El pachuco y otros extremos. El laberinto de la soledad, México, Colección Popular

El pachuco y otros extremos

Al comienzo de la lectura, Antonio Machado nos da una breve reflexión. Menciona que los seres humanos demostramos algo que no somos realmente. Mostramos una mascara ante la sociedad y en el fondo, lo que realmente somos queda oculto en nuestro ser.

Lo otro no existe tal es la fe racional la incurable creencia de la razón humana. Identidad igual a realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo.

(Machado, citado en Paz, 2018, p 10)

Octavio paz abre el profundo análisis del mexicano de este libro yéndose a la parte que nos desagrada y que curiosamente nos atrae, aquella que es grotesca y reflejo de nosotros mismos.

Muchas de las reflexiones que forman parte de este ensayo sobre el carácter mexicano nacieron fuera de México, durante dos años de estancia en los Estados Unidos. Recuerdo que cada vez que me inclinaba sobre la vida norteamericana, deseoso de encontrarle sentido, me encontraba con mi imagen interrogante.

Octavio Paz, (1986, p 12) El laberinto de la soledad, México, Colección Popular.

El pachuco, mexicano que no es de aquí, ni de allá y que para colmo esta falta de encontrarse lo deprime, esa depresión que se saborea y se disfruta, se presume y jactanciosa se cree lo mejor. Se viste con galas exuberantes, se burla de aquello que quiere ser pero que no admite y crea un margen grotesco en el que enmarca a su cultura madre, estampa a la virgencita de Guadalupe sobre un escudo de los Yankees de Nueva York.

Satiriza con cómica irreverencia lo que es y se niega a sí mismo. ¿Acaso el mexicano no es nada? No solo los pachuchos niegan sus raíces y adoran a la sociedad gringa por repudiarlos, toda la sociedad mexicana ahora en nuestros días se siente dichosa de comprar y usar la moda norteamericana, pero reprocha la falta de valores, el materialismo y la poca felicidad en esa sociedad, abraza a su religión, pero lo hace en el secreto.

En el caso de los pachucos advierte una ambigüedad: por una parte, su ropa los aísla y distingue, por la otra esa misma ropa constituye un homenaje a la sociedad que pretende negar [...] La dualidad anterior se expresa también de otra manera acaso más onda el Pachuco es un clown impasible y siniestro que no intenta hacer reír y que procura aterrorizar esta actitud sádica se alía a un deseo de autohumillación que me parece constituir el fondo mismo de su carácter, sabe que sobresalir es peligroso y con su conducta irrita la sociedad; no importa; busca, atraer la persecución y el escándalo. Sólo así podrá establecer una relación más viva con la sociedad que provoca: víctima, podrá ocupar un puesto en ese mundo que hasta hace poco lo ignoraba; delincuente será uno de sus héroes malditos.

Octavio Paz, (1986, p 15) El laberinto de la soledad, México, Colección Popular.

El mexicano es un lío de contradicciones, no es,

...