá  que para cualquier otra persona.

Así mismo ella realizaba otras costumbres, muy peculiares, pero extrañas a los ojos de quienes la observan, en este caso, el narrador protagonista. El prender velas en unas budineras y permitir que se desplacen por la corriente, incita a su acompañante a subirse en el bote y hacer el recorrido de las budineras, mientras la señora Margarita se queda perpleja observándolo, él desde el zaguán la mira y observa, como para ella es todo un ritual, y como el narrador se apodera de la narración y eso lo aprueba la señora.

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