El dilema del siglo XXI: identidad de usuario

El dilema del siglo XXI: identidad de usuario

La sociedad lleva siglos inmersa en el mito del progreso. Desde los debates de los ilustrados en Francia nos hemos convencido que cualquier línea de desarrollo posible para el ser humano debe ser un punto positivo: sea cual sea el esfuerzo y novedad que haga el ser humano debe servir al progreso, sin importar los medios por el cual se logre. Por supuesto, la idea del progreso se extiende a la tecnología. El internet sin duda es un invento tecnológico increíble que ha revolucionado el mundo, desde las relaciones sociales hasta los nuevos trabajos, la conexión mundial al alcance de un clic, la promesa del progreso se ha asentado en las redes creando un paralelo entre el mundo real y el mundo digital.

Con la evolución de internet ha existido también una evolución de las redes sociales, la popularidad y crecimiento de estas depende directamente de la cantidad de usuarios y el tiempo que estos permanezcan navegando en su interfaz, de ahí que el principal objetivo de las redes sociales sea mantener la atención de sus usuarios; es decir, utilizan como moneda de cambio nuestra atención y tiempo a cambio de entretenimiento. El problema de lo último es que la línea de la ética se desdibuja en la búsqueda de cumplir este objetivo. En el documental El dilema de las redes sociales se expone uno de los aspectos más preocupantes al que las redes sociales nos mantiene expuestos: la manipulación conceptual. Este fenómeno se acentúa gracias al algoritmo, un conjunto de normas y patrones de programación que permite a las redes sociales identificar qué ven las personas y con qué frecuencia lo hacen, es entonces cuando el contenido de las redes sociales se ajusta a la persona y monitorea constantemente lo que hace dentro e incluso fuera de estas.

La razón detrás de esto se puede reducir a un razonamiento simple: las redes sociales venden nuestro tiempo e intereses al mejor postor a través de publicidad, la cual tiene un efecto psicológico importante en sus usuarios; la excesiva exposición de información seleccionada por el algoritmo no tiene un control adecuado.

Vale la pena preguntarse por la salud mental de los millones de usuarios que diariamente se ven expuestos al algoritmo en las redes sociales, lo que inició como un medio de comunicación en pro del progreso y la ventaja de mantener conexiones sociales mucho más fáciles y necesarias para la globalización se ha convertido hoy en día en un gran dilema. Existe una dependencia psicológica de estar en línea podría provocar ansiedad cuando uno se siente desconectado, lo que lleva al temor de perderse o incluso el uso patológico de internet denominado FOMO por sus siglas de: fear of missing out, “miedo de perderse algo”. En la investigación de Santana-Vega, Gómez-Muñoz & Feliciano-García publicada en la revista científica Comunicar en 2019, sobre la fobia a sentirse excluido y la comunicación familiar de los adolescentes, se constata que el FOMO incita a conectarse a las redes sociales e incrementa en los adolescentes el miedo de perderse experiencias de su entorno social, por lo que hacen un uso inadecuado del móvil. Sin embargo, el síndrome FOMO no es el único que ha nacido por las redes sociales, enfermedades mentales como la depresión, ansiedad, baja autoestima y entre otros se han agravado mucho más a causa de la constante exposición a las redes sociales y el uso irresponsable de esta tecnología.

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