El aporte al balance vida trabajo y adaptabilidad laboral impulsada por la nueva ley 20.940

El aporte al balance vida trabajo y adaptabilidad laboral impulsada por la nueva ley 20.940

Introducción

En la actualidad, la existencia de límites rígidos en la duración diaria y semanal de la jornada de trabajo, se han tornado en uno de los principales obstáculos para la adaptación de las empresas a los cambios en los ritmos de producción, cada vez más frecuentes en economías abiertas.

Según estudios del World Económico Forum (WEF) se estima que si la economía sigue funcionando igual al 2020 se podrían perder 7 millones de trabajos, lo que afectaría principalmente a las mujeres en una primera etapa, principalmente por la ausencia de condiciones laborales en equilibrio con la crianza y cuidado de los hijos.

El 2017 entro en vigencia la reforma laboral (ley 20.940), que dentro de otros aspectos incluyen pactos de adaptabilidad laboral para trabajadores con responsabilidades familiares, aplicables a jóvenes, estudiantes, personas que sufren alguna discapacidad y personas de la tercera edad.

Estos pactos apuntan a permitir que el trabajador solicite trabajar desde la casa u otro lugar alternativo parte del tiempo y hacer adecuaciones a la jornada de trabajo, para que las condiciones laborales se adapten de mejor manera a sus necesidades personales y familiares.

Pese a que en principio estas nuevas herramientas parecen ser un aporte, aún existen dudas en algunos sectores políticos y de la sociedad civil respecto de la real necesidad de flexibilizar el mercado laboral y los efectos que podrían tener dicha flexibilidad el balance vida trabajo de los hogares, y en particular de la participación laboral femenina.

Dado esto se considera relevante analizar las dificultades que hubo en su proceso de aprobación, las diferentes alternativas finalmente aprobadas, su aplicación real a la fecha y los efectos concretos que se observan, para intentar cuantificar su impacto y posibles limitaciones.

Cifras generales del mercado laboral

Según información consignada en reportes de la dirección del trabajo, al 2016, el 66% de los ocupados totales del país trabaja más de 45 horas a la semana, de los cuales incluso un 16% trabaja más de 49 horas.

Ello posiciona a Chile dentro de los primeros lugares del ranking de países de mayor cantidad de horas trabajadas, En efecto, Chile llega a 2.244 horas contra 1.700 a 1.800 horas en algunos países OCDE.

Sin embargo, ello no tiene como contrapartida una alta productividad, pues ocupa el lugar 43. Chile tiene una productividad de US$ 12,05 por persona, frente a productividades mayores a los US$ 30 por persona en los países desarrollados. (Informe de Competitividad Mundial, 2003.)

Ello ocurre a nivel agregado, ya que, si bien la productividad horaria ha sido creciente durante la década de los noventa, se manifiesta una gran heterogeneidad entre los sectores productivos. 3

Teniendo las pequeñas y medianas empresas y sectores de servicios, niveles de productividad muy inferiores a los sectores tecnológicos.

De las estadísticas de los procesos de fiscalización de la DT se puede concluir que, dejando de lado los temas previsionales, la mayor cantidad de denuncias están asociadas a jornada laboral representando un 20% al año 2011 y 18% al 2012. Estas se concentran en horas extraordinarias, descanso y jornada semanales máxima.

De la administración de los sistemas excepcionales de distribución de jornada de trabajo y descansos (que recae en la DT) se identifica que en la última década estas solicitudes se han incrementado, concentrándose en centros urbanos, para proceso de trabajo continuo, que incorporan tecnologías completas y necesitan trabajadores de alta calificación. (Justamente los que muestran mejor productividad)

Tanto la creciente cantidad de denuncias, como de solicitudes de jornadas excepcionales demuestran que al menos para algunos rubros existen una necesidad de poder ajustar la jornada de trabajo a los requerimientos de su sistema productivo.

Proceso legislativo y principales aspectos de la reforma laboral.

La reforma a las relaciones laborales realizada mediante la ley N. º 20.940 tiene su origen en la “agenda laboral” acuñada como compromiso político de la segunda campaña de la presidenta Michelle Bachelet (2014-2018)

Esta agenda contemplaba realizar reformas a las relaciones laborales tendiendo e cuenta dos objetivos principales:

1. Ampliar y mejorar la calidad de la negociación colectiva, promoviendo relaciones laborales basadas en el diálogo, la cooperación y el equilibrio entre las partes.

2. Fortalecer la participación sindical, promoviendo un movimiento sindical representativo y de calidad que contribuya al desarrollo del país, de las empresas y de los trabajadores y trabajadoras.

La tramitación fue extensa y no estuvo exenta de dificultades, tanto en su proceso de discusión parlamentaria – donde se produjeron modificaciones importantes - como fuera del del, donde hubo un veto presidencial supresivo y un fallo favorable del tribunal constitucional que invalido 3 de los 5 pactos presentado originalmente. En resumen, el proyecto pasó 2 años en discusión y tomo un año más promulgarlo luego de su paso por el tribunal constitucional.

Si bien el contenido de la ley 20.940 se centra en el reemplazo íntegro del texto del Libro IV del código del Trabajo (negociación colectiva), también se realizan modificaciones a otros temas ligadas a la regulación de los sindicatos.

Algo novedoso dentro de la reforma es la inclusión de normas de género a favor de las mujeres en la regulación de sindicatos y de la negociación colectiva, se regula el derecho de información y se incluye la figura de los pactos de adaptabilidad. 4

Dichos pactos de adaptabilidad laboral están orientados a trabajadores con responsabilidades familiares, y son aplicables a jóvenes, estudiantes, personas que sufren alguna discapacidad y de la tercera edad. En lo concreto, los dos pactos que finalmente se aprobaron son el de teletrabajo, que permiten que el trabajador solicite trabajar desde la casa u otro lugar alternativo parte del tiempo y el pacto de 3x3 que permite hacer adecuaciones a la jornada de trabajo, para que las condiciones laborales se adapten de mejor manera a sus necesidades personales y familiares.

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