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El Meollo De La Protitucion


Enviado por   •  21 de Abril de 2013  •  882 Palabras (4 Páginas)  •  391 Visitas

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¿¡Lo inverosímil de la 20!

Estamos viviendo unos tiempos muy difíciles que no hay necesidad de explicárselos a nadie. Cada día quedo mas sorprendida en todo lo que se observa desde la ventana de mi caluroso hogar hacia los escalofriantes alrededores.

Vivo en la 20 y tengo la desgracia, de que cada vez que me asomo por la ventana se empiezan a lucir los malandros, ellos por llenar el ego tan grande que tienen por falta de amor, respeto y sinceridad, valores tan simples y necesarios que son brindados dentro de un hogar para vivir en completa armonía, y son esos mismos los que son asfixiados a la hora de practicarlos y la única salida es el camino obsceno, como el de la delincuencia, la drogadicción y violencia los cuales son tomados como un método de subsistencia.

Una noche normalmente insegura por los alrededores de la veinte a las 8:55 de la noche, una señora andaba por con mucha inseguridad, porque sabe el riesgo que se corre caminando por este barrio y con claridad se observa a un vándalo de aproximadamente 17 años que le roba todas sus pertenencias, la deja en ruinas, desesperada, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar, porque quizás si reacciona la pueden, apuñalar, pegar y si es su día, matar.

He vivido muchas cosas; cosas que aterran, que quedan marcadas para toda la vida; les voy a tratar de narrar como fueron los hechos de un repulsivo accidente que marcó suficientemente la razón del porqué de la existencia de todos nosotros: sucedió que como buen domingo, veníamos caminado del parqueadero hablando y sonriendo, ya veníamos en la esquina de mi casa y pasaba un borracho con toda la familia en una camioneta último modelo a toda velocidad, del otro lado un señor en un motocicleta en completo estado de sobriedad, y ¡claro! el borracho no se dio cuenta y que impacto tan escalofriante el que se sintió, pero no tanto y suficiente, qué cuando nos dimos cuenta el señor de la moto había quedado debajo de una llanta de la camioneta, y suplicaba que lo ayudáramos, gritaba ¡auxilio¡, nosotras quedamos paralizadas, el accidente sucedió en frente de nosotros, por metros y habíamos hecho parte del mismo.

Por estos lados se observan, cosas espeluznantes como para no creer.

Como un buen viernes que gozamos la mayoría de adolescentes, desde mi apartamento que queda en un cuarto piso se observa muy bien cualquier ¡movimiento! hacia la que era la famosa casa del “viejo grosero”, rotulada así por los vecinos, porque el señor cada vez que llegaba borracho, hacía unos escándalos que por obligación el barrio completo tenía que escuchar junto con todas las vulgaridades que gritaba; esta vivienda era esquinera, la cual en oportunidades resultaba ser un buen hotel o para ser más explícita un excelente motel para los indigentes, esa noche no cachó una pareja que visitaba la fabulosa esquina de la casa del “viejo grosero”, y dentro de mi ignorancia o

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