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El estereotipo femenino


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2016  •  Apuntes  •  2.557 Palabras (11 Páginas)  •  393 Visitas

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Tema: Ensayo.

Alumno: Villón Magalí.

1º año-Profesorado de Lengua y Literatura.

Materia: Literatura española.

Profesora: Dina Yanovsky

Concordia-Entre Ríos.

05 de julio del 2016.

EL ESTEREOTIPO FEMENINO.

Como ya es sabido por la historia, la mujer a lo largo de esta ha tenido que cumplir con ciertos estereotipos impuestos por la sociedad. Cualquiera que quisiera evadir las obligaciones y actitudes impuestas a su rol se veía abandonada por el resto y era socialmente expulsada de cualquier grupo, sin embargo, esto no siempre tenía que ser así. Observaremos los estereotipos de la mujer en base a tres épocas y cómo podía producirse un quiebre en ellos a pesar de la diferencia de años con que fueron escritas en diferentes obras y de las distintas sociedades que se daban en su momento, colocando como ejemplos a un personaje de cada relato. Además de plasmar similitudes con la actualidad con el objetivo de demostrar como a pesar de todos los siglos pasados la figura femenina tiene aún un canon muy marcado.

Comencemos con el papel femenino en la edad media. En los relatos escritos en dicha época, se puede notar una gran ausencia de las féminas o, en gran parte, cumpliendo un papel muy secundario dentro de los mismos, ya que los acontecimientos importantes solían realizarlos los hombres. Mientras que años más tarde, a principios del siglo XX la mujer comenzó a tener un poco más de voz a comparación con la edad ya mencionada, más aun así tenía muy marcado su nivel por debajo del hombre y debían cumplir con ciertas expectativas. Pero ¿qué sucede cuando esto se rompe? ¿Qué ocurre cuando la finura femenina pasa a segundo plano? ¿Qué pasa al momento que una mujer se muestra diferente al resto, en la literatura, con ideas más liberales?

En “La doncella guerrera” (anónimo, Siglo XV) se puede apreciar como esto cambia. Como una mujer de la realeza es capaz de tomar el lugar de su padre en la guerra, cambiando su aspecto, su actitud y reemplazando ello por el estereotipo del hombre medieval. A pesar de la aceptación de sus padres, si alguien más hubiese sabido de esto, lo podría haber considerado como una deshonra, como algo totalmente descabellado incluso. ¿Una princesa luchando en la guerra como si fuera un hombre? Era algo impensable, porque claro, las mujeres tenían un coeficiente tan bajo que simplemente servían para cuidar a su familia.

Remontándonos a muchos años más tarde, en el siglo XX, nos encontramos con  “La casa de Bernarda Alba” (García Lorca, 1946). Una historia de una madre sumamente estricta para con sus hijas, obligándolas a encerrarse por años al querer hacer luto debido a la muerte de su esposo. Sin embargo, podemos apreciar al personaje de Adela, la menor de las hermanas con un pensamiento más abierto, alguien cuyo ser no deseaba ser encerrado a causa de una muerte y la cual opta por desobedecer lo que su madre le imponía, aceptando las consecuencias de sus acciones.

En comparación con la actualidad, se está acostumbrado a ver que una mujer sea más independiente, autosuficiente y liberal, dejando de lado ciertos casos y excepciones y hablando siempre de un porcentaje mayor. Hoy en día, ya casi no reprimen su voz, ya no tienen miedo de expresar injusticias o violaciones a sus derechos por los cuales se han hecho marchas, campañas, publicidades, etc. Cosas que antes eran totalmente impensables.

Regresando nuevamente al contexto antiguo, uno de los problemas centrales eran las marcadísimas cualidades que las mujeres debían poseer. La dama en la Edad Media no tenía autonomía personal o laboral, independencia económica y sus bienes debían ser administrados por el hombre de la casa, además se les inculcaba conocimientos con el fin de entretener a sus familias, en este caso de que fuese alguien de la alta sociedad. Por otro lado, en la clase baja eran destinadas a hacer labores domésticos y muy pocas eran realmente instruidas.

Como ejemplo de lo dicho, podemos apreciar esto en la primera obra mencionada “No reventaras, condesa, por medio del corazón, que me diste siete hijas, y entre ellas ningún varón.” [1] La culpa era de la mujer propia el no dar a luz a un hijo varón, era su responsabilidad  como tal y no la del hombre. Por otro lado y a modo de ejemplo también, podemos mencionar que hasta las propias mujeres de dicha época tenían marcado esas tendencias y labores que se les imponían y dicho romance nos hace testigos de lo mencionado desde la palabra misma de la doncella. “Madre, sáqueme la rueca que traigo ganas de hilar, que las armas y el caballo bien los supe manejar.” [2]

El rol de cada sexo estaba tan acentuado que las acciones, gustos, preferencias y demás, eran divididos en lo que el hombre realizaba o prefería y en lo que la mujer quería o deseaba. Citando nuevamente el romance de “La doncella guerrera” podemos apreciar lo anterior “Convídalo tú, mi hijo, a las tiendas a feriar,  si Don Martín es mujer, las galas ha de mirar. “ “Llevárosla tú, hijo mío, a la huerta a solazar; si Don Martín es mujer,  a los almendros irá.” [3]

El identificar a una mujer en esa época era fácil, ya que se les inculcaba tal conducta que si no respetaban la susodicha, eran atrayentes de malas miradas.

Por otro lado, las “malas lenguas” hacían de la imagen femenina algo totalmente insignificante, malo e inferior siendo palabras citadas por los mismos hombres. Corleto (2006) afirma:

“La intervención de la burguesía, no obstante, sobre todo en la Baja Edad Media (finales de los siglos XIII y XIV) alimentó una especie de "misoginia" que empeoró la imagen de la mujer, pues a través de los cuentos picarescos (contes gras) y de las trovas (fabliaux) que los juglares narraban en los días de fiesta, y que eran escuchados con gusto por ese estamento social (la burguesía), frecuentemente se ridiculizaba a las mujeres, presentándolas como taimadas, brujas, dominadoras de sus maridos, etc” (Corleto, 2006, p. 1)[4].

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