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El Voto Femenino


Enviado por   •  16 de Mayo de 2013  •  2.209 Palabras (9 Páginas)  •  455 Visitas

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Aunque el voto femenino fue aprobado por intereses electorales, al logro de ese derecho le antecedió un reflexivo debate sobre la igualdad de condiciones de las mujeres y la forma de participar como nuevos sujetos políticos.

Lola G. Luna *

En el Acto Legislativo No. 3 de la Asamblea Nacional Constituyente (Anac), el día 25 de agosto de 1954, y bajo el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, se aprobaba finalmente una ley que permitía a las mujeres votar. El ejercicio de ese derecho no fue posible hasta el 1 de diciembre de 1957, en el plebiscito realizado para aprobar las reformas legislativas de Rojas y sellar el pacto del Frente Nacional. Así, las mujeres colombianas votaron poder votar. Con este final tan paradógico acababa un largo camino iniciado tres décadas atrás para conseguir los plenos derechos ciudadanos, sociales y políticos.

Para hacer un poco de historia del logro de la plena ciudadanía por las mujeres, la coyuntura histórica que puede servir de punto de partida es 1930. En este año se celebró en Bogotá el IV Congreso Internacional Femenino, con los auspicios de la recién estrenada República Liberal. En él se pronunciaría por primera vez el lema "compañera pero no sierva", centrando la atención en la demanda por la administración de los propios bienes por parte de las mujeres, en una ponencia defendida por la feminista liberal Ofelia Uribe de Acosta. Y ese fue el primer logro, hecho efectivo en la Ley 28 de 1932, con el gobierno Olaya Herrera. En 1933, el Decreto 172 abrió el acceso a la universidad, y ya en el gobierno de López Pumarejo, por la reforma constitucional de 1936, se logró el acceso a cargos públicos. Este último requería para tomar posesión la célula de ciudadanía, de la que carecían las mujeres, lo que llevó a plantear situaciones contradictorias y a activar la demanda del voto.

Entonces sectores liberales y conservadores se opusieron con argumentos diferentes: los primeros porque creían que el voto de las mujeres era conservador, y los segundos porque auguraban que este traería un sinfín de desgracias para la familia y el hogar. Hasta una docena de proyectos de ley se sucedieron a lo largo de los años, y el debate tuvo momentos álgidos en las Cámaras, en la sociedad, entre las mujeres, los periodistas y los políticos.

Los términos en que se definió dicho debate se extendieron a la feminidad y el feminismo, y, recordándolo hoy, se sembraron las semillas del discurso feminista que se construiría en los años setenta. El debate sobre el voto discurrió entre el discurso conservador, el liberal y el socialista, y en ellos se construyeron como nuevos sujetos políticos grupos de mujeres sufragistas surgidos en los núcleos urbanos de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, etc., alinderadas unas con el feminismo y otras con el conservatismo. Todas estaban a favor del voto, de sentirse ciudadanas plenas, pero lo defendían con argumentos y matices diferentes.

Fotografía de Guillermo Flórez - Unimedios

Después del primer período señalado de los años treinta, en el que se adquirieron varios derechos sociales, en los cuarenta la acción se acentuó en torno al sufragio. Se crearon grupos como la Unión Femenina de Colombia y la Alianza Sufragista; revistas como Agitación Femenina , dirigida por la feminista liberal Ofelia Uribe de Acosta, y Mireya , por la conservadora Josefina Canal de Reyes. A estas se unieron en torno al voto otras revistas ya existentes como Letras y Encajes , dirigida por Teresita Santamaría, yAurora . Se celebraron también dos congresos femeninos de carácter nacional. Otros nombres que destacaron por sus esfuerzos y pensamiento fueron las feministas socialistas Lucila Rubio de Laverde, Mercedes Abadía y la poeta Matilde Espinosa. Otras muchas tuvieron presencia pública en las barras del Congreso y el Senado, y han dejado sus artículos en dichas revistas y en prensa. Las dos tendencias sufragistas que se perfilaron fueron: por un lado, la línea feminista liberal, que defendía la compatibilidad entre el hogar y la política, así como la complementariedad entre los roles genéricos, masculino y femenino, con la variante de la igualdad defendida por las feministas socialistas; y la línea conservadora, que mantenía una postura anclada en el hogar como el ámbito natural de la mujer y en la maternidad como única función, una feminidad ahora revestida de derechos, educación y cultura. Recordemos que en estos años había un compartir discursivo de la modernidad de la República Liberal con el discurso conservador católico, reforzándose este último con la vuelta de los conservadores al poder.

La Violencia supuso el silencio para el sufragismo colombiano en un primer momento. El gobierno de Rojas fue un segundo momento de auge en el que el debate sobre el voto se reavivó con su discusión en la Anac y en los medios de comunicación. La consecución del voto el 25 de agosto de 1954 fue una victoria del sufragismo, que llevaba tres décadas en acción, por mucho que Rojas pusiera un empeño personal en ello, y sus razones fueran electoralistas. Este nombró en la Comisión que discutió el proyecto dos representantes, una conservadora, Josefina Valencia, y una liberal, Esmeralda Arboleda. Los argumentos que se barajaron estuvieron sesgados hacia el conservatismo. Bertha Hernández de Ospina tuvo un gran protagonismo, creando en esas fechas la Organización Nacional Femenina. Era un momento en que Pío XII, en plena Guerra Fría, aconsejaba a las mujeres salir del hogar y extender su influencia a la vida social, participando en la cruzada contra el comunismo. En este contexto el debate sobre el feminismo volvió a ser intenso, y por la parte conservadora se manipulaba su sentido en la línea del Papa. Por parte de las feministas, la definición que se daba de feminismo en Verdad era: "... la elemental tendencia o aspiración de la mujer hacia la igualdad de posibilidades, y de oportunidades que le permitan actuar como colaboradora y compañera en la organización social, económica y política de un mundo compuesto de hombres y de mujeres" .

El logro del voto hizo que las mujeres desplegaran una gran actividad que se extendió hasta 1955. Se crearon dos nuevas revistas: Verdad , dirigida por Ofelia Uribe de Acosta, y Nuestras Mujeres , de la Asociación Democrática de Mujeres Colombianas, de afiliación socialista. Desde Verdad se impulsó el Movimiento de Acción Nacional Femenino, con el objetivo de reunir a todas las mujeres en una "tercera fuerza" al margen del bipartidismo, y se lanzó una propuesta de reconciliación nacional. La reflexión que se hacían las feministas era que al ser ciudadanas se encontraban con una serie de responsabilidades, entre ellas, la de luchar contra la violencia. Paz y ciudadanía eran cuestión de coherencia

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