El Ordenamiento Territorial De Bogotá

HACIA UN ORDENAMIENTO TERRITORIAL HUMANO

El Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá: Una oportunidad para reducir la segregación socio-espacial y enfrentar el cambio climático

Freddy Martínez García

Secretaría Distrital de Planeación

Bogotá se enfrenta hoy a los retos de una ciudad moderna. La prevención y mitigación de los efectos del cambio climático, el manejo de la densidad poblacional, la necesidad de contar con un sistema de movilidad consecuente con las actividades económicas, sociales y culturales, el acceso a la vivienda digna, la articulación regional y la protección de la ruralidad, son algunos de los temas que la modificación del Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá se propone sacar adelante en el marco de un modelo de ciudad que le apuesta a la densificación y compactación urbana, a la sostenibilidad y protección de su estructura ambiental y a la transformación de las lógicas de ocupación, distribución y uso del suelo.

El Decreto Distrital 364 de 2013 le propone a Bogotá una discusión sobre las formas racionales, humanas y modernas de entender la realidad social, económica y ambiental de la ciudad a partir de su ordenamiento urbano-regional. El cambio climático y la desigualdad socio-espacial son dos problemas centrales en esta discusión, que requieren de enfoques democráticos de planificación y de gestión del acceso y uso del suelo. Por lo tanto, la modificación del POT de Bogotá es una respuesta a los efectos de la urbanización inadecuada y expansión de la ciudad que históricamente planificadores, constructores y gestores urbanos han promovido, desconociendo e ignorando las consecuencias negativas para el territorio y sus habitantes.

Con la modificación del POT se propuso hacer un análisis del modelo de ciudad pertinente y a partir de éste, ajustar las estrategias, instrumentos y procesos de planeación con que se venía urbanizando el suelo bogotano, además de la protección del suelo rural. Con la modificación del POT se establecieron instrumentos de planeación, gestión urbanística y de regulación del uso del suelo, para detener los procesos de conurbación mediante el control de la expansión urbana y fortalecer la reglamentación de usos del suelo en áreas periféricas, zonas de riesgo, de protección ambiental, de conservación urbanística y zonas de influencia del sistema movilidad. De igual manera, se definieron criterios más favorables para la ciudad en materia de cargas urbanísticas, que estarán orientados a hacer mejorar la contribución, para beneficio de la ciudad, producto de grandes rentabilidades por el desarrollo de proyectos urbanísticos. Otro elemento importante a nivel de normas e instrumentos, ha sido la integración en un solo cuerpo normativo de aproximadamente 370 actos administrativos para la reglamentación de las actuaciones urbanísticas y eliminando más de 1.000 actos administrativos de normas anteriores.

En este sentido, los ajustes al POT de Bogotá se condensan en un conjunto de políticas, programas y proyectos que se expresan en un modelo de ciudad a largo plazo, en donde la ciudadanía y en especial aquellas personas que dieron su voto de confianza a la propuesta de gobierno de Bogotá Humana, consideran deseable y posible. Pero además, la modificación del POT representa la posición de diversos actores y sectores de la sociedad bogotana, nunca antes incluidos en un debate reservado para expertos y constructores, quienes contribuyeron en la construcción participativa de las estrategias que se seguirán para avanzar hacia el modelo de ciudad propuesto.

Sin embargo la atención e interés sobre el POT no es solo por una discusión de carácter técnico e instrumental, de fondo hay algo aún más importante: El debate de la modificación o expedición de un nuevo POT en Bogotá, es un debate sobre la tierra urbana, sus recursos y las actividades económicas que giran alrededor de sus usos.

Lo que esta en juego y que propone la actual modificación al ordenamiento de la ciudad, es la tematización e incorporación en la agenda política, así como en los foros, campos y escenarios de movilización social, un debate para responder a preguntas, no planteadas antes en el país, que respondan a interrogantes como ¿Para quién es el uso del suelo urbano? ¿Cuáles son los ámbitos de decisión y formulación del ordenamiento territorial? ¿A quién le corresponden las riquezas que se amasan con el uso y explotación del suelo urbano en Bogotá? ¿Cómo se beneficia la ciudad o la ciudadanía del uso del suelo en Bogotá? ¿Cuáles son los criterios y mecanismos democráticos que se tienen en cuenta para resolver conflictos sobre el uso del suelo urbano?

Por lo tanto, la discusión del POT es una discusión sobre el poder, no cabe duda que la principal discusión del poder en una ciudad es la relacionada con su ordenamiento territorial, puesto que los mecanismos y dispositivos de acceso, control y uso del suelo determinan la forma de habitarlo, hacerlo productivo y la definición de quiénes y cómo participan de en sus beneficios y utilidades. En consecuencia, el POT de Bogotá no puede ser un instrumento de transferencia de riqueza social hacia un grupo reducido de constructores y grupos de gran poderío económico de la ciudad.

Lo que se propone ahora es que el POT garantice a la población bogotana derechos de acceso, hábitat y disfrute de la ciudad, a través de principios de inclusión, no segregación, subsidiariedad y solidaridad para quienes cuentan con menos capacidades sociales y económicas. Los problemas del ordenamiento territorial en Bogotá, obedecen en gran parte a acciones intencionadas de quienes a detentado el poder frente al suelo urbano, los cuales han negado la posibilidad que sectores menos favorecidos de la población tengan derechos sobre la ciudad.

El déficit

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