Educar Por La Libertad

Educar para la libertad

Una vez pregunté ¿Para qué? Y no me gustó la respuesta, si es que hubo respuesta. Hace décadas, el discurso sobre la importancia de la educación en las sociedades, es figurita repetida. La consigna es educar, en la urbe, en el campo, a grandes y chicos, pero ¿Para qué?¿Sobre qué? Para ser alguien en la vida, ¿quién es alguien? Respuestas que no responden.

Desde los griegos, los sofistas, eran las personas más distinguidas de la polis. Los niños de familias “de bien”, eran educados por ellos, sin importar los altos costos que debían pagar por obtener sus mismos conocimientos. Querían llegar a ser sabios. ¿Para qué? Las ciencias con el tiempo fueron tomando cartas en el asunto, y los que podían acceder a ellas, los que las estudiaban, eran verdaderos privilegiados. Con el tiempo, aprender, se convirtió en lo más importante que el hombre podría hacer, porque lo llevaría no sé adónde. Saliendo de la Edad Antigua, los siguientes reyes y príncipes dedicaron su tiempo a contratar profesores hasta de lo que no existía, para poseer todas las capacidades y conocimientos que pudiesen entrar en sus cortas vidas, para… En realidad, no sé para qué. Entrando en la época moderna, educarse, y educar, se fue transformando en algo más para todos, ya no solo para “la gente de bien”. Comenzaron a existir los luchadores por la educación, las universidades, colegios… Algunos se educaban, porque claro, la gente más importante del pueblo lo hacía. Algo bueno debía haber en educarse. Entrando ya en la época moderna, la educación, comenzó a volverse en algo definitivamente para todos: hombres y mujeres, obligatoria, universal, e inclusive laica. Ya no sólo se volvió obligatoria la primaria, sino que se agregaron seis años más, también obligatorios. Y después de eso, las facultades extendieron sus programas, se instalaron pre universitarios, y pre de pre universitarios. Después vinieron claro, las carreras de grado, y las de no grado, los posgrados, los de después del posgrado, los terciarios, las tecnicaturas, las licenciaturas, (diferentes de los profesorados) las materias pedagógicas, las tesis, las tesinas. Y así, el mundo de los libros, los programas curriculares, las materias, los apuntes, y el educar y aprender, fue creciendo de manera abrupta. Tan abrupta, que a veces, incluso, llega a sobrepasarnos.

Hoy, aprender, y educar, es parte de todas las campañas políticas. De todas las campañas de ONG. De publicidades de todo tipo. De discursos por todos lados. Hoy educar, es motivo de marchas mundiales, de presupuestos millonarios, de luchas constantes. ¿Para qué? Para poder ir a la universidad. Para después poder tener un trabajo. Claro, nuestros primeros años de vida, están predeterminados, para evitarnos confusiones, deslizes… Básicamente, se tratan de ir a la escuela unos catorce años. Ir a la facultad, cinco, o seis años. Recibirse. Trabajar. Cuando el trabajo ya no nos alcanza para los gustos mínimos e indispensables, hacemos un posgrado, y seguimos trabajando. Al fin y al cabo terminás teniendo una vida medianamente cómoda y feliz, ¿gracias a qué? Por supuesto, a la educación. Y así se sucede el ciclo, de generaciones en generaciones. Como una ley natural. Porque claro, son cosas ya establecidas.

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