El Otoño Del Renacimiento De William J. Bouwsma

WILLIAM J. BOUWSMA: EL OTOÑO DEL RENACIMIENTO

LA LIBERACIÓN DEL ESPACIO

En esta época, el conocimiento, aunque con ciertos límites, se comenzaba a considerar una virtud. Toda esta curiosidad intelectual fue, en parte, la desencadenante del descubrimiento de nuevos territorios que originó un gran deseo por parte de Europa de colonización y expansión, con una misión civilizadora entre manos impregnada de intereses políticos, religiosos y culturales.

Europa veía que los colonizados estaban educados en otras costumbres ajenas al cristianismo, por lo que los europeos procedieron a intentar humanizarlos, o lo que es lo mismo, educarlos en sus mismas costumbres. En este ambiente, floreció el racismo y la discriminación. Sin embargo, se llevaron una gran sorpresa cuando vieron que zonas como China, India y Japón se encontraban mucho más desarrolladas que Europa en algunos aspectos, percibiéndose incluso rasgos de una religión similar al cristianismo. Pensadores como Montaigne, comenzaron incluso a considerar que este hecho ocasionaría el declive de Europa, o lo que sería peor: la corrupción del Nuevo Mundo por influencia europea.

Pasado el tiempo, el inmenso enriquecimiento intelectual acerca del Nuevo Mundo hizo proliferar un tipo de literatura que hablaba de la diversidad de costumbres, las cuales desestabilizar el equilibrio, pues surgió uno de los grandes dilemas: ¿Cuál era la religión verdadera? No se podía postular como veraz o falsa ninguna de ellas por miedo a realizar una elección incorrecta. De este modo, Europa tuvo que bajar de su nube de superioridad, aceptando que el Nuevo Mundo era más civilizado de lo que se había pensado en un primer momento. Los principales países colonizadores se justificaron con argumentos como que esas tierras estaban deshabitadas y que únicamente había tribus sin residencia fija o que los colonizados al carecer de fe cristiana, eran “esclavos por naturaleza” y, por consiguiente, su subyugación era necesaria para su conservación.

Liberación del cosmos

Así como cambió la percepción terrenal, también lo hizo la concepción del universo. Originalmente, éste era pensado basándose en la teología cristiana y en la Metafísica aristotélica. Es decir, una concepción geocéntrica donde en el núcleo de la Tierra se encontraba el punto más alejado de Dios, el infierno. Por consiguiente, se dieron cuenta de que lo que se encontraba más elevado era superior en poder y autoridad que lo que se encontraba debajo, surgiendo la idea de la jerarquía piramidal del poder.

No obstante, paulatinamente, la teoría geocéntrica fue sustituida por la teoría heliocéntrica (Copérnico en De las revoluciones de los cuerpos celestes 1543). El cambio de paradigma comenzó a ser inminente. Se aceleró con la aplicación de las matemáticas a la astronomía, dotándola de cierta lógica y racionalización. Entonces, se demostró que la uniformidad del universo no era a causa de alguna supuesta divinidad sino que todo era producto de inmutables leyes físicas.

Asimismo, el humanismo empezó a la par a desarrollarse con la ciencia (definición de humanismo: movimiento cultural que se desarrolló en Europa entre los siglo XIV y XVI y que se caracterizó por su consideración del ser humano como centro de todas las cosas y por su defensa de un ideal de formación integral apoyado en el conocimiento de los modelos grecolatinos). HEDONISMO Y HELIOCENTRISMO

La ciencia era un saber práctico y útil. Inventos como el telescopio o el microscopio ampliaron la realidad ya existente para el ser humano. El avance del conocimiento, ya no lo podía frenar ninguna autoridad. Este conocimiento se desarrolló en dos corrientes: una que seguía una línea tradicional donde la palabra divina ocupaba un lugar importante –la ciencia para el apoyo de la fe - y otra línea totalmente revolucionaria que rompía con las estructuras arcaicas del pensamiento cristiano. Surgió el escepticismo y la gente comenzó a realizar sus propias investigaciones. Al haberse secularizado, la ciencia podía perseguir la verdad en cualquier parte. El Mundo quedó perplejo antes este nuevo panorama. Aquí, el ser humano ya no era el centro del universo, sino un diminuto punto en un vacío infinito del universo.

LIBERACIÓN DE LA POLÍTICA

La política solía ser patriarcal y estar estructurada jerárquicamente. El monarca era considerado como el padre de toda la familia compuesta por el pueblo y su norma era tan absoluta como la de Dios. Según Maquiavelo, la política era “un arte de los posible, una constante adaptación a la amenaza y al cambio”, se trataba de reproducir el poder para mantener el equilibrio cambiante. No obstante, la gran novedad que introdujo Maquiavelo era la separación de la política de la religión. Lentamente, la secularización de la religión fue adentrándose y se comenzaron a construir estados relativamente bien organizados, donde los seglares asumían responsabilidades antes puestas en las manos de la Iglesia y regidas por la razón y la ciencia.

Además, las teorías políticas hacían hincapié en que la legitimidad de los gobiernos debe estar basada en su efectividad y supervivencia. El fin que los políticos ahora debían

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