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El Titanic


Enviado por   •  8 de Mayo de 2013  •  2.819 Palabras (12 Páginas)  •  290 Visitas

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La historia del mítico buque correo de la compañía inglesa White Star Line “Titanic” no nos es desconocida. Tras la realización de la película estadounidense “Titanic” por parte del director-productor James Cameron, hoy, son muchos los que conocen los promenores de éste mítico naufragio que acabó con la vida de una gran parte de su tripulaciín y pasaje. Hoy nos acercamos a la historia y al hundimiento del “Titanic”, en un acercamiento que aunque nos son lo temas que solemos tratar, más orientados a la Ufología y la Parapsicología, sin dudas si ha despertado en más de una ocasión en nuestro interior un vivo interés por conocer toda su historia.

El miércoles 10 de abril de 1.912, a las doce en punto, zarpaba del puerto de Southampton (junto al Canal de la Mancha, Inglaterra) el barco más lujoso y de mayor tamaño construido hasta entonces… Se trataba del Titanic, salido de los astilleros de Harland & Wolff de Belfast (Irlanda), habiendo sido botado el 31 de mayo de 1.911. Este gigante de los mares era el fruto de la carrera que desde principios de siglo venía enfrentando al Reino Unido con Alemania por el dominio de los mares. Era el orgullo de su compañía propietaria, la “White Star Line”.

Medía 269 m de eslora y 28 de manga, y con un peso bruto de 46.328 toneladas, desplazaba 66.000. Su potencia de cerca de 50.000 h.p. comunicaba fuerza a sus motores, que disponían de 3 hélices, y que gracias a sus 29 calderas de 5 m de diámetro cada una, con un total de 159 hornos que consumían diariamente 650 toneladas de carbón, en los momentos más favorables, conseguía alcanzar una velocidad próxima a los 24 nudos (un nudo equivale a 181,8 m).

Su característica más peculiar estribaba en un doble fondo, dividido en 16 compartimentos estancos. Como podía flotar hasta con 4 de éstos inundados y nadie imaginaba catástrofe peor que un choque en la intercesión de 2 de ellos, se le calificó de “insumergible”.

Este paquebote de lujo era como un auténtico palacio flotante, superando a los deseos de los más exigentes por su lujo, comodidades y refinamientos. Resistía perfectamente la comparación con cualquier hotel de lujo; disponía de unas 3.000 camas y cada una de sus “suites” de lujo medía 15 m de largo. Contaba también con un paseo de cubierta privado y sus paredes estaban decoradas con maderas nobles de estilo isabelino. Los camarotes disponían de muebles de estilo holandés antiguo, y los de primera clase estaban decorados según periodos y estilos, desde Luis XV hasta la Reina Ana.

Se habían cuidado todos los detalles, el trasatlántico contaba con ascensores, y un moderno gimnasio, con toda clase de aparatos, incluidos equipos de equitación mecánica que simulaban el trote y el galope de un caballo; pista de “squash”, baño turco y piscina. En los grandes salones, incluido el de fumadores, disponían de mobiliario inglés del siglo XVIII. Tenía tres bibliotecas con más de 30.000 volúmenes, sin contar con enormes despachos y salones de trabajo, destinados a los pasajeros que no podían suspender sus actividades durante la travesía… Incluso los compartimentos de tercera clase eran muy confortables para la época.

Allí, todas las proporciones y medidas eran colosales: por ejemplo, fueron embarcadas 40 toneladas de patatas, 12 de diferentes clases de agua mineral, 7.000 sacos de café, 35.000 docenas de huevos, etc. Su tripulación estaba integrada por 904 miembros (397 entre oficiales y marineros, y el resto dedicado a la atención de los distintos servicios del pasaje). Allí, todas las comodidades de la época estaban al alcance de cualquier privilegiado dispuesto a pagar hasta 4.350 dólares (precio de un pasaje de lujo) por una travesía marítima de 6 días. Todo había sido previsto en tan magnífico barco… menos la posibilidad de un naufragio…

Además de los habituales comedores en este tipo de embarcaciones, el Titanic disponía de un magnífico restaurante “a la carta”, así como el “Café Parisien”, una exactísima réplica de la cafetería de moda en aquel entonces. Su escalera principal era de lo más suntuosa que pudiera imaginarse en un barco. No faltaban lugares de reunión como el “Café Veranda” o el “Palm Coirt” en la cubierta “A”.

Confiados en una fama de “inhundible”, sin perjuicio de grandes fortunas en dinero, valores, joyas y objetos de valor, que llevaban los pasajeros en sus camarotes o en sus cajas de seguridad, la nave portaba objetos artísticos y arqueológicos de gran valor, destinados a ser expuestos en América, entre ellos una momia egipcia (de una sacerdotisa o hechicera) y una rarísima edición del Rubaiyat, de Omar Khayyam, valorada en 250.000 libras de la época… Hasta tal punto está persuadida la “White Star Line” de la invencibilidad de su trasatlántico, que lo había asegurado -sólo por puro trámite- en la cuarta parte de su valor.

A las 10.30 de aquel domingo 14 de abril el capitán del Titanic, Edward J. Smith, asistió a un servicio religioso celebrado en el salón-comedor de primera clase. A las 7.30 un grupo de pasajeros celebraba una fiesta en su honor en el restaurante “a la carta”, ya que el capitán tenía 62 años, y pensaba solicitar el retiro tras el término del viaje inaugural. Mientras tanto el vapor Californian, que navegaba a pocas millas por delante del trasatlántico, telegrafiaba informando de la presencia de grandes témpanos en aquella zona. Sin embargo, el capitán Smith no llegó a recibir este mensaje y alrededor de las 9 se disculpó ante sus anfitriones, dirigiéndose al puente, donde estaba de servicio el segundo oficial Charles H. Lighttoller, con quien comentó las incidencias meteorológicas y la proximidad de uno o varios icebergs. Sobre las 9.20 el capitán se retiró a su camarote, tras advertir al segundo oficial: “Si la situación se pone incierta, hágamelo saber de inmediato. Estaré dentro”.

Como la noche estaba bastante despejada y tranquila, salvo una pequeña modificación en el rumbo, el Titanic no adoptó ninguna otra medida de precaución; y eso que en las últimas horas se habían recibido seis telegramas, cinco para el capitán y otro para el radiotelegrafista, que no fueron tenidos en cuenta.

A las 23.40 de la noche del domingo, el vigía Fleet vio un gran témpano a muy poca distancia de la proa e inmediatamente dio la alarma con reiteración… Sabía que la velocidad del buque en aquel momento era de 22,5 nudos y que éste navegaba por una zona peligrosa en la que los últimos 27 años habían naufragado 19 barcos… Por lo demás, el agua estaba en calma y la noche y la noche era fría y clara…

El primer oficial, William Murdoch, no había tomado muy excesivamente en cuenta la alarma de Fleet, hasta que lo que consideraba una neblina… ¿neblina en una

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